La idea de que el pecado original de Adán se transmite a toda la humanidad es basada en varios pasajes bíblicos diferentes:
Romanos 5:12,14, 18-19,
12 Así pues, por medio de un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado entró la muerte, y así la muerte pasó a todos porque todos pecaron.
14 No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir.
18 Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida.
19 Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.
El pecado de Adán fue imputado por Dios a toda la humanidad. Cuando Adán pecó, fue como si todos hubiésemos pecado, y la consecuencia de su pecado, era la muerte… así, toda la humanidad muere con él. Es por eso que nacemos muertos a Dios. Necesitados de un nuevo nacimiento de lo alto.
De la misma manera, la justicia de Jesucristo es atribuida a todos. Y es por la justicia de Jesús que somos considerados justos y no es algo propio ya que nuestras mejores obras son trapos de inmundicia delante de Dios. … Romanos 3:10, Como está escrito: No hay justo, ni aun uno;
Romanos 5:12, dice que, por el pecado de Adán, la muerte entró al mundo, la mortalidad absorbió todo su ser; de esa manera todos los hombres se tornaron mortales y pecadores… por cuanto “todos pecaron”, y la muerte reinó sobre todos, por cuanto pecaron. No porque Adán los hizo culpables de su pecado. Él trajo el pecado al mundo, y esa es la forma en que todos se convierten en pecadores.
Romanos 5:12, 17-18;
12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.
17 Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia.
18 Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida.
Observe que la muerte pasó a todos los hombres, no el pecado. Pecamos y morimos porque somos mortales, pecadores.
El apóstol Pablo escribe sobre este tema nuevamente:
1 Corintios 15:21-22, 45;
21 Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos.
22 Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.
45 Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante.
Afirmar que el pecado de Adán hace de una persona pecador, sin ninguna voluntad o acción propia, (según el pasaje anterior) haría que todos de igual manera sean salvos en Cristo sin ninguna voluntad o acción de su parte. Eso es, por supuesto, ridículo, como lo demostraremos.
Ezequiel 18:19-20,
19 Y si dijereis: ¿Por qué el hijo no llevará el pecado de su padre? Porque el hijo hizo según el derecho y la justicia, guardó todos mis estatutos y los cumplió, de cierto vivirá.
20 El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él.
En otras palabras, cada uno responderá a Dios por sus propias acciones, no por las de su padre ni las de Adán. Esto se afirma repetidamente en la Biblia.
Romanos 14:12,
12 De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí.
2 Corintios 5:10,
10 Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.
Observe eso nuevamente, con cuidado. Cada uno de nosotros será juzgado por “las cosas hechas en el cuerpo”, en nuestro propio cuerpo, no en el cuerpo de Adán o el cuerpo de nuestro padre. Nosotros “daremos cuenta de nosotros mismos” a Dios, no daremos cuenta por Adán o por nuestros padres.
No existe el “pecado heredado”. El pecado se define como “transgresión de la ley”
1 Juan 3: 4,
4 Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley.
Lo que hicieron tus padres, o lo que hizo Adán, no puede convertirte en un pecador, como tampoco pueden convertirte en un santo. Puede influir en usted de alguna forma en cualquiera dirección, pero cada persona se convierte en un pecador o un santo por sus propias elecciones y acciones.
El pecado es un acto de desobediencia a la Voluntad de Dios, y cada uno peca cuando elige desobedecer a Dios. Pero es su propia elección, no la de Adam o la de sus padres u otras personas. Está claro, entonces, de las Escrituras, que “el hijo no llevará la iniquidad del padre”. Cada uno, padre o hijo, llevará su propia iniquidad y responderá a Dios por sí mismo.