Su Fundamento

¿Cuál es la diferencia entre oír y escuchar?

Oír es la habilidad física de poder percibir los sonidos. Escuchar, es el proceso por el cual ponemos cuidadosa atención a lo que oímos.

Escuchar es más complejo que oír, porque requiere concentración y aplicación a lo que escuchamos.

Tenemos que darle al tema sagrado toda la seriedad que merece sin atraer ninguna importancia a nosotros mismos. ¡Cuántos predicadores fallan a eso!

Tengamos cuidado de no oscurecer el consejo con palabras sin sabiduría.

No es la caja lo que hace a las joyas, ni el lugar el que hace al hombre… una vez enseñé la Biblia, ahora la Biblia me enseña a mí.

La verdadera misión es sabiduría, pensamiento, armonía, emoción, razonamiento; todos los atributos del hombre encendidos con el fuego de Dios en el corazón de los hombres.

COMO JUZGAR REVELACION

Alguien siempre dice: “Tenemos que juzgar y asegurarnos que nuestra revelación está conforme a la Palabra de Dios”.  Está perfectamente correcto en lo que dice, por lo menos en teoría.  Desgraciadamente todavía no lo hemos asimilado.  En la práctica, terminamos juzgando la Palabra si se acopla a nuestro entendimiento humano de las Escrituras.  Así en la práctica, presumimos de gran manera, catalogando a Dios y a su Palabra por nuestra medida finita.  Cuando hacemos esto, siempre contradecimos y resistimos a la Palabra de Dios en favor de nuestro entendimiento. 

Abraham y Ezequiel son grandes ejemplos que la revelación no puede ser válidamente o inválidamente juzgada por los términos comprensibles humanos de la Biblia y sus doctrinas, sin importar que bien educados seamos.

El único medio de juzgar la Palabra es por la Palabra.  El entendimiento puede ser juzgado por el entendimiento, pero cuando alguien dice, “Dice el Señor…” no retamos juzgar esa Palabra de acuerdo al entendimiento humano de la Biblia.  Solo puede ser juzgado o discernido por otro…” Así dice el Señor”.

Proverbios 3:5,

Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia.

Entendimiento es algo que hace el alma. El alma incluyendo (mente, voluntad, emoción), es de un carácter finito.  La más deslumbrante mente en el mundo no puede comprender a Dios y conocer completamente su carácter.

La mente solo puede comprender los designios de la carne. Solamente el espíritu del hombre puede entender a Dios.  La mente piensa, el espíritu conoce.  Estas son dos separadas funciones de nuestra existencia.  Existe una conciencia o conocimiento interior de la mente y existe un conocimiento interior del espíritu.  La mente está consciente de las cosas que se perciben por nuestros sentidos físicos y por la facultad de razonar.  Todo esto es muy bueno, pero limitado.  El espíritu es consciente de Dios, si somos guiados o permanecemos en el espíritu.

I Corintios 2:9-15,

Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman.10 Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. 11 Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. 12 Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, 13 lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. 14 Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. 15 En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie.

Conociendo estas limitaciones muy severas de nuestra alma y mente, se nos advierte que mantengamos nuestras mentes en sujeción a la guía de nuestro espíritu humano, el cual es guiado por el Santo Espíritu de Dios.

Esto es más fácil de decir que hacer, porque va en contra de toda la sabiduría humana.  Al hombre se le ha enseñado temer ser guiados del espíritu, porque lo llevará a problemas.  Sí, así como a Abraham, Ezequiel, los profetas, puede también ser apedreado por la iglesia; como puede ver, puede ser muy peligroso.

Pero yo preferiría que confiara en Dios.  Él dice que andemos en el espíritu, ser guiados del espíritu y no confiar en nuestro propio entendimiento (mente).  Si usted, le pide a Dios por el Espíritu Santo, él no le dará una serpiente.  ¡Y si le aparece una serpiente, averigüe quien se la envió! Yo le garantizo que no fue Dios.

Aun así, la Biblia nos informa de los muchos desastres que pueden ocurrir al hablar de esto y estos son los peligros de la mente natural y carnal.  Este es definitivamente el problema más perverso.  Si las personas tienen deseos muy intensos o preferencias (aún doctrinales), es posible que piense oír la voz de Jesús, diciéndoles que hagan las cosas que ellos determinan ser correctas.  Esos deseos naturales, carnales, en esencia “ponen palabras en la boca de Jesús”, y estas personas terminan oyendo y siguiendo a los ídolos en sus propios corazones, pensando que fue de Jesús.  De estas personas Ezequiel dice así:

Ezequiel 14:4-5,

Háblales, por tanto, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: Cualquier hombre de la casa de Israel que hubiere puesto sus ídolos en su corazón, y establecido el tropiezo de su maldad delante de su rostro, y viniere al profeta, yo Jehová responderé al que viniere conforme a la multitud de sus ídolos, para tomar a la casa de Israel por el corazón, ya que se han apartado de mí todos ellos por sus ídolos.

Sin duda alguna dice así: Si se cerca a Dios por respuestas, pera ya decidió en su corazón, mente lo que quiere y lo que espera oír de Dios, eso es precisamente lo que va a escuchar.  Usted puede afirmar que fue Dios el que le habló, en realidad fue su carne la que habló tan fuerte que no pudo oír la voz de Dios.  Esta es la imagen o ídolo del corazón hablando, no la persona.

2 Crónicas 18:3-6; 9-22,

Y dijo Acab rey de Israel a Josafat rey de Judá: ¿Quieres venir conmigo contra Ramot de Galaad? Y él respondió: Yo soy como tú, y mi pueblo como tu pueblo; iremos contigo a la guerra. Además dijo Josafat al rey de Israel: Te ruego que consultes hoy la palabra de Jehová. Entonces el rey de Israel reunió a cuatrocientos profetas, y les preguntó: ¿Iremos a la guerra contra Ramot de Galaad, o me estaré quieto? Y ellos dijeron: Sube, porque Dios los entregará en mano del rey.

Pero Josafat dijo: ¿Hay aún aquí algún profeta de Jehová, para que por medio de él preguntemos? El rey de Israel respondió a Josafat: Aún hay aquí un hombre por el cual podemos preguntar a Jehová; mas yo le aborrezco, porque nunca me profetiza cosa buena, sino siempre mal. Este es Micaías hijo de Imla. Y respondió Josafat: No hable así el rey. Entonces el rey de Israel llamó a un oficial, y le dijo: Haz venir luego a Micaías hijo de Imla.

Y el rey de Israel y Josafat rey de Judá estaban sentados cada uno en su trono, vestidos con sus ropas reales, en la plaza junto a la entrada de la puerta de Samaria, y todos los profetas profetizaban delante de ellos. 10 Y Sedequías hijo de Quenaana se había hecho cuernos de hierro, y decía: Así ha dicho Jehová: Con estos acornearás a los sirios hasta destruirlos por completo. 11 De esta manera profetizaban también todos los profetas, diciendo: Sube contra Ramot de Galaad, y serás prosperado; porque Jehová la entregará en mano del rey.

12 Y el mensajero que había ido a llamar a Micaías, le habló diciendo: He aquí las palabras de los profetas a una voz anuncian al rey cosas buenas; yo, pues, te ruego que tu palabra sea como la de uno de ellos, que hables bien. 13 Dijo Micaías: Vive Jehová, que lo que mi Dios me dijere, eso hablaré. Y vino al rey. 14 Y el rey le dijo: Micaías, ¿iremos a pelear contra Ramot de Galaad, o me estaré quieto? Él respondió: Subid, y seréis prosperados, pues serán entregados en vuestras manos. 15 El rey le dijo: ¿Hasta cuántas veces te conjuraré por el nombre de Jehová que no me hables sino la verdad?

16 Entonces Micaías dijo: He visto a todo Israel derramado por los montes como ovejas sin pastor; y dijo Jehová: Estos no tienen señor; vuélvase cada uno en paz a su casa. 17 Y el rey de Israel dijo a Josafat: ¿No te había yo dicho que no me profetizaría bien, sino mal? 18 Entonces él dijo: Oíd, pues, palabra de Jehová: Yo he visto a Jehová sentado en su trono, y todo el ejército de los cielos estaba a su mano derecha y a su izquierda. 19 Y Jehová preguntó: ¿Quién inducirá a Acab rey de Israel, para que suba y caiga en Ramot de Galaad? Y uno decía así, y otro decía de otra manera.

20 Entonces salió un espíritu que se puso delante de Jehová y dijo: Yo le induciré. Y Jehová le dijo: ¿De qué modo? 21 Y él dijo: Saldré y seré espíritu de mentira en la boca de todos sus profetas. Y Jehová dijo: Tú le inducirás, y lo lograrás; anda y hazlo así. 22 Y ahora, he aquí Jehová ha puesto espíritu de mentira en la boca de estos tus profetas; pues Jehová ha hablado el mal contra ti.

En otras palabras, el Rey Acab y Josafat, habían determinado en sus propios corazones ir a guerra; éste era un deseo muy profundo e interno de ellos, y no querían, ni estaban dispuestos para oír la Palabra de Dios.  Esto vino a ser un ídolo en el corazón de ellos, de esta forma Dios les contesta de acuerdo a los ídolos en sus corazones enviándoles un espíritu de mentira en la boca de los profetas.  No fue la voz de Dios la que escucharon, si no la voz de un espíritu de mentira, habilitado por su propio deseo carnal y su corazón idolatra. 

No digo esto para atemorizar a nadie que busque el consejo de Dios, simplemente para alarmarlo de algo bien complicado y simple:

Cuando se acerque a Dios en petición, no llegue con ideas preconcebidas, deseos personales e internos los cuales no ha puesto en sujeción ante Dios.  No llegue con una mente ya determinada de lo que usted cree será la voz y respuesta de Dios.

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