Muchas cosas en medio del monte han creado desconfianza e inseguridad.
No puedo evitar sentir que se aproxima eventos de enormes proporciones.
Encontrar lo que buscamos en un preciso momento, es como pedir la lluvia en día de verano. Posible. Todo es posible si lo esperamos confiadamente.
Vivamos este presente como el regalo más grande — aparte de la salvación — que nuestro Dios nos ha concedido: comprender perdonar, olvidar, renacer, y comenzar. La paz de Dios es elemental en cada paso de nuestro trayecto.
Sabemos que todo es de Dios — de Él, por Él, y para Él. Esa es la verdad más grande que ha existido sin considerar la historia. Solo viendo la vida veremos grandes parábolas llenas de verdades infinitas.
Solo la verdad, divina verdad, separa la mente y el alma.
Nadie puede predecir eventos. Nadie, por más inteligente, astuto, puede alterar lo que Dios ha predeterminado en Su Libro de La Vida. Confiamos plenamente en Su soberanía.
Este año, el 2020, será año de grandes revelaciones que llenaran la mente y el corazón de Sus escogidos. Este año veremos la transformación de mentes humanas, carnales, a la plenitud de Su mente, corazón, y deseo. Confiamos que nuestro Dios y Salvador, quien no escatimó Su propia vida en pago por nuestro rescate, pronto sé manifestará con poder y gloria.
El año 2020 es el inicio a una perfecta visión.
La miopía que antes afectaba a muchos, ese velo de carne que ha impedido a muchedumbres conocer la reconciliación universal de Dios, por fin será removido.
La naturaleza de la verdad (Jesucristo) es que analiza, expone, y destruye el error.