Estos mensajes presentados a ustedes representan lo que creemos ser una interpretación verdadera de las escrituras. Creemos que Dios tiene un pueblo o gente, este pueblo es el mismo pueblo del Antiguo Testamento, así como del Nuevo Testamento, esta palabra es la palabra de Dios para su pueblo. Creemos que la Biblia es la historia de la familia de un hombre, la familia de Abraham, el amigo de Dios.
Humildad: Lavamiento de Pies
Lavarse los pies en los tiempos bíblicos no era una cuestión de ceremonia o actividad religiosa, sino una forma necesaria de higiene. Los caminos polvorientos y sucios crearon la necesidad de lavarse los pies constantemente.
Sin embargo, en la mayoría de las culturas, la actividad de lavar los pies de alguien estaba relegada a las clases más bajas: los sirvientes. Por ejemplo, los discípulos de Jesús pueden haberlo elevado lo suficiente como para adorarlo y lavarle los pies, pero no considerarían lavarse los pies unos a otros. Entre pares no se hacían ese tipo de cosas, excepto rara vez y como muestra de gran amor.
Con el pasar de los siglos esta acción se convirtió en un evento piadoso, se volvió una ceremonia religiosa que ha sido practicada en diferentes épocas, y en muchas ramas de la cristiandad. Un simple acto visto en las escrituras, fue apropiado por religiosos para ser de esto una frecuente ceremonia en la iglesia.
El lavado de los pies se ha convertido en una práctica, e incluso una ordenanza de la iglesia, entre algunos cristianos, incluso en culturas donde los pies polvorientos no son la norma. En la iglesia primitiva, vemos la observancia de la Cena del Señor, pero no la práctica de lavar los pies como una ordenanza.
Lucas 7:36, 37-39, 44;
36 Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa.
37 Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume;
38 y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume.
39 Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora.
40 Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Di, Maestro.
41 Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta;
42 y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos le amará más?
43 Respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado.
44 Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos.
San Bernardo, un monje Católico Romano, nació en el año 1090 d.C, en Fontaine, cerca de Dijon, Francia y murió en Claraval el 21 de agosto de 1153. Recomendó en uno de sus sermones, que se realizara el lavamiento de los pies, como “Sacramento diario para la remisión de los pecados”. Y, de hecho, hasta el tiempo de Bernardo encontramos escritores eclesiásticos, por lo menos ocasionalmente, que le aplicaban a esta Ceremonia el término Sacramentum en su sentido más amplio, por el que sin duda denotaban que poseía la virtud de lo que ahora llamamos un sacramental. Aquí notamos la vieja historia de obras humanas, pero en la Iglesia Griega Ortodoxa, el lavamiento de los pies era y es reconocido como un misterio. A través de la historia en ningún lugar vino a ser un acto general, público, solemne y eclesiástico. Y todavía en algunos lugares se lleva a cabo por el Papa de Roma.
En la Nueva Enciclopedia Católica publicada en el año 1912, bajo el título de: “Lavamiento de pies y manos, leemos estas palabras”:
“En las órdenes religiosas la ceremonia del lavamiento de los pies, halló favor como una práctica de caridad y humildad…Porque entre nuestros invitados Jesús es honrado y recibido.”
En el año 694 d.C. el 17th, el Senado de Toledo, ordenó que todos los Obispos y Sacerdotes en posición de superioridad, bajo el temor de excomulgación, tuvieran que lavar los pies de los súbditos. Esta costumbre de hacerlo los días lunes, jueves, posiblemente fue porque en esos días se llevaban a cabo los bautismos, pero es algo que no está muy claro; pero fue algo que vino a ser una costumbre universal entre las Catedrales e Iglesias Católicas.
El lavado de pies en la liturgia (si se puede confiar en la evidencia negativa de los primeros registros) parece haber sido establecido en el Oriente y el Occidente en una fecha comparativamente tardía. En 694 el Decimoséptimo Sínodo de Toledo ordenó a todos los obispos y sacerdotes que estaban en una posición de superioridad, bajo pena de excomunión, lavar los pies de las personas sujetas a ellos. El asunto también es tratado por Amalario de Metz y otros liturgistas del siglo IX. No aparece bastante claro si la costumbre de celebrar este “mandato” (de Mandatum novum do vobis, las primeras palabras de la antífona o rezo inicial) el Jueves Santo se desarrolló a partir de la práctica bautismal originalmente fijada para ese día, pero pronto se convirtió en una costumbre universal en las iglesias, catedrales y parroquias.
Al final de los años 1200’s el Papa mismo lavó los pies a doce de sus súbditos o diáconos. La ceremonia Episcopal ordena que el Obispo deba lavar los pies de trece hombres limosneros o trece miembros de la congregación.
En la segunda mitad del siglo XII, el Papa le lavaba los pies a doce subdiáconos después de su misa y de trece hombres pobres después de su cena. El Caeremoniale “Episcoporum” ordena que el obispo ha de lavar los pies a trece hombres pobres o a trece de sus miembros. El obispo y sus ayudantes van investidos y se canta ceremonialmente el Evangelio “Ante diem festum Paschæ” con incienso y luces al comienzo de la función. La mayoría de los reyes de Europa también acostumbraban anteriormente realizar el mandato. La costumbre se conserva todavía en las cortes de Austria y España.
Descubrimos por medio de la investigación que Martín Lutero, por su oposición a este sistema, rechazó esta ceremonia y dijo:
“Este lavamiento hipócrita en el cual uno se arrodilla ante un inferior, pero quien espera y demanda todavía más humildad a cambio”.
Fue por esto que los reformadores hablaron del lavamiento de los pies durante el período de la Ortodoxia. El lavamiento de pies era considerado un acto abominable, corrupto y pagano. En el año 1718 d.C. el Concilio de la Iglesia Luterana, sancionó a doce de sus ciudadanos luteranos y les exige un arrepentimiento público, por haber participado en esta ceremonia y fue un Católico Romano, quien les lavara los pies.
El lavamiento de pies solemnemente se lleva a cabo por algunas sectas del protestantismo de hoy en día… algunos Bautistas observan esta costumbre, también Adventistas y los Adventistas del Séptimo Día, al igual que varios grupos Pentecostales Unidos, quienes hacen lo mismo, como los Metodistas, Asambleas de Dios, Iglesias de Dios, Apostólicos, etc…
¡Generalmente la Iglesia Evangélica cristiana no lo hace!
Los Menonitas proclaman que este acto fue instituido por Jesucristo. “Nuestro lavamiento por la sangre de Cristo y su ejemplo de profunda humillación, debe de ser impregnado en nosotros”. El libro Confesión Menonitas – 1660 d.C.
Yo creo que es mejor cuando cada hombre y mujer es persuadido en su propia mente.
¿Qué tiene la Biblia que decirnos con relación a los pies?
Pies, en las Sagradas Escrituras representan nuestra inclinación, afectos, acciones, emociones.
Proverbios 4:26,
26 Examina la senda de tus pies, Y todos tus caminos sean rectos.
“Guide my feet in thy paths; keep thy feet at a distance from evil”.
Geneva Bible: “Let not the foot of pride come against me”.
Proverbios 1:8, 15-16,
8 Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, Y no desprecies la dirección de tu madre;
Versos 15-16,
15 Hijo mío, no andes en camino con ellos. Aparta tu pie de sus veredas,
16 Porque sus pies corren hacia el mal, Y van presurosos a derramar sangre.
Proverbios 5:3-7,
3 Porque los labios de la mujer extraña destilan miel, Y su paladar es más blando que el aceite;
4 Mas su fin es amargo como el ajenjo, Agudo como espada de dos filos.
5 Sus pies descienden a la muerte; Sus pasos conducen al Seol.
6 Sus caminos son inestables; no los conocerás, Si no considerares el camino de vida.
7 Ahora pues, hijos, oídme, Y no os apartéis de las razones de mi boca.
Proverbios 6:27-28,
27 ¿Tomará el hombre fuego en su seno Sin que sus vestidos ardan?
28 ¿Andará el hombre sobre brasas Sin que sus pies se quemen?
Proverbios 19:2,
2 El alma sin ciencia no es buena, Y aquel que se apresura con los pies, peca.
Salmo 119:101,
101 De todo mal camino contuve mis pies, Para guardar tu palabra.
Isaías 59:7,
7 Sus pies corren al mal, se apresuran para derramar la sangre inocente; sus pensamientos, pensamientos de iniquidad; destrucción y quebrantamiento hay en sus caminos.
Salmo 36:11,
11 No venga pie de soberbia contra mí, Y mano de impíos no me mueva.
Isaías 58:13,
13 Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras,
Pies, pies y pies. Son nuestros pies los que nos causan problemas, porque, siempre estamos corriendo de Dios.
La Biblia nos enseña que el estar a los pies de alguien, significa demostrar un grado de obediencia, atentamente escuchando sus instrucciones y órdenes.
