En pocas palabras, justificar es declarar justo. La justificación es un acto de Dios por el cual Él declara que un pecador es justo debido a la fe de ese pecador en Cristo. Según un teólogo, “la idea fundamental de la justificación es la declaración de Dios, el juez justo, de que el hombre que cree en Cristo, por pecaminoso que sea, es justo; es visto como justo, porque en Cristo ha venido en una relación justa con Dios” (Ladd, G. E., A Theology of the New Testament, Eerdmans, 1974, p. 437).
Romanos 5:1,
Justificados, pues, por la fe tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.
2 Corintios 5:21,
Al que no conoció pecado, por nosotros Dios lo hizo pecado, para que nosotros fuéramos hechos justicia de Dios en él.
La gracia de Dios fue presentada al mundo a través de la muerte de Cristo en la cruz para pagar por el pecado del mundo entero. Esto estableció el acto de la salvación. El mundo por fin será salvo, como Él lo prometió.
Juan 12:32,
Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo.
No obstante, Dios también juzgará a todos los hombres según Su propia ley antes de que sean salvos. Los juicios de Dios salen de Su corazón de amor. Así que incluso sus juicios están diseñados para restaurar a todos los hombres a sí mismo. Si tenemos fe en la obra de Cristo en la cruz, y si creemos que Él pagó la deuda de nuestro pecado, entonces seremos salvos sin ser juzgados.
El resto de la humanidad aprenderá el camino de la salvación en el juicio del gran Trono Blanco. Sin embargo, todavía se les requerirá que experimenten los juicios de la “ley de fuego” de Dios para enseñarles justicia.
Deuteronomio 33:2,
2 de la siguiente manera:
El Señor viene del Sinaí;
desde Seír nos ha alumbrado.
Resplandeció desde los montes de Parán
y avanza desde Meribá-cadés;
en su derecha nos trae el fuego de la ley.
No es un fuego literal. La ley de Dios fue manifestada a través del fuego.
Deuteronomio 4:12,
12 Entonces el Señor os habló de en medio del fuego; oísteis su voz, solo la voz, pero no visteis figura alguna.
Él mismo es fuego consumidor
Deuteronomio 4:24,
4 Porque el Señor tu Dios es fuego consumidor, un Dios celoso.
Isaías 26:9 dice: “cuando la tierra experimente tus juicios, los habitantes del mundo aprenderán justicia”.
Por lo tanto, el “lago de fuego” es un gran bautismo de fuego purificador que quema la “paja” del pecado de nuestras vidas.
Mateo 3:11-12,
11 Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. 12 Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará.
Los creyentes experimentan este bautismo en esta vida; los incrédulos lo experimentarán en la era venidera.
La salvación ha sido comprada por un precio muy alto y personal, porque el Señor Jesús se entregó por nuestros pecados para librarnos de ellos y pagar la deuda inquirida por Adán. Nuestro perdón es basado en el precio del rescate que es la sangre derramada de Jesucristo. Viviendo nos amó. Muriendo nos salvó.
Efesios 1:7,
“En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia”
El trabajo de redención de Cristo Jesús, libera a la humanidad de la esclavitud del pecado. El medio de redención fue la muerte de Jesucristo como sacrificio por los pecados de todos.
El método de la justicia de Dios es basado en el amor. El amor restaura a los pecadores enseñándoles justicia a través del juicio. Jesús pagó la deuda del mundo entero solo por gracia, pero cada persona será salva solo por el bautismo de fuego, ya sea en esta vida o en la era venidera.
Hebreos 10:9-10,
9 y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último.10 En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.
Mientras la palabra de Dios, que también puede llamarse el pan de vida, existe solo como letras en la Biblia, la palabra de Dios no se ha convertido en parte de mí. Pero si abro la Biblia, leo lo que dice, creo lo que dice y lo practico como dice, entonces la palabra de Dios se convierte en parte de mí.
Juan 6:51,
Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo también daré por la vida del mundo es mi carne.
Hebreos 4:2,
Porque ciertamente el evangelio nos ha sido anunciado a nosotros lo mismo que a ellos; pero la palabra que oyeron no les aprovechó, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron.
Cuando la palabra se mezcla con la fe en mí por la obediencia, entonces la palabra se ha convertido en parte de mí, y se ha convertido en un beneficio y una bendición para mí.
Infinito amor, interminable gracia, eterno perdón.
Juan 17:19,
Y por ellos yo me santifico, para que ellos también sean santificados en la verdad.