Su Fundamento

El Amor de Dios es Más Fuerte que el Temor

La verdadera naturaleza de Dios y cómo equilibramos el entendimiento del temor reverente con el amor perfecto de Dios…

La Naturaleza de Dios: Temor o Amor

¿Qué prevalece en nuestras vidas: el temor de Dios o Su amor?

2 Timoteo 1:7,

Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.

Lucas 12:32,

No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino.

Una Tensión Real: Amor o Temor

Durante años, este pasaje en el libro de Hebreos 10:31 me causó inquietud. Me parecía un contraste doloroso frente a pasajes que describen a Dios como amoroso, tierno y paternal. ¿Cómo puede ser “horrendo” caer en manos del Dios que es amor? Recuerdo haber escuchado citar y predicar en varias ocasiones este versículo, y siempre me impresionó, porque decía la Biblia que era algo terrible caer en Sus manos.

Hebreos 10:31,

¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!

Esto fue muy confuso. Ya que decimos: “Dios es amor” y leemos, “es horrendo caer en sus manos.” Una dualidad espantosa cuando no se conoce el carácter y persona de Dios.

Si Dios, no nos dio un espíritu de miedo, ¿dónde aprendimos tantos de nosotros a temerle?

1 Juan 4:8,

El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.

Este aparente conflicto ha causado confusión en muchos corazones, especialmente cuando se presenta una visión de Dios centrada únicamente en juicio o ira. Pero esta contradicción desaparece cuando conocemos verdaderamente la naturaleza de Dios: un Dios perfectamente justo y perfectamente amoroso.

El Dualismo y su Influencia en el Cristianismo

La idea de que Dios puede ser “bueno” o “malo” según las circunstancias se basa en una visión dualista del mundo. Este pensamiento tiene raíces antiguas, particularmente en la enseñanza de Mani, un líder persa del siglo III, fundador del maniqueísmo, una religión que afirmaba la existencia de dos fuerzas opuestas: el bien y el mal en constante conflicto (Ball, 2001).

Este pensamiento infiltró la cristiandad temprana y aún persiste, presentando a Dios casi como dividido entre misericordia y juicio, como si pudiera perder ante Satanás. Nada está más lejos de la verdad: Dios nunca pierde. Él es soberano, eterno e inmutable.

Nada es más lejos de la verdad. Dios nunca pierde.

Temor Mal Entendido

Muchos creyentes han vivido con un temor paralizante hacia Dios. No un temor reverente, que conduce a la sabiduría (Proverbios 9:10), sino un miedo esclavizante, opuesto al espíritu que Dios nos ha dado:

2 Timoteo 1:7,

Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía…

El miedo paraliza, divide, crea neurosis espirituales, y muchas veces proviene de una teología del castigo, en lugar de una teología de la redención. Pero el amor de Dios no solo redime: transforma.

Dios es Amor

No recuerdo haber escuchado nunca un sermón basado en las Escrituras que “Dios es Amor” (1 Juan 4: 8; 1 Juan 4:16; 2 Corintios 13:11). Si Él es amor (y lo es), ¿cómo puede ser horrendo caer en Sus manos?

El dilema de Pablo: Quiero, pero no puedo. Todos hemos enfrentado el conflicto descrito por el apóstol Pablo:

Romanos 7:18–24,

El querer el bien está en mí, pero no el hacerlo… Miserable de mí, ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?

Tenemos estos “pequeños” pecados (prefiero “fallar a la marca”, que es la definición de pecado), con los cuales muchos hayamos luchado, pero que aún hasta este tiempo no podemos dominar.

Pablo describe este dilema en Romanos 7:18-19,

18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. 19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.

Clama desesperadamente:

¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? (Romanos 7:24)

No nos deja frustrados allí, pero responde a su pregunta espléndidamente.

Romanos 8:1,

Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús.

Pero, ¿cómo pasamos de “cuerpo de muerte” a “ninguna condenación”? La clave está en nuestra muerte a la ley:

Romanos 7:4,

Así también vosotros… habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo… a fin de que llevemos fruto para Dios.

Pablo ya nos dio la respuesta en el capítulo 7, pero yo no la entendía. Así pasaron muchos años en mi vida cristiana. Es muy simple, brillante, pero no lo entendía. Pablo da el ejemplo de una mujer casada que está obligada por la ley a su esposo, y por lo tanto sería una adúltera si se casara con otro. Si su esposo muriere, ella es libre de casarse con otro.

Romanos 7:2,

Porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido.

Luego expone lo que pasé por alto durante décadas: Por tanto, hermanos míos, también a vosotros se os hizo morir a la ley por medio del cuerpo de Cristo, para que seáis unidos a otro, a aquel que resucitó de entre los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.

Estamos muertos a la ley, afirmó Pablo. ¿Qué significa esto? Porque sin la ley el pecado está muerto.

Romanos 7:8,

Pero el pecado, aprovechándose del mandamiento, produjo en mí toda clase de codicia; porque aparte de la ley el pecado está muerto.

La ley ya no tiene poder para condenarnos, porque su sentencia fue ejecutada en la cruz. Cristo no solo pagó la deuda, anuló el acta de cargos contra nosotros:

Colosenses 2:14,

Anulando el acta de los decretos… clavándola en la cruz.

Para decirlo de otra manera, que fue un mensaje liberador: ¡los muertos no pecan! La ley ya no puede matarnos porque fue clavada en la cruz.

Colosenses 2:13-14,

13 Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, 14 anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz

¿Significa esto licencia para pecar?

Esto no implica que tenemos luz verde para pecar voluntariamente. No. Pablo lo anticipa y responde:

¿Pecaremos porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? ¡De ningún modo!

Romanos 6:15,

15 ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera.

Como humanos, todos cometemos errores de los cuales no estamos orgulloso. El propósito de la santificación es presentarnos a Dios para que purifique nuestros corazones. Está muy claro, Dios hace esto en nosotros. Somos incapaces de limpiarnos o santificarnos con métodos, o talleres, psicólogos o místicas religiosas, aparte de la sangre de Jesús.

La gracia no es una excusa, sino una fuerza transformadora. No nos da permiso para pecar, sino poder para vivir en santidad. Porque la santidad no es algo que producimos por esfuerzo humano, sino una obra del Espíritu en nosotros.

Cuando el temor nos atrapa, hay una única salida: el amor de Dios.

Venciendo el Temor con Amor Perfecto

Para mí, este es el antídoto contra el miedo que solía surgir en mí cuando pensaba en Hebreos 10:31. Su amor perfecto es la respuesta a nuestros temores, porque como el Apóstol Juan sabiamente señaló:

18 En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor. (I Juan 4:18)

Este maravilloso pasaje, me ha sido de gran ayuda. Cuando tengo temores, le pido a Dios que fortalezca mi fe en su amor; porque sabemos, que el miedo es paralizante, intimidante y totalmente destructivo para la fe, sin lo cual estamos atrapados en el pantano de nuestras propias cosas neuróticas.

Saber que el amor de Dios es suficiente y que Él hace TODAS las cosas perfectas, me permite pedirle por Su fe, que no tenga temor al temor. Todo es Cristo en mí, mi única esperanza de gloria. Las palabras triunfantes de Pablo han estado reverberando alegremente a través de los siglos, creciendo en un coro jubiloso a un glorioso crescendo entre los hijos de Dios. Qué salvador; ¡Qué padre tenemos!

El que teme, no ha sido perfeccionado en el amor. Y esa perfección no es un esfuerzo humano, sino la obra de Cristo en nosotros.

Colosenses 1:27,

Cristo en vosotros, la esperanza de gloria.

Este amor no es sentimentalismo, sino la fuerza más poderosa del universo. Nos sostiene, nos limpia, nos libera.

Nada nos Puede Separar de Su Amor

Pablo concluye este glorioso pensamiento con una declaración indestructible:

“¿Quién nos separará del amor de Cristo?… En todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”.

Romanos 8:35; 37-39,

35 ¿Quién podrá arrebatarnos el amor que Cristo nos tiene? ¿El sufrimiento, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, el miedo a la muerte?

37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

Una Victoria Gloriosa

Apocalipsis 5:5,

No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá ha vencido…

1 Juan 5:4,

Todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria… nuestra fe.

Padre, nos rendimos ante ti en alabanza y alegría al contemplar la altura y la profundidad, la amplitud y el alcance de tu amor incondicional por nosotros.

El amor de Dios es más fuerte que el juicio. Su victoria es nuestra victoria. Su Espíritu es nuestra libertad. Su amor es nuestra identidad.

La gloria, el poder y la majestad residen bajo los pies de nuestro Dios y salvador Jesucristo. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.

Nos has elegido, nos has salvado de nosotros mismos y has hecho posible que vivamos victoriosamente en Cristo. Unimos nuestras voces: “y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas y como el sonido de fuertes truenos, diciendo:” ¡Aleluya! ¡Porque el Señor Dios Omnipotente reina!” Amén.

Conclusión: Cristo en Nosotros

Hoy podemos decir con seguridad:

No tenemos que temer.

No estamos condenados.

No estamos solos.

Somos más que vencedores en Cristo.

Oración final:

Padre, nos rendimos ante ti con alabanza y alegría. Gracias por mostrarnos que en ti no hay contradicción. Eres justicia perfecta y amor eterno. Que tu amor eche fuera todo temor, y que vivamos como hijos libres, seguros, y llenos de tu Espíritu. En el nombre de Jesús. Amén.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Time limit is exhausted. Please reload CAPTCHA.