Moisés dijo que el Señor amaba a su pueblo.
Deuteronomio 33:3,
3 Aun amó a su pueblo; Todos los consagrados a él estaban en su mano;
Por tanto, ellos siguieron en tus pasos, Recibiendo dirección de ti,
Pablo, el Apóstol creció a los pies de Gamaliel, María se sentó a los pies del Salvador y escuchó sus palabras.
Lucas 10:39,
39 Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra.
El estar a los pies de alguien, ser un pedestal para sus pies. Significa el absoluto rechazo de los enemigos, pero no su reconciliación o su obediencia voluntaria a nosotros.
Josué 10:34,
34 De Laquis pasó Josué, y todo Israel con él, a Eglón; y acamparon cerca de ella, y la combatieron;
Salmo 110:1,
1 Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra,
Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.
En esta historia de lavamiento de pies, encontramos una de las más antiguas costumbres, la cual era una obligación demostrando hospitalidad. El lavamiento de pies existió aún en los días de Abraham.
Génesis 18:4,
4 Que se traiga ahora un poco de agua, y lavad vuestros pies; y recostaos debajo de un árbol,
Génesis 19:2,
2 y dijo: Ahora, mis señores, os ruego que vengáis a casa de vuestro siervo y os hospedéis, y lavaréis vuestros pies; y por la mañana os levantaréis, y seguiréis vuestro camino. Y ellos respondieron: No, que en la calle nos quedaremos esta noche.
Eleazar, el siervo de Abraham, es recibido por Labán, quien le provee agua para lavar sus pies después de una gran larga jornada,
Génesis 24:32,
32 Entonces el hombre vino a casa, y Labán desató los camellos; y les dio paja y forraje, y agua para lavar los pies de él, y los pies de los hombres que con él venían.
Este tipo de costumbre social también se menciona en el libro de Jueces,
Jueces 19:21,21
Y los trajo a su casa, y dio de comer a sus asnos; y se lavaron los pies, y comieron y bebieron.
1 Samuel 25:41,
41 Y ella se levantó e inclinó su rostro a tierra, diciendo: He aquí tu sierva, que será una sierva para lavar los pies de los siervos de mi señor.
Salmo 60:8,
8 Moab, vasija para lavarme; Sobre Edom echaré mi calzado; Me regocijaré sobre Filistea.
Esta ilustración tiene que ver con los enemigos de Dios.
Aquí Moab representa la vasija, un recipiente para lavar pies, un humilde utensilio de casa, un vaso que contenía solamente el agua sucia y Edom es comparado al esclavo a quien su Señor le arroja sus sandalias, antes de lavarse los pies.
Pero el pasaje más interesante de esta costumbre se encuentra en el Evangelio de Juan. Allí encontramos la demostración de amor, la forma de una ley espiritual que es la fundación principal de la cristiandad.
El siervo humilde viene para revelarle a Israel la forma de servicio y trae con él ese ágape, el nuevo amor que fue instituido por Nuestro Señor Jesús. Aquí se encuentra toda nuestra perfección, con el amor de Dios, no con el amor filial, amor terrenal y natural, pero con un ágape, un amor divino. El amor de Dios dado a su nueva creación en Cristo Jesús.
Juan 13:1-17,
1 Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.
2 Y cuando cenaban, como el diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, que le entregase,
3 sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba,
4 se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó.
5 Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido.
6 Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies?
7 Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después.
8 Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo.
9 Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza.
10Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos.
11 Porque sabía quién le iba a entregar; por eso dijo: No estáis limpios todos.
12 Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho?
13 Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy.
14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros.
15 Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.
16 De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió.
17 Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis.
El lavamiento de los pies a los discípulos por medio de nuestro Señor Jesús, demuestra la persona, muerte, resurrección de Nuestro Señor Jesús. Juan capitulo 13 cubre todas las verdades espirituales, que vemos desenvolverse desde el capítulo 1 hasta el capitulo 12. Aquí vemos claramente, lo que la Biblia llama: El siervo de Jehová.
Aquí el siervo ha llegado, y demuestra a sus seguidores que es ser un siervo de Dios en el verdadero sentido de la palabra y propósito. Israel, es llamado también el pueblo servidor. Sin duda alguna, el hombre le sirve a la religión, en vez de servir a nuestro Señor Jesucristo y a su pueblo.
De todos los llamados en la Biblia este, esta señal, proclama este mensaje a los llamados de Israel – la ecclesia- que nosotros también somos esclavos por amor, y la única clave a un amor justo hacia Dios es la renuncia propia.
Romanos 1:1 – Siervo = griego – esclavo por amor.
1 Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios,
Dios nos enseña que nuestro propósito es hacer su voluntad.
¿Y qué es avivamiento? Avivamiento es definido con una oración muy simple: Una nueva obediencia a la voluntad de Dios.
¡Mire a su alrededor! ¿Tenemos un avivamiento en nuestros medios? … ¿en Las Américas? ¡Ciertamente NO!
La gente no está respondiendo en obediencia a la voluntad de Dios. Y cuando venga el avivamiento habrá un cambio.
En el Capítulo trece del evangelio de San Juan, Jesús nos ilustra la ley del servicio a través de su ejemplo, un ejemplo muy profundo de humillación. Fue un ejemplo dado para ilustrar el principio divino que se encuentra en la Palabra de Dios; tomando el lugar más bajo, el lugar del esclavo. Jesús eleva el servicio ante los ojos de sus discípulos, en vez de cosas; ¡cómo nos ocupamos con tantas cosas! Dios nos ha llamado a obediencia para amarle y servirle.
Juan 13:1-3,
1 Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin. 2 Y durante la cena, como ya el diablo había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, el que lo entregara, 3 Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todas las cosas en sus manos, y que de Dios había salido y a Dios volvía,
En nuestro texto, Juan nos explica tres razones de la demanda de Jesús por el derecho de servir a su pueblo, como siervo o esclavo:
Nos amó con amor eterno. Juan 13:1,
1 Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.
“Su amor no tiene límite, su gracia no tiene medida, su poder no tiene fronteras conocidas al hombre”.
Jesús reconoce su deidad. Juan 13:3, Aquí está el círculo divino de verdad.
3 sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba,
Jesús es el absoluto soberano del universo. Juan 13:3, “y que de Dios había salido y a Dios volvía,”
Aquí encontramos una gran verdad y algo maravilloso en tres partes:
Primer Acto
El amor maravilloso ágape. El amor de Cristo por lo suyo, esto es antes de la fiesta cuando los pensamientos de Jesús pudieron haber estado en otras cosas, ocupados en el pasado; tenía a los suyos en mente. El amor de Nuestro Señor, aún antes de su partida, cuando bien hubiera estado contemplando su muerte, porque el sabía que la hora había llegado. Todos los hombres sabemos que habremos de morir tarde o temprano y esto tira una sombra a todo el rumbo de nuestra vida. Pero el tiempo exacto de nuestra muerte está escondido de nosotros. No así con el Cordero de Dios, Jesús sabía que él tenía que ser sacrificado en el tiempo correcto en la cronología de Dios y eso sería en la Pascua. Él lo sabía todo. Aún así frente a su muerte, él demuestra el amor para su pueblo. Jesús tenía una vista gloriosa de la naturaleza de la muerte. Él sabía que de la muerte saldría la vida, vida eterna.
1 Samuel 25:45,
44 Porque Saúl había dado a su hija Mical mujer de David a Palti hijo de Lais, que era de Galim.
Mateo 18:28,
28 Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes.
Jesús, lavándoles los pies a hombres frágiles y erróneos, aún le lavó los pies a Judas el traidor.
1 Juan 1:7,
7 pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.
Debemos practicar la caridad/amor que cubre multitud de pecados entre nuestros hermanos. Note que un recién nacido no tiene amor, pensamiento o poder de expresión, solamente llora, pero existe algo en la madre que ama a ese niño con intensidad como a la vida misma.
Jesús dijo: Un ejemplo os he dejado.
Ezequiel capitulo 16, nos enseña la historia del pueblo de Dios, un pueblo ignorante, adúltero, que sé prostituyó. La historia del Mesías fue una de redención, de rescate para Israel, para redimirnos, limpiarlos, salvarlos, traernos de nuevo a Dios.
Apocalipsis 1:5-6,
5 y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,
6 y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.
Juan 13:4,
4 se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó.
El Capítulo trece de Juan nos presenta la Encarnación de Jesús.
Jesús, se levanta de la cena, no cuando hubo terminado. El contraste aquí se basa en el conocimiento de Jesús y la ignorancia de Pedro, que no ha percibido que este acto de humillación del Mesías, en la muerte en el madero, y es la causa verdadera de salvación para Israel.
Marcos 8:27-33,
27 Salieron Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo?
28 Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas.
29 Entonces él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy? Respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo.
30 Pero él les mandó que no dijesen esto de él a ninguno.
31 Y comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días.
32 Esto les decía claramente. Entonces Pedro le tomó aparte y comenzó a reconvenirle.
33 Pero él, volviéndose y mirando a los discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: ¡Quítate de delante de mí, Satanás! porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.
Pedro, todavía no había comprendido la profundidad del amor divino, porque él no entendía que Jesús era el profetizado Siervo de Jehová. Pedro era un hombre creyente, todavía no educado en las escrituras, pero ahora está siendo instruido por el Maestro y Señor, en el misterio del lavamiento de los pies, servicio, entrega y amor.
Juan 13:4-7,
4 se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó.
5 Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido.
6 Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies?
7 Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después.
No es simplemente un acto de humillación, pero es mucho más profundo de lo que podemos percibir. En el corazón de esta historia, ¿qué es lo que verdaderamente nos quiere decir Jesús?
La pregunta de Pedro en el versículo 6: Señor, ¿tú me lavas los pies?
Esta palabra y pregunta de Pedro desparrama toda la esperanza y humillación de nuestro Señor, todo el trabajo de obediencia hacia su Padre es negado por Pedro, en este pequeño versículo. El Siervo de Jehová, nuestro Señor Jesús, Pedro le ha negado a Jesús, el derecho de servir a su pueblo Israel; la pregunta necia e ignorante de Pedro reafirma totalmente su falta de comprensión en este acto. Y cuantas veces nosotros hemos hecho lo mismo.
En el siguiente versículo ocho, vemos que estas palabras de Pedro pudieron haber tenido un gran precio, si Jesús le permite su estado de oposición, cuando Pedro dijo: “Tú nunca me lavarás los pies.”
8 Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo.
Esta ilustración en este libro de Juan, capítulo trece, une al hijo con el Padre.
Juan 13:13-14,
13 Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy. 14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros.
Él es Señor y maestro, no maestro y Señor.
¿Cuántas veces miramos hacia Jesús como algo que él no es? El es el Señor de la Gloria. El gran Yo Soy, el Principio y el Fin. Es el Dios Todopoderoso, encarnado en carne humana.
Profundidades, sobre profundidades, misterios sobre misterios y son simbólicos para nuestra instrucción. Solamente el tiempo podrá contar toda la historia, así como el Espíritu Santo ilumina los corazones de todos aquellos que desean aprender. Y a medida que ellos meditaban sobre estas cosas, el corazón clamaba dentro de ellos, recordando el Espíritu Santo, las cosas que Jesús les había enseñado.
Números 10:35,
35 Cuando el arca se movía, Moisés decía: Levántate, oh Jehová, y sean dispersados tus enemigos, y huyan de tu presencia los que te aborrecen.
¿Quién hizo esto?
2 Crónicas 36:14-16,
14 También todos los principales sacerdotes, y el pueblo, aumentaron la iniquidad, siguiendo todas las abominaciones de las naciones, y contaminando la casa de Jehová, la cual él había santificado en Jerusalén.
15 Y Jehová el Dios de sus padres envió constantemente palabra a ellos por medio de sus mensajeros, porque él tenía misericordia de su pueblo y de su habitación.
16 Mas ellos hacían escarnio de los mensajeros de Dios, y menospreciaban sus palabras, burlándose de sus profetas, hasta que subió la ira de Jehová contra su pueblo, y no hubo ya remedio.
Remedio – Sanidad — Está fue la razón del porqué de los milagros de Jesús, búsquelos en las escrituras y comprenderá que tiene que ver con su pueblo Israel y el mensaje de Dios para Israel.
Segundo Acto
El segundo acto, si lo puede ver, se encuentra en Juan 13:4 – “se quitó su manto.”
Dios poniendo a un lado todas las prerrogativas de su dignidad y divinidad, vaciándose en sí mismo, removiendo la insignia de su poder y majestuosidad y presencia. Dios no podía manifestarse en su brillantez, que es descrita en la Biblia como Fuego Consumidor, esa luz inaccesible, quien habita en santidad absoluta.
Juan 13:4,
4 se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó.
3. La tercera frase es la siguiente: “Jesús – tomando una toalla…”
Dios vino a ser hombre, pensemos en esto, él tomó algo que nunca había tenido, carne, sangre, huesos y cerebro. ¡Que experiencia más extraña para el Dios de Israel! Fue algo nuevo para Él.
Filipenses 2:7,
7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;
Completando la historia de servicio que se encuentra en el libro de Isaías. Tomó una toalla, la toalla de naturaleza humana y ahora el misterio comienza a ser revelado enfrente de nuestros ojos. ¿Por qué la toalla? Siempre la toalla está asociada con bebes, lavamiento, pureza; este Siervo de siervos, ahora viene para este propósito…
Tito 3:6,
6 el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador,
La Cuarta frase es esta: Juan 3:4 – “se la ciñó.”
4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?
Era una forma de ropa que se usaba mientras la persona trabajaba, pero esta toalla de lino nos enseña las buenas obras de un hombre y quien tuvo mejores acciones que Jesús, el hijo del hombre. Jesús se preparó a si mismo por treinta años, para ser victorioso en todo lo que podemos imaginarnos, tentaciones, satanás, diablo, pecado, muerte…etc. Jesús se ciñó con fuerza y fue victorioso sobre todas las cosas, para esta tarea tan grande que era la Redención de Israel y la salvación de un mundo en pecado. Cada hijo de Dios tiene que ceñirse con lino para la tarea que se le ha asignado.
La quinta frase ocurre en el versículo 5, con una introducción que es muy importante y de gran significado:
Juan 13:5,
5 Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido.
Luego hecho agua en una vasija. Luego = ¿Después de qué? Después de pararse con éxito ante el mundo, la carne y el diablo, él echó agua con el propósito de lavar para siempre el pecado, fue el derramamiento de su propia vida y alma, aún hasta la muerte.
Salmos 22:14,
14 He sido derramado como aguas, Y todos mis huesos se descoyuntaron; Mi corazón fue como cera, Derritiéndose en medio de mis entrañas.
Un cuadro profético de Jesús en el madero.
El derramó su vida hasta la muerte.
Isaías 53:12,
12 Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.
¿Qué clase de hombre es éste? Te digo mi amigo, el pacto eterno dado a Abraham, es como la vasija de la pascua, es el recipiente donde mora la sangre del hijo de Dios.
Éxodo 12:22,
22 Y tomad un manojo de hisopo, y mojadlo en la sangre que estará en un lebrillo, y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estará en el lebrillo; y ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la mañana.
Apocalipsis 1:5,
5 y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,
Dios no puede ser propiciado por las obras de hombres, o por un rito religioso, es solamente por su sangre que nos perdona, no desde la altura de su majestad, pero de dentro de su pasión que lo motivó a hacer esto; los pecados del mundo, los pecados de Israel lo hicieron nuestro esclavo, el Siervo de Jehová.
La sexta frase – 5 Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido.
Jesús comienza a lavarles los pies a sus discípulos y a secárselos con una toalla. En esta sexta frase tenemos el doble trabajo del hijo de Dios, no solamente el lavamiento de los pies de los discípulos, pero también el secárselos con la toalla que se había ceñido, lógicamente se requería que descendiera a lo más bajo de la tierra para hacer esto.
Esto significa Cristo en su propia justicia, eso es lo que vemos cuando se ciñó con la toalla de lino, vemos la buenura completa de Jesucristo. Fue tan perfecta y noble esta justicia que el sepulcro no lo pudo contener. La buenura de Jesús manifestó el amor de Dios hasta la perfección. El Señor sabiamente lava los pies de sus discípulos y no lava los pies de extraños. Solamente esos justos fueron los suyos; fueron los suyos los que fueron lavados, esos que son aceptos en el amado.
Las últimas dos oraciones no necesitan una gran explicación, pues son fáciles de entender por una mente espiritual y santificada.
Tercer Acto
Juan 13:12,
12 Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho?
Después que les lavó los pies y los secó y se viste de nuevo… ¿cómo podemos explicar lo que pasó?, o ¿fue cuando salió a luz la nueva creación? Esto nos enseña y recuerda la frase cuando habla con el Padre de resumir su gloria, que tenía con el Padre, antes del principio del mundo.
“Tomó sus vestiduras de nuevo, las vestiduras de gloria, él es ahora el hijo glorificado de Dios.”
La octava y última, el círculo divino está completo.
Se sentó a la mesa – Juan 13:12, “volvió a la mesa,”
Aquí completa la resurrección y la coronación del hijo de Dios.
Jesús está sentado en el trono, él en su mano tiene el cetro y la vara de hierro, el gobierna y reina como Supremo, coronado ante los hombres y ángeles, Jesús es Rey de Reyes y Señor de señores, él es La autoridad de Dios. De donde vendrá a gobernar y establecer su Reino sobre la tierra. Así sea. ¡Ven Señor Jesús!