1 Corintios 1:17-18,
17 Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio; no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo.
18 Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden;
No con sabiduría de palabras, ¿porque?
Uno de los temas más embarazosos de entender, es la simplicidad de la predicación. No hay palabras humanas que lleguen y toquen el corazón del hombre. La locura de la predicación sobrepasa el intelecto humano, no le presta tiempo para analizar lo dicho. La predicación, va directa al corazón del hombre sobrepasando las barreras humanas, intelectuales y defectuosas.
¿Cuál sería la mejor manera de hacer de la predicación de la Cruz algo inefectivo? la sabiduría de palabras.
Introducir el ingrediente humano incapaz de comprender las cosas de Dios a esta predicación es algo qué puede ser visto como muy vasto y profundo, pero dañino a la vez, un lenguaje elocuente y razonamiento mañoso. Así involuntariamente invalidamos el mensaje de la Cruz que tanto estamos tratando presentar.
Yo creo que este mensaje presentado de esta forma es inefectivo, no proviene de la Fuente de la vida, nunca será, a menos que retornemos a la predicación apostólica; y el centro de la predicación apostólica en el libro de los hechos es la cruz y la resurrección de Jesús.
1 Corintios 2:2-5,
2 Y, estando entre ustedes, no quise saber de otra cosa sino de Jesucristo y, más estrictamente, de Jesucristo crucificado. 3 Me presenté ante ustedes débil y temblando de miedo, 4 y cuando les hablé y les prediqué el mensaje, no usé palabras sabias para convencerlos. Al contrario, los convencí haciendo demostración del Espíritu y del poder de Dios, 5 para que la fe de ustedes dependiera del poder de Dios y no de la sabiduría de los hombres.
2 Corintios 2:15-16,
15 Porque tanto entre los que se salvan como entre los que se pierden, somos como buen olor que Cristo ofrece a Dios: 16 para los que se pierden, aroma que lleva inexorablemente a la muerte; para los que se salvan, fragancia que conduce a la vida.
En otras palabras, la predicación de la Cruz ha tenido un efecto variante entre persona a persona, para algunos es muerte y para otros es vida.
EL EVANGELIO PRODUCE DIFERENTES EFECTOS.
Debe parecer algo extraño, pero es inexplicablemente cierto, que casi nunca hay algo bueno en el mundo sin que alguna pequeña maldad no sea el resultado de eso. Deje que el sol brille con fulgor: humedecerá la cera, endurecerá el barro; deje que derrame inundaciones de luz en los trópicos causará que la vegetación sea extremadamente excesiva, las frutas más ricas y selectas madurarán, y la más bella de todas las flores florecerá, pero ¿quién no sabe, que también se producen los peores reptiles y las serpientes más venenosas?
Así es con el evangelio. Aunque es el sol de justicia para el mundo, aunque es el mejor regalo de Dios, aunque nada puede ser comparable en lo más mínimo a la gran cantidad de beneficio que otorga a la raza humana, aun así debemos confesar que a veces es el “sabor de muerte a muerte”. Aun la sola predicación o enseñanza de reglas morales y preceptos humanos pueden ser muerte. Él lleva la verdad, pero la pervierte; él toma lo que Dios quiere para su bien, y qué hace, se suicida con eso.
Ese cuchillo que le fue dado para abrir los secretos del evangelio lo lleva a su propio corazón. Lo que es la más pura de todas las verdades y la más alta de todas las morales, se convierte en el defensor de su vicio, y lo convierte en una plataforma para ayudar a construir su maldad y pecado.
¿Hay alguno de ustedes como ese hombre, al que le encanta escuchar lo dulce del evangelio, como sea llamado, se congrega, con quien sea y donde sea, pero a la hora de la verdad, no se define?
Jesús, acaba de visitar la casa de su amigo Lázaro y sus hermanas camino a Jerusalén. La creciente multitud y la aclamación lo siguen desde su última señal, la resurrección de Lázaro de entre los muertos.
Juan 12:17,
17 Y la gente que estaba con él cuando resucitó a Lázaro y mandó que saliera del sepulcro, contaba también lo que había visto.
Unos Griegos Quieren ver a Jesús
Juan 12:20-24,
20 Entre los que habían llegado a Jerusalén para dar culto a Dios con ocasión de la fiesta, se encontraban algunos griegos. 21 Estos se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le dijeron:
— Señor, quisiéramos ver a Jesús.
22 Felipe se lo dijo a Andrés, y los dos juntos se lo notificaron a Jesús. 23 Jesús les dijo:
— Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado. 24 Os aseguro que si un grano de trigo no cae en tierra y muere, seguirá siendo un único grano. Pero si muere, producirá fruto abundante.
Vemos a un grupo de griegos acercarse a Jesús a quién le preguntaron cuestiones filosóficas, Jesús les responde muy elocuentemente, adecuadamente diciendo: 24 Os aseguro que si un grano de trigo no cae en tierra y muere… Jesús estaba usando la filosofía también, la filosofía de Dios si es que pudieran entender en ese momento: Pero si muere, producirá fruto abundante.
Entre los que subieron a Jerusalén para adorar en el tiempo de la fiesta de la Pascua había algunos griegos. ¿Quiénes son estos griegos? ¿Y cuál es el significado de su presencia aquí? Una interpretación común es que estos eran gentiles. La palabra aquí es “hellenes”, no ethne, la palabra generalmente se usa para referirse a gentiles o naciones. La palabra “ethne” no se encuentra en el evangelio de Juan.
“Ethnos” aparece 4 veces en Juan 11:48, 50-51, cada vez definitivamente refiriéndose a la nación de Israel. Aparece nuevamente en Juan 18:35 cuando Pilato lo usó para referirse también al pueblo de Israel. Y parece en Juan 19:40 para referirse a su costumbre de entierro. Y la palabra “Hellen” solo aparece en este pasaje de Juan y en el cap. 7. Y como dado que la primera instancia se refiere a la Diáspora, es probable que la segunda también lo haga.
También se debe explicar qué es lo que motivaría a estos gentiles viajar una gran distancia para adorar en Jerusalén en la Pascua. Un significado más probable es que los griegos son israelitas de la diáspora. La referencia en Juan 7: 35-36 respalda esto, porque los judíos se preguntan si “este hombre” tiene la intención de ir a la Dispersión entre los griegos. La diáspora se refiere a israelitas dispersos, no gentiles.
Juan 7:35-36,
35 Los judíos comentaban entre sí:
— ¿A dónde pensará ir este para que nosotros no seamos capaces de encontrarlo? ¿Tendrá intención de ir con los judíos que viven dispersos entre los griegos, con el fin de anunciar a los griegos su mensaje? 36 ¿Qué habrá querido decir con esas palabras: “Me buscaréis, pero no me encontraréis, porque no podréis ir a donde yo he de estar”?
Los indagadores/visitantes desean ver a Jesús. Nunca lo ven. Le piden a Felipe que le diga a Andrés, y juntos le dicen a Jesús (versículos 21-23). Jesús les respondió con un discurso sobre el significado de su muerte (versículos 23-33).
¿Quiénes son “ellos”? ¿Es el discurso de Jesús dirigido a Andrés y Felipe, o también están incluidos los griegos? En la narración, Andrés y Felipe y los griegos parece servir como un accesorio, similar al de Nicodemo en Juan 3: 1-21. Los griegos, como Nicodemo, establecieron la plataforma sobre la muerte y glorificación de Jesús. Cuando Jesús comienza a hablar, la audiencia parece irrelevante. En un sentido real, somos “ellos”, es decir, cualquiera que escuche o lea el discurso de Jesús según Juan.
Pero para el creyente, la predicación de la cruz, es sabiduría de Dios.
1 Corintios 1:27,
27 Y es que, para avergonzar a los sabios, Dios ha escogido a los que el mundo tiene por tontos; y para avergonzar a los fuertes, ha escogido a los que el mundo tiene por débiles.
Yo creo qué se refiere a un hombre colgado en un Madero entregando su vida y derramando su alma por los pecados del mundo. En contraste con incredulidad, Dios escogió algo o una cosa débil; el sacrificio de su muerte, pero es en la cruz donde está el poder de Dios, no está en la sabiduría de mi imaginación.
Solo la muerte de Jesús, tiene el poder de la resurrección. Solo la vida de Jesús, tiene el poder de una vida eterna.