Salmos 49:7,
7 Nadie puede salvar a nadie, ni pagarle a Dios rescate por la vida.
La biblia es muy clara en cuanto a este tema. Entendemos por medio de las escrituras, por lo que hemos leído en otros medios y por las experiencias de la vida, que por el yerro de un hombre, el mundo entero fue sometido a servidumbre, pobreza, corrupción y muerte. Consecuentemente todas sus posesiones y su familia fueron vendidas a esclavitud en un intento de pagar esta deuda. La dificultad es obvia, totalmente fuera del alcance humano y presenta un obstáculo de proporciones muy elevadas que suman a lo imposible.
1 Corintios 15:50,
50 Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.
Dios es amor, y expresa su amor hacia nosotros de diferentes maneras.
¿Qué significa “Dios es amor”? Los expertos han tratado de explicarlo describiendo a Dios como “bondad pura” (Comentario bíblico de Barnes). O, como leemos en el Jamieson-Fausset-Brown Bible Commentary [Comentario bíblico de Jamieson Fausset y Brown]): “Dios es fundamental y esencialmente AMOR: no simplemente amoroso”.
Sin embargo, ningún experto nos habla sobre el propósito de Dios —lo que su naturaleza, el amor, le ha motivado a hacer. Y, de hecho, el propósito por el cual nos creó es la mayor expresión de su amor hacia la humanidad.
Dios es amor. El amor es la esencia fundamental de su carácter —define todo su Ser. Su amor es perfecto y se manifiesta en su deseo absolutamente puro de proteger, dar y compartir. Y como Dios es amor, decidió pagar la deuda él mismo. Vino a ser nuestro “pariente más cercano” o “pariente redentor” es un Goel. Esta palabra significa redimir, recibir o comprar de nuevo.
El pariente redentor era un benefactor rico, o persona que libera al deudor mediante el pago del precio del rescate.
Levíticos 25:25,
“Si tu hermano empobrece y vende algo de su posesión, entonces su pariente más próximo vendrá y rescatará lo que su hermano haya vendido”.
Levíticos 25:47-48,
47 Si el forastero o el extranjero que está contigo se enriqueciere, y tu hermano que está junto a él empobreciere, y se vendiere al forastero o extranjero que está contigo, o a alguno de la familia del extranjero; 48 después que se hubiere vendido, podrá ser rescatado; uno de sus hermanos lo rescatará.
El derecho de la redención y su oficio perteneció al pariente más cercano, o “parentela cercana, parientes cercanos”. Yahvé es el gran pariente más cercano de Su pueblo. Cuando perdieron su libertad en Egipto, Él los rescató de la esclavitud.
Isaías 43:1,
Mas ahora, así dice el SEÑOR tu Creador, oh Jacob, y el que te formó, oh Israel: No temas, porque yo te he redimido, te he llamado por tu nombre; mío eres tú.
Isaías 54:5,
Porque tu esposo es tu Hacedor, el SEÑOR de los ejércitos es su nombre; y tu Redentor es el Santo de Israel, que se llama Dios de toda la tierra.
Isaías 44:6,
Así dice el SEÑOR, el Rey de Israel, y su Redentor, el SEÑOR de los ejércitos: “Yo soy el primero y yo soy el último, y fuera de mí no hay Dios.
Isaías 59:20,
Y vendrá un Redentor a Sion y a los que en Jacob se aparten de la transgresión –declara el SEÑOR.
Éxodos 6:6,
“Yo soy Jehová. Y os redimiré con brazo extendido y con gran justicia”.
En su Epístola a los Efesios Pablo alude tres veces a la herencia restaurada: “… el Amado en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados”, 1:7. “Fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida”, 1:14. “… al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”, 4:30.
Sabemos que la redención ha sido perfeccionada con respecto al pasado y al futuro, pero al presente su obra es sólo en derecho y no es algo de lo que podamos disfrutar. Estamos ante un caso, por decirlo así, donde un acreedor se ha posesionado de una propiedad sobre la cual tenía hipoteca. Recibe plena satisfacción de la deuda, pero no quiere desocupar el inmueble. Obviamente, es un caso donde las autoridades tienen que venir y efectuar el desalojo.
La situación hoy día es de esa naturaleza. Cristo ha satisfecho la ley de Dios y al tribunal celestial, cancelando todos los reclamos de la justicia santa y redimiendo así nuestras vidas.
Mateo 1:21,
Y dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque El salvará a su pueblo de sus pecados.
Juan 1:29,
Al día siguiente vio a Jesús que venía hacia él, y dijo: He ahí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
Pero aun esperamos la palabra suya que nos permitirá el pleno goce de su obra: “Gemimos dentro de nosotros mismo, esperando la adopción, la redención de nuestros cuerpos”, Romanos 8.23.
Es por eso que se requirió que Jesucristo muriera para cancelar la deuda de Adán. Jesús es nuestro pariente más cercano a través de su encarnación.
Romanos 8:3,
“Lo que era imposible para la Ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne”.
Él fue como uno de nosotros en todos los sentidos, excepto que Él nunca experimentó el pecado.
Hebreos 2:7,
“Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel Sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo”.
Se identifica totalmente con nosotros
Filipenses 2:7,
“sino que se despojó a sí mismo, tomó la forma de siervo y se hizo semejante a los hombres”.
Hebreos 4:15,
“No tenemos un Sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”.
En Romanos 5:6-10 el apóstol expone el amor de Dios.
Porque mientras aún éramos débiles, a su tiempo Cristo murió por los impíos. 7 Porque a duras penas habrá alguien que muera por un justo, aunque tal vez alguno se atreva a morir por el bueno. 8 Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. 9 Entonces mucho más, habiendo sido ahora justificados por su sangre, seremos salvos de la ira de Dios por medio de Él. 10 Porque si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, habiendo sido reconciliados, seremos salvos por su vida.
Una forma en la que Dios define el amor está en el acto de dar. Sin embargo, lo que Dios dio (o deberíamos decir, “a quién” Dios dio) no fue un simple regalo; Dios sacrificó a Su unigénito Hijo para que nosotros pusiéramos nuestra fe en Su Hijo. Este es un amor maravilloso, porque somos nosotros los que elegimos rechazar a Dios, pero es Dios quien repara la separación a través de Su intenso sacrificio personal, y todo lo que tenemos que hacer es aceptar Su regalo.
Eso es lo que vemos expresado en Jesús cuando dio Su vida para pagar la deuda del pecado del mundo. Él no murió solo por los justos o por Sus compañeros.
1 Timoteo 2:6,
6 Porque él se entregó a la muerte como rescate por la salvación de todos y como testimonio dado por él a su debido tiempo.
Isaías 53:6,
6 Todos nosotros nos perdimos como ovejas,
siguiendo cada uno su propio camino,
pero el Señor cargó sobre él la maldad de todos nosotros.
Hebreos 2:9,
9 Pero vemos a aquel que fue hecho un poco inferior a los ángeles, es decir, a Jesús, coronado de gloria y honor a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios probara la muerte por todos.
1 Juan 2:2,
2 Él mismo es la propiciación por nuestros pecados, y no solo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
Romanos 5:6,
6 Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.
Mateo 20:28,
28 como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
Juan 11:50-51,
50 ni tienen en cuenta que les es más conveniente que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca».
51 Ahora bien, no dijo esto de su propia iniciativa[a], sino que siendo el sumo sacerdote ese año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación;
Fue el amor de Dios, y la muerte de Cristo en la cruz motivada por este amor divino. Este amor fue probado mientras Cristo moría cuando dijo en Lucas 24:34,
“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.
Un amor extraordinario, puro, genuino que nos lleva o guía al arrepentimiento.
Hebreos 1:2-3,
“Ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre siendo rico, para que vosotros con su pobreza fuerais enriquecidos”
2 Corintios 8:9,
9 Porque conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, sin embargo por amor a ustedes se hizo pobre, para que por medio de Su pobreza ustedes llegaran a ser ricos.
Él asumió nuestra deuda
¿Quién más podría haber perdonado a Sus ejecutores? La humanidad muere, y por el pecado de uno, la muerte pasó a todos los hombres. La muerte de Jesús fue con propósito. Su muerte había sido profetizada desde el principio de los tiempos. El era el cordero inmolado desde antes de la fundación del mundo.
La Biblia habla de dos tipos de muerte. La primera no está señalada, pero debido a que hay una “muerte segunda”, también debe haber una primera.
La primera muerte es la mortalidad que vino del pecado de Adán. Todos los hijos de Adán nacieron mortales antes de tener la oportunidad de pecar. Por eso hay infantes que mueren sin haber pecado. No mueren por ser pecadores, sino por ser mortales. Es esta condición de mortalidad nuestra impotencia y por la cual pecamos. Tenga en mente que la muerte pasó a todos los hombres, no pasó el pecado a todos los hombres. Pecamos porque somos mortales.
El término mortalidad se refiere a lo que ha de morir o está sujeto a la muerte, todo lo contrario a la vida.
Luego, a causa de nuestro propio pecado, somos juzgados por la muerte segunda, descrita como un “lago de fuego” (Apocalipsis 20:15).
Romanos 6:23 dice: “la paga del pecado es muerte”. La mortalidad, el primer tipo de muerte, es la paga del pecado de Adán. Pero la paga de nuestro propio pecado es la muerte segunda.
Apocalipsis 21:8,
Pero los cobardes, incrédulos, abominables, asesinos, inmorales, hechiceros, idólatras y todos los mentirosos tendrán su herencia en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.
Esta segunda muerte ya no tiene autoridad sobre el creyente, Jesus absorbió esta muerte en su propio cuerpo y derramo su alma hasta la muerte por cada uno de nosotros quienes hemos creído a las buenas nuevas de salvación en su sangre, el perdón de pecados.
Apocalipsis 2:11,
`El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere no sufrirá daño de la muerte segunda.
Apocalipsis 20:6,
Bienaventurado y santo es el que tiene parte en la primera resurrección; la muerte segunda no tiene poder sobre éstos sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con El por mil años.
El apóstol Pablo enseñó que Adán era la cabeza de la primera creación y que Jesús es la Cabeza de la nueva creación. El dominio fue dado a Adán, así como toda autoridad en el cielo y en la tierra fue dada a Jesús. Ambos poseían la autoridad de Dios.
Pablo nos dice que esta ley se aplica tanto a Adán como a Cristo, a quien se le llama “el último Adán” (1 Corintios 15:45). Cada uno es padre de hijos que son a la imagen misma de su padre. Cada uno tiene autoridad sobre su propia familia.
Ambos grupos se ven afectados por la genética y las acciones de su padre. Los hijos de Adán son engendrados por una simiente natural y corruptible de su padre, quien fue el primer hombre terrenal. Los hijos de Cristo son engendrados por una simiente incorruptible, que es la palabra de Dios.
1 Pedro 1:23,
“Porque no sois engendrados de simiente corruptible, sino de incorruptible, es decir, por la palabra viva y duradera de Dios.”
2 Corintios 3:18,
Pero nosotros todos, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu.
Es verdad que Adán y Eva no murieron el mismo día que ellos comieron del fruto del árbol, como algunos parecen creer que implica Génesis 2:17. El hebreo es morir-morir (muwth-muwth), lo que a menudo se traduce “ciertamente morir” o literalmente como “muriendo tú morirás”, lo cual indica el inicio de la muerte (por ejemplo: un sentido ingresivo). En ese momento Adán y Eva comenzaron a morir y eventualmente retornarían al polvo. Si hubieran estado destinados a morir en el momento, el texto hubiera usado muwth solamente una vez, como se usa en el hebreo significando “muerte, murió o morir” y no “comenzando a morir” o “ciertamente morir”.
La Biblia nos dice claramente en varios pasajes que la muerte no existía antes del pecado. De hecho, no hay versos bíblicos que indiquen que hubo muerte previamente al pecado.
Vemos entonces que la simiente de Adán era corruptible y mortal. Así que todos sus hijos fueron igualmente corruptibles y mortales, porque fueron creados a su imagen. Cristo es la Cabeza de una nueva creación. Su familia son aquellos que son engendrados por una simiente espiritual. Estos son los que oyen la palabra y responden a ella por fe.
Así como Adán fue responsable de pasar la mortalidad a todos sus hijos, también lo fue el último Adán (Cristo) de transmitir la vida a todos Sus hijos a través de Su simiente incorruptible. Ambos padres tomaron una decisión que ha afectado a todos sus hijos.
Romanos 5:17-18,
“Porque si por la transgresión de uno [Adán] reinó la muerte por uno, mucho más reinarán en vida por uno, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia. Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, así también por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida.”
1 Corintios 15:21-23,
“Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre vino la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados, pero cada uno en su propio orden” [tagma, “escuadrón o grupo”].
Así como el resultado del pecado de Adán trajo muerte universal y corrupción a todos los hombres, así también el acto justo de Cristo en la cruz trae vida y salvación a todos los hombres. Aun así, la mayoría serán juzgados antes de recibir el beneficio total del pago de Cristo por el pecado del mundo.
Sabemos que nadie será salvo sin la fe en Cristo.
Romanos 10:13 dice: “Todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”.
Jesús dijo en Juan 3:16, “que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.
En otras palabras, no serán salvos hasta que crean en Aquel que pagó su deuda por el pecado. Para ser salvos, se requiere que reconozcan lo que Él hizo en la cruz y acepten Su pago por su pecado.
Pero el día del juicio vendrá cuando todos los hombres de todas las generaciones pasadas serán llamados a la Corte Divina. Ellos darán cuenta de sí mismos a Aquel que se sienta en el Trono Blanco (Apocalipsis 20:12).
Allí, toda rodilla se doblará y toda lengua le jurará lealtad (Filipenses 2:10, 11). Cuando vean la verdad por sí mismos y entiendan lo que Cristo ha hecho por ellos, creerán y darán gloria a Dios.