Su Fundamento

He Aqui, Yo y Los Hijos Que Dios Me Ha Dado: El Cuerpo del Mesías

Juan 14:20,

20 Aquel día vosotros conoceréis que yo soy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros. (Biblia del Jubileo) JBS

“Ser y Estar” son dos cosas muy desiguales. Puedo ser, pero no estoy o puedo estar y no ser.

La biblia del Jubileo es la única versión en español (que yo conozco) que hace honor a la traducción bíblica correcta de este versículo. Las otras versiones en español tradujeron: YO ESTOY, en vez de YO SOY… sería como decir: Yo estoy en mi casa.

¿Pienso, luego existo o existo porque pienso? (Cogito ergo sum) es una de las frases más famosas del filósofo francés René Descartes, la cual aparece reflejada en su obra Discurso del método (1637).

ἐγώ egṓ, eg-o’; un pronombre primario de la primera persona yo (sólo expresado cuando es enfático): yo. 

Cuando dice: no os dejare huérfanos, vendré a vosotros… dice: Yo en el padre y el padre en mí, uno solo somos…  yo soy el padre.

Jesús dijo, “en aquel día”, Isaías profetiza y lo declara diciendo así: “Y se llamara su nombre…” no escribió: “se llama su nombre”, pero hablando del venidero future Rey y Padre.

Isaías 9:6,

Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado,
y la soberanía reposará sobre sus hombros;
y se llamará su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso,
Padre Eterno, Príncipe de Paz.

La persona de Cristo tal como se presenta en el Evangelio de Juan es de hecho de un carácter excepcionalmente elevado: Juan afirma que Jesús es el Logos (Palabra) hecho carne (Juan 1:14). 

Dice que esta Palabra es eterna, que siempre ha estado “con” Dios ( pros ton theon ) y de hecho comparte el ser mismo de Dios (Juan 1:1). 

Genesis 1:27,

27 Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra lo creó.

Juan describe a Jesús como el Dios único ( monogenes theos ) en Juan 1:18. 

Representa a Jesús cuando dice que Él es el camino, la verdad y la vida; que la vida misma y la salvación del hombre dependen de su relación con Él (¡una afirmación nada menos que una blasfemia para un simple ser creado, o simplemente el hijo de José, como muchos afirman!), y esto culmina en la confesión de Tomás acerca de Jesús como su “Señor y Dios”.

Jesús utiliza con frecuencia la frase específica ego eimi de Sí mismo en el Evangelio de Juan, y varias veces lo hace de manera elocuente, sin proporcionar ninguna instrucción inmediatamente identificable. El registro que hace Juan de estos dichos también es significativo, ya que proporciona escenarios bastante obvios para estos dichos, enfatizando su importancia.

La frase específica ego eimi aparece veinticuatro veces en el Evangelio de Juan. Algunos de estos ejemplos serían Juan 6:35, “Yo soy el pan vivo” ( ego eimi ho artos tes zoes ) o Juan 10:11, “Yo soy el buen pastor” (ego eimi ho poimen ho kalos).

En Juan 4:26, Jesús le dice a la mujer junto al pozo: “Yo soy el que te habla” ( ego eimi, ho lalon soi ), lo que recuerda a Isaías 52:6 – Por tanto, mi pueblo conocerá mi nombre; así que en aquel día comprenderán que yo soy el que dice: «Heme aquí». ( ego eimi autos ho lalon ). 

En Juan 6:20 20 Mas él les dijo: Yo soy; no temáis. Parece ser una autoidentificación bastante directa para los atemorizados discípulos en la barca.  Y en Juan 9:9 – Unos decían: Él es; y otros: A él se parece. Él decía: Yo soy. Encontramos al hombre que había sido sanado de su ceguera insistiendo en que él era efectivamente el hombre de quien hablaban. Este último ejemplo es similar a los dichos tal como los pronuncia Jesús, en el sentido de que la frase viene al final de la frase y busca su afirmación en otra parte.

Hechos 10: 37-38,  

Vosotros sabéis lo que se divulgo por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que predico Juan: como Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y como este anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”.

Conocemos muy poco de la vida de Jesús en su temprana edad, mejor dicho, no sabemos nada; ni a cuantos, aparte de los abogados del templo, Jesús les anunció las leyes y enseñanzas de su padre, quien lo engendró. Pero algo está muy claro, él no podía iniciar su ministerio de la revelación del Padre hasta que el Espíritu de Dios o más bien dicho, hasta que Dios, a través de su Espíritu viniese a morar totalmente, plenamente en Jesús aproximadamente a la edad de 30 años.  

Juan 14:10,

“¿No crees que yo soy en el padre, y el padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el padre que esta mora en mí, el hace todas las cosas”.

Lo que hemos leído, presenta un hecho muy importante y a la vez poco entendido, que por el derramamiento de su sangre y por medio de su poder limpiador, muchos han venido a ser “perfectos”, a lo que a mancha de pecado se refiere; pero nunca han venido a ser verdaderamente “ungidos” o llenos del Espíritu Santo.

Este era el caso en Samaria, donde multitudes habían creído en Cristo, después de la predicación de Felipe.

Hechos 8:12, 

“Pero cuando creyeron a Felipe que anunciaba el evangelio del Reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres”. 

Pero, aunque la mitad de la ciudad se había convertido, la palabra nos enseña que, en ninguno de ellos, había hecho morada el Espíritu Santo.

versículos 14-17

“Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan; los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo; porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús. Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo”.

Aun los doce apóstoles, y los setenta, aunque habían amado al Señor y lo habían seguido sinceramente, y también habían recibido su palabra… dice: 

Juan 17:8,  

“Porque las palabras que me diste, les he dado, y ellos las recibieron”.

Y ellos estaban limpios de verdad.

Juan 13:10, 

Y vosotros limpios estáis, aunque no todos”.

Juan 15:3, 

“Ya vosotros estáis limpiados por la palabra que os he hablado”.

Y vemos también que sus nombres estaban escritos en el cielo.

Lucas 10:20, 

“Sino regocijaos de que vuestros nombres están en los cielos”.

Y habían predicado en el nombre de Jesucristo, (habiendo sido llamados por él para hacerlo), sanado a enfermos, sacaron espíritus malignos, también hicieron muchas obras maravillosas, así como algunos de los grandes profetas del Antiguo Testamento hicieron antes de ellos; pero, aun así, ninguno de estos hombres, aunque tenían el Espíritu de Dios abundantemente en ellos, nunca habían experimentado la plenitud del Espíritu. Tenían que entender que Cristo iba a morar en ellos en su plenitud o ser “bautizados” con el Espíritu de Dios y así llegar a ser “Su Morada” o Templo.

Juan 14:17, 

“el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede ver ni recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros y estará en vosotros”. 

Este regalo o don y experiencia única fue a lo que Jesús se refirió como: “PROMESA DEL PADRE”.

Hechos 1:4-5, 

“Y estando juntos les mando que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mi”.

Vemos que por primera vez fue dado al hombre en el día de Pentecostés, así como Jesús les prometió.

Mateo 3:11, 

“Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizara en Espíritu Santo y fuego”.

Juan 7:37-39, 

“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzo la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.

El que cree en mí, como dice la escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.

Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aun glorificado”.

Hechos 1:4-8

Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.

Hechos 2:1-8, 13-18, 36-37;

1Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido?

13 Pero otros se burlaban y decían: Están borrachos.

14 Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. 15 Porque estos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. 16 Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:

17 Y en los postreros días, dice Dios,

Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,

Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;

Vuestros jóvenes verán visiones,

Y vuestros ancianos soñarán sueños;

18 Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días

Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.

36 Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.

37 Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? 38 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

Todos estos hombres ciertamente tenían un conocimiento maravilloso acerca del poder del Espíritu Santo, porque, así como Jesús les había dicho en Juan 14:17, que el Espíritu había estado abundantemente con ellos; pero después de Pentecostés, no era solamente para morar con ellos, pero también en ellos. Algo muy diferente, aunque sin ningún cambio físico en ellos que se pudiera ser.

Juan 7:39,

“pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aun glorificado”.

Jesucristo, aunque perfecto, vino a ser manifestado como el TEMPLO DE DIOS, cuando el Espíritu descendió sobre él; haciendo esto, vino a ser el ejemplo de todos los que vendrían después de él, para ser perfeccionados en él, limpiados por su sangre y justificados ante Dios.

Lucas 11:9-13,

“Pedid y se os dará, buscad y hallareis”.

Hechos 1:4,14,  

“Seréis bautizados con el Espíritu Santo…”.

Hechos 5:32,  

“el cual ha dado Dios a los que obedecen”.

Lucas 24:49,  

“He aquí yo enviare la promesa de mi Padre sobre vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto”.

El Mesías-Cristo 

Muy poca enseñanza Bíblica se ha presentado a las iglesias cristianas con relación a estas verdades espirituales, a las cuales muchos se preguntarán si son ciertas; si es posible, que otros aparte de Jesús de Nazaret puedan ser ungidos o han sido ungidos de Dios a través de su Espíritu; pero esta es claramente la enseñanza de los apóstoles y especialmente Pablo, quien no solamente habla del incidente en el Jordán, donde Dios, ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo.

Hechos 10:34-38, 

“Como Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y como este anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”.

1 Samuel 2:10,

10 Delante de Jehová serán quebrantados sus adversarios,

Y sobre ellos tronará desde los cielos;

Jehová juzgará los confines de la tierra,

Dará poder a su Rey,

Y exaltará el poderío de su Ungido.

Lucas 2:25-32,

25 Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. 26 Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor. 27 Y movido por el Espíritu, vino al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al rito de la ley, 28 él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo:

29 Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra;

30 Porque han visto mis ojos tu salvación,

31 La cual has preparado en presencia de todos los pueblos;

32 Luz para revelación a los gentiles,

Y gloria de tu pueblo Israel.

Isaías 61:1,

61 El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel;

Un pasaje maravilloso en el libro de Lucas, donde en el día de reposo entra Jesús en la sinagoga proclamando la legitimidad de su ministerio. Se levantó a leer… note, que se le dio el libro del profeta Isaías (una gran coincidencia), habiendo abierto el libro, hallo el pasaje. Cumpliendo a cabalidad la profecía del profeta Isaías. “HOY se ha cumplido esta escritura delante de vosotros.”

Lucas 4:16-21,

16 Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer.

 17 Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:

18 El Espíritu del Señor está sobre mí,

Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;

Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;

A pregonar libertad a los cautivos,

Y vista a los ciegos;

A poner en libertad a los oprimidos;

19 A predicar el año agradable del Señor.

20 Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. 21 Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.

Hechos 4:27,

27 Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel,

2 Corintios 1:21-22, 

“y el que nos ungió es Dios, el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras (anticipo, pago por adelantado, cuota inicial) del Espíritu en nuestros corazones”.

Esto no significa que algún hombre está en similar nivel con Jesús. Al contrario, solamente de él se ha dicho: Que en él mora toda la plenitud de la Deidad. 

Y también debe estar muy claro, que Él como cabeza de la Iglesia que es su cuerpo, ha sido ungido “MÁS” que a sus compañeros.

Salmo 45:6-7,

Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre;

Cetro de justicia es el cetro de tu reino.

Has amado la justicia y aborrecido la maldad;

Por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo,

Con óleo de alegría más que a tus compañeros.

Hebreos 1:8-9,

Mas del Hijo dice:

Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo;

Cetro de equidad es el cetro de tu reino.

Has amado la justicia, y aborrecido la maldad,

Por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo,

Con óleo de alegría más que a tus compañeros.

Sin embargo, las escrituras nos enseñan que otros aparte de Jesús, vendrán a ser parte de un cuerpo privilegiado de ungidos, llamado: El Cuerpo de Ungidos. Llamado también como: El Cuerpo de Cristo, el cual el apóstol Pablo nos enseña que está formado de muchos miembros.

1 Corintios 12:12,

“Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también (El) Cristo.

Romanos 12:4-5,

“Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros”.

1 Corintios 10:17,

“Siendo un solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan”.

1 Corintios 12:27,

“Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular”.

Colosenses 1:18,

“y el es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, el que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia”.

El apóstol Pablo les dice a los electos en Corinto:

1 Corintios 12:13,

“Por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo”.

De esta manera está muy claro que no es solamente por la sangre de Cristo, ni tampoco por el bautismo de agua, pero por el subsiguiente llamado y elección a través del Bautismo del Espíritu; para que esos que son llamados, puedan venir a ser co-miembros de su cuerpo ungido.

Y estas personas pueden ser rechazadas si no siguen al Señor Jesús fielmente hasta el fin del camino.

1 Corintios 12:12,  

“Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también (El) Cristo.

La expresión: EL CRISTO, (que es la traducción correcta de la lengua original), aquí, no se refiere solamente a Jesús, siendo (la cabeza), pero a todo el resto de su cuerpo, formado de muchos miembros ungidos, incluyendo la cabeza.

2 Corintios 1:21-22,  

“Y el que nos ungió es Dios, el cual, nos ha sellado y nos ha dado las arras (prima) del Espíritu”.

Es de esta manera que Dios elige, escoge o sella a esos que luchando se mantendrán fieles y vivirán una vida, verdaderamente vencedora hasta el fin, y llegar a estar en él, aprobados en aquel día, cuando él venga a recoger la primera elección de la cosecha de su Padre o plan; compartiendo con ellos este honor de ser de Cristo en su venida; viviendo y reinando con él por mil años; con el propósito de perfeccionar a Israel durante esta era.

Esos que fueran hallados fieles, merecedores de ese honor de reinar y participar de la PRIMERA RESURRECCIÓN, tendrán un mayor privilegio que esos del resto de los miembros del reino, habiendo sido llamados para HEREDAR el Reino viniendo a ser “HIJOS DE DIOS, hijos de la (PRIMERA LA RESURRECCION)”.

Lucas 20:35-36,  

“mas los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento. Porque no pueden ya mas morir, pues son iguales a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la Resurrección”.

Romanos 8:17, 

“Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo”.

Esos que en “AQUEL DÍA”, a la venida del Señor, sean encontrados merecedores y elegidos, y estos yo creo, estarán en una compañía muy limitada, por la grandeza de su fe y servicio.

Filipenses 3:20-21, 9-14;

20 Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; 21 el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.

y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; 10 a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, 11 si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos. 12 No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. 13 Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, 14 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

2 Timoteo 4:7-8,  

“Me esta guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, Juez justo, en aquel día”.

Esos llamados, escogidos sin duda alguna, serán honrados y dignos de alcanzar esta herencia.

Ellos serán indiscutiblemente manifestados y revelados como: EL TEMPLO DEL DIOS VIVIENTE.

2 Corintios 6:16-18,  

“Porque vosotros sois el Templo del Dios viviente, como Dios dijo:

Habitare y andaré entre ellos, y seré su Dios, Y ellos serán mi pueblo. Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.”

El apóstol Pablo, esperando y deseando la edad del Reino y sabiendo por revelación, que seriamos probados, entrenados, continúa y dice: 

1 Corintios 6:15-19,  

“O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, ¿y que no sois vuestros?

Como hemos visto, este ungimiento en las dos formas, primero en nuestro Señor Jesús, luego en nosotros, es solamente la parte inicial de nuestra “PLENA” herencia en Cristo.

Efesios 4:30,  

“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”.

Efesios 1:13-14, 

“En El también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación y habiendo creído en el, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria”.

Hechos 19: 1-6,

1Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones superiores, vino a Éfeso, y hallando a ciertos discípulos, les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo. Entonces dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan. Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo. Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban.

Esta posesión adquirida, como hemos visto, consiste de nuestros cuerpos, quienes son para el Señor (por medio de la resurrección).

1 Corintios 6:13,  

Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo”.

Este hecho está muy claro en otros pasajes bíblicos como en Romanos: 

Romanos 8:23,  

gemimos dentro de nosotros mismos esperando la adopción, la redención (Resurrección) de nuestro cuerpo”.

Romanos 13:11,  

Porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos”.

Ahora podemos ver más claramente que, así como Jesús fue hecho en todo EL HIJO DEL HOMBRE, o El hijo de Adán, al igual que todos nosotros, Jesús siendo ungido por Dios en su ministerio inicial en la tierra, y en esa condición en su forma humana, esperando hasta el tiempo señalado de su muerte y gloriosa resurrección; así también nosotros esperamos en nuestra forma humana, hasta que se lleve a cabo nuestra resurrección. Finalmente, para ser completos y perfectos-en Él, recibiendo la plena, perfecta perfección sin relación al pecado por la cual el murió y resucitó.

En ese día (el día de la resurrección) de los vencedores, llamado también LA PRIMERA RESURRECCION.

Apocalipsis 20:6,  

“Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre estos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo y reinarán con el mil años”.

Estos santos vencedores aparecerán en inmortalidad gloriosa (en cuerpos espirituales) que son eternos e incorruptibles.

1 Corintios 15:35-36, 40- 44, 49-53;

35 Pero alguno dirá: ¿Cómo resucitan los muertos? ¿Y con qué clase de cuerpo vienen? 36 ¡Necio! Lo que tú siembras no llega a tener vida si antes no muere;

40 Y hay cuerpos celestiales, y cuerpos terrenales; pero una es la gloria de los celestiales, y otra la de los terrenales.41 Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en gloria.

42 Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. 43 Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. 44 Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual.

49 Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial. 50 Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.51 He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, 52 en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. 53 Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.

De esta manera Dios, habiendo perfeccionado y completado “SU TEMPLO MILENIAL”, será manifestado por primera vez sin mancha y sin arruga.

Efesios 5:27, 

a fin de presentársela a si mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha”.

Y así todos los vencedores en ella, ganaran el premio del supremo llamamiento en Cristo Jesús, para lo cual todos deberíamos de esforzarnos y por lo cual pacientemente esperamos.

En esta era, solo podemos poseer la seguridad de esta herencia final en Cristo, siendo como las piedras preciosas en el Templo de Salomón, todas listas y preparadas separadamente, esperando el día glorioso cuando seremos reunidos simultáneamente, en cuerpos nuevos, resucitados.

1 Crónicas 22:5,  

…la casa que se ha de edificar a Jehová ha de ser magnifica por excelencia, para renombre y honra en todas las tierras…”.

Esta Casa o Templo, será construido y vendrá a ser la “Habitación de Dios en la tierra”.

Hemos visto que los santos de los pasados milenios han sido y forman parte de estas piedras preparadas para esta verdadera IGLESIA O CUERPO.

Este es el día de la resurrección de los vencedores que vivieron en el pasado y que murieron sin haber recibido la promesa. No pudieron recibirlo aparte de nosotros, es decir, generaciones de vencedores que aún estaban por nacer.

Hebreos 11:35-40,

35 Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección; mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección. 36 Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles.37 Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; 38 de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra.

39 Y todos estos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; 40 proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros. 

Era un doble motivo de Dios. En primer lugar, las promesas del Reino en el Antiguo Testamento casi siempre se expresaban en términos de una pequeña franja de tierra en el Medio Oriente. Dios tenía algo mejor en mente: el mundo entero y toda su creación.

En segundo lugar, Dios estaba pensando no sólo en cada vencedor individual, sino también en un cuerpo colectivo. Dios trabaja con cada uno de nosotros como templos individuales de Dios (1 Corintios 3:16). 

Pero Dios también está obrando en un templo compuesto y edificado sobre el fundamento de los profetas y apóstoles (Efesios 2:20-22). Como individuos, cada uno de nosotros somos “piedras vivas” de ese templo colectivo. En los últimos 6.000 años Dios ha estado entrenando un nuevo sacerdocio para el venidero Reino Davídico.

Desde Moisés hasta Cristo, se le dio a Israel autoridad del Reino para traer justicia a la Tierra. No lo hicieron porque la unción que tenían (Pascua) no era suficiente durante la Era de la Pascua, para traer perfección y justicia a toda la tierra, era solo la primera unción de justificación.

Ellos, los santos de la antigüedad, no pueden adelantarse a nosotros, ni nosotros a ellos. Somos un solo cuerpo, un solo Espíritu, una sola esperanza, un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos.

Luego, en el día de Pentecostés (Hechos 2), (segunda unción) Dios derramó una mayor unción del Espíritu Santo sobre los seguidores de Jesucristo. Durante los últimos 2.000 años la Iglesia bajo la unción de Pentecostés (segunda unción) poseyó la autoridad del Reino para traer justicia a la tierra. Como hemos visto este Reino Pentecostal siguió el modelo del reinado del rey Saúl. La Iglesia bajo Pentecostés fracasó, así como fracasó Israel, en los tiempos asignados.

Dios dará la unción más grande de todas, la de la fiesta de los Tabernáculos, (tercera unción) para completar la obra de la restauración de todas las cosas. 

El propósito de este día es unir a los vencedores que han muerto con los que estarán vivos en los últimos días. Deben ser un solo cuerpo en la tierra para que este templo esté completamente terminado. Sólo cuando esté terminado podrá ser habitado por la plenitud del Espíritu de Cristo.

Por eso los vencedores del pasado no pudieron recibir esta mejor promesa. Eran sólo la mitad de un templo. 

1 Tesalonicenses 4:15,

15 Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron.

En otras palabras, nosotros que estamos o quienes estén vivos al comienzo de la Era de los Tabernáculos no podemos preceder a los vencedores que murieron en años pasados. Debemos entrar juntos al mismo tiempo como un cuerpo y un templo.

Daniel 7:18, 27;

18 Después recibirán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre.

27 y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán.

 El cual estará a la estatura y plenitud de Jesucristo su cabeza, como él es ahora, tiene que ser cumplido y hecho manifiesto en su venida, por medio de la PRIMERA RESURRECCIÓN.

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