Oración de Moisés, varón de DIOS.
El Salmo 90 concluye con estos versículos finales:
16 Aparezca en tus siervos tu obra,
Y tu gloria sobre sus hijos.
17 Sea la luz de Jehová nuestro Dios sobre nosotros,
Y la obra de nuestras manos confirma sobre nosotros;
Sí, la obra de nuestras manos confirma.
Al llegar al final de esta oración, Moisés dirige su mirada hacia el futuro, hacia las promesas del Señor. El Señor hizo muchas promesas a su pueblo y específicamente a Moisés. Moisés profetizó que la próxima generación heredaría la tierra de Israel. Aunque Moisés murió antes de la posesión de la tierra, confió por fe en la bondad y en las promesas de Dios.
Nosotros también debemos confiar en las promesas del Señor. Él no permitirá que nuestra imperfección, inmadurez y pecaminosidad quede impune, Dios ha prometido perdonar nuestros pecados por medio de Jesucristo. A través de Jesucristo, recibimos paz por medio del Espíritu Santo para caminar por este mundo lleno de sufrimiento. En nuestro Salvador vemos la obra de salvación que se nos muestra y el poder del Señor. Un poder suficiente grande como para cambiar nuestras vidas para siempre y esto es algo que no podemos hacerlo nosotros mismos.
El Salmo 90 termina esta oración de Moisés orando dos veces para que el Señor haga permanente la obra de nuestras manos. Nuestras vidas pueden ser breves, pero con el Señor nuestro trabajo puede tener un impacto eterno.
Hay una especie de obsesión entre muchas personas con la idea de dejar un legado. Muchos millonarios y poderosas mandan a construir estatuas o edificios gigantescos para sí mismos, tratando de dejar algún recuerdo con su nombre. Pero los edificios se derrumban, cambian de dueño, y la mayoría de las personas en este mundo acaban siendo olvidadas. Incluso las tumbas de muchas personas famosas en su tiempo están hoy olvidadas.
Si queremos tener unas vidas que impacten, que el trabajo de nuestras manos dure, debemos hacerlo a través del poder y la bendición del Señor. La obra que hacemos por Su reino tiene consecuencias eternas. Los tesoros que guardamos en el cielo estarán con nosotros para siempre mientras las cosas de este mundo se desvanecen. El final del Salmo 90 siempre me recuerda que debo mantener mi atención en el Señor, que, a través de nuestro Creador eterno, nuestras vidas tienen un significado eterno.
Que el Señor nos enseñe a cada uno de nosotros a contar correctamente nuestros días para que todos seamos sabios. Que cada uno de nosotros regresemos al Señor a través de Jesucristo y experimentemos Su descanso, Su paz, todos los días. Que el trabajo que hagamos sea para el Señor y no sólo para nosotros mismos. Sí, que el Señor confirme la obra de nuestras manos.
Es una oración por los que iban a continuar, por la generación venidera para que Dios perpetuara sus favores; que, aunque la generación actual debe morir, sin embargo, que Dios, que es inmutable y eterno, se encontraría con la próxima generación, y con todas las generaciones venideras, con las mismas misericordias y bendiciones, disfrutadas por aquellos que los precedieron, prolongándolas para todos los tiempos futuros.
El salmo, por tanto, tiene una aplicabilidad universal. Sus sentimientos y sus peticiones son tan apropiados ahora como lo fueron en tiempos de Moisés. Las generaciones de personas pasan ahora con tanta seguridad y rapidez como en aquel tiempo; pero es tan cierto hoy en día como lo fue entonces, que Dios es inmutable y que él es la “morada”, el hogar de su pueblo.
Enséñanos a contar bien nuestros días
Salmos 90:12,
12 Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón adquiera sabiduría.
Existe una gran sabiduría en este pasaje. Cuando somos jóvenes, inexpertos, sin preocupaciones en el mundo, nunca nos detenemos a considerar lo frágil y vulnerables que somos; cosas que son más importantes y profundas como lo es nuestra mortalidad, no llegan al pensamiento. Nunca es algo que pensemos ni es tomado en serio. Es primordial que todos los creyentes puedan contar sus días correctamente, para honrar al Señor con sus vidas.
A finales de octubre, cuando las hojas alcanzan su máximo colorido, caminaba por los senderos de un Parque aquí en California. Desde lejos admiraba la vista otoñal: el exposición del bosque de Dios en tonos rojos, anaranjados, amarillos y marrones.
Gradualmente hasta noviembre, las hojas caen, descienden de sus lugares y comienzan a crujir bajo los pies de los hombres. Pronto las ramas quedarán desnudas. El otoño está lleno de cambios visuales y, más que cualquier otra estación, me recuerda que la vida es corta.
“Enséñanos a contar nuestros días…”
“Enséñanos a contar nuestros días” es una oración para aumentar la conciencia sobre la brevedad de la vida. No es un recuento matemático de cuántos días nos quedan de vida, sino más bien una petición de ayuda para utilizar nuestro tiempo sabiamente.
“…, para que nuestro corazón adquiera sabiduría”
Comprender la corta naturaleza de la vida es importante porque muchas de las decisiones que tomamos ahora tienen consecuencias duraderas. Dios proporciona sabiduría para ayudarnos a vivir cada día con la eternidad en mente.
Cuando Moisés consideró la naturaleza frágil de la humanidad y el justo juicio de Dios, le pidió a Dios sabiduría para comprender la brevedad de la vida.
Para contar nuestros días; considerar la brevedad y las miserias de esta vida, y la certeza y rapidez de la muerte, y las causas y consecuencias de la misma.
De todas las reglas aritméticas ésta es la más difícil: contar nuestros días. Los hombres pueden contar sus rebaños y manadas de bueyes y ovejas, pueden estimar los ingresos de sus posesiones y granjas, pueden con un poco de esfuerzo contar su cuenta bancaria, sus ahorros; sin embargo, están convencidos de que sus días son infinitos e innumerables y, por lo tanto, nunca empiezan a enumerarlos.
¿Qué tipo de sabiduría obtenemos al contar nuestros días? Para aprender más, estudié este pasaje de nuestro versículo (Salmo 90:12) en el contexto de todo su salmo (Salmo 90).
Esta oración, este salmo escrito de Moisés, nos anima a buscar sabiduría.
2 Pedro 3:8,
8 Pero, amados, no dejen que se les escape este hecho: que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.
Esta fue una referencia al Salmo 90:4,
4 Porque mil años son ante tus ojos como ayer cuando pasa, o como vigilia en la noche.
El Salmo 90 comienza alabando la naturaleza eterna de Dios y comparándola con nuestras propias limitaciones mortales. En el versículo 4, Moisés dice: “Mil años son ante tus ojos como un día que acaba de pasar, o como una vigilia en la noche”. Los tiempos y los caminos de Dios superan los nuestros.
Concentrarse demasiado en nuestras luchas actuales y objetivos temporales puede generar fácilmente preocupación, frustración y decepción. Aunque parece más natural que prestemos toda nuestra atención a la situación mundial actual, consideremos la perspectiva de Dios.
Dios se enfoca en desarrollar nuestro carácter y lograr sus propósitos eternos. A diferencia de nosotros, él no está restringido por el tiempo o los recursos mientras trabaja por nuestro bien. Si buscamos sus dignos objetivos en nuestras circunstancias, entonces seremos más capaces de perseverar con valentía y paz.
Nuestras vidas terrenales están llenas de limitaciones, pero el poder de Dios es ilimitado, su línea de tiempo es infinita y sus propósitos son eternos.
En los siguientes versículos del Salmo, Moisés continúa expresando cómo nada está oculto a Dios. Él sabe todo sobre nosotros. Lo bueno y lo malo. Lo que mostramos y lo que intentamos ocultar. “Has puesto nuestras iniquidades delante de ti, nuestros pecados secretos a la luz de tu presencia”. (versículo 8)
Aunque el pecado no es algo que nos guste examinar dentro de nosotros mismos, ahí está. El pecado es parte de todos nosotros. Y Moisés nos dice cuánto lo desprecia Dios al decir: ¿Quién conoce la fortaleza de tu ira? Que tu ira no es menor que nuestro temor. (versículo 11)
No hay secretos escondidos de Dios. Odia el pecado, pero no nos odia a nosotros. El mensaje repetido de la Biblia es la enormidad de su amor por nosotros. A través de su misericordia y gracia, nuestras vidas pueden mejorar.
Dios no quiere que el pecado manche nuestros días. A través de la fe y el poder del Espíritu Santo, Dios desea transformar nuestro carácter a la semejanza de su hijo Jesús.
Moisés concluye orando por un trabajo fructífero a los ojos del Señor. Escribe así: “Que el favor del Señor nuestro Dios repose sobre nosotros; confirma la obra de nuestras manos; sí, confirma la obra de nuestras manos”. (versículo 17)
Contar nuestros días nos anima a pensar más en nuestras metas y a utilizar nuestro tiempo de manera efectiva para lograrlas. Dios nos creó con un propósito y nos da el deseo necesario para cumplir ese propósito. Ciertamente, nuestra esperanza es ver buenos resultados de nuestros esfuerzos mientras estemos todavía con vida. Pero nuevamente, debemos tener presente la perspectiva de Dios. Debido a que fuimos creados con aspiraciones eternas, nuestros corazones sólo estarán completamente satisfechos cuando lleguemos a nuestro destino celestial.
Si planificamos nuestros días con el objetivo de amar a Dios, entonces él nos enseñará cómo servirle bien. Aprendemos a confiar en su tiempo y en su proceso para obtener resultados. Con la ayuda de Dios, se forma en nosotros un ritmo pacífico para realizar su obra. Su ritmo de trabajo abarca el descanso, no el estrés.
Avanzar con corazones de sabiduría
Salmo 90:12,
12 Enséñanos a contar nuestros días, para que adquiramos un corazón de sabiduría.
A primera vista, pensé que el versículo parecía un proverbio o una frase motivadora. Pensé que era simplemente un estímulo para aprovechar al máximo cada día. Pero, al estudiar el contexto de todo el salmo, se hizo claro un significado más profundo.
Dios nos enseña a ser más conscientes del presente recordándonos lo que es importante en el futuro.
La Palabra de Dios ofrece sabiduría infinita sobre su naturaleza eterna, el pecado, el perdón y los propósitos que tiene para nosotros. Al comenzar cada nuevo día y tomar las decisiones que se nos exigen, oremos para que busquemos su consejo eterno. ¡Esforcémonos por vivir a la luz de la eternidad!