Su Fundamento

Heredando las Promesas del Pacto a través de la fe en Jesús – Parte 7

Hijos de Dios por la Fe en Jesús – La Identidad Transformada en el Reino

El tercer segmento de nuestro pasaje es fundamental, ya que afirma que somos contados como hijos de Dios a través de la fe en Jesús. Esta es una de las verdades más poderosas del Nuevo Testamento: nuestra identidad no se define por nuestra descendencia física, ya sea judía o gentil, sino por nuestra relación con Cristo. En el reino de Dios, que es accesible a todos los que nacen de nuevo por el Espíritu, las distinciones de la carne pierden su relevancia. Como Pablo dice en Gálatas 3:28, “no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”.

Esta transformación de identidad fue anticipada en Romanos 2:29, donde se enseña que no es la circuncisión externa la que marca la pertenencia al pueblo de Dios, sino la circuncisión del corazón, que ocurre a través del Espíritu Santo. Al ser nacidos de nuevo, nuestra vieja identidad según la carne queda atrás, y somos adoptados en una nueva identidad en Cristo, convirtiéndonos en miembros de la familia de Dios. Esta es la esencia de nuestra filiación divina: por fe, somos hechos herederos de las promesas hechas a Abraham, no por nuestro linaje físico, sino por nuestra unión con la simiente de Abraham, que es Jesucristo.

Este punto se conecta de manera crucial con el versículo 16 de Gálatas 3, que establece que la verdadera descendencia de Abraham es Jesús, y a través de Él, nosotros, los que creemos, somos contados como herederos de las promesas. La simiente de Abraham (que es Cristo) es la clave para comprender cómo esas promesas, que inicialmente fueron dadas a Abraham, se hacen realidad en nosotros hoy. Así, por fe en Jesúsheredamos las promesas de pueblo y tierra que originalmente fueron dadas a Abraham, pero ahora se realizan plenamente a través de Cristo.

Esto también nos lleva a una comprensión profunda de cómo el pacto con Abraham y el nuevo pacto en Cristo no son dos pactos separados, sino que son, en realidad, el mismo pacto, un pacto eterno. Cuando Jesús vino a la tierra, no vino a invalidar las promesas hechas a Abraham, sino a confirmarlas. Jesús, como siervo de Dios, vino para ratificar y cumplir las promesas hechas a los patriarcas de la fe: Abraham, Isaac y Jacob. Como se dice en Romanos 15:8, “Porque os digo que Cristo Jesús vino a ser siervo de la circuncisión, para confirmar las promesas hechas a los padres”. Esto significa que el nuevo pacto no es algo completamente distinto del pacto de Abraham, sino su cumplimiento definitivo en la persona y obra de Jesucristo.

Génesis 17:7,

Y estableceré mi pacto contigo y con tu descendencia[b]después de ti, por todas sus generaciones, por pacto eterno, de ser Dios tuyo y de toda tu descendencia después de ti. 

Genesis 17:19,

19 Pero Dios dijo: No, sino que Sara, tu mujer, te dará un hijo, y le pondrás el nombre de Isaac[a]; y estableceré mi pacto con él, pacto perpetuo para su descendencia después de él.

Las promesas hechas a Abraham sobre la descendencia eterna y el pacto eterno se refieren directamente a Cristo, quien es la verdadera simiente de Abraham. A través de Cristo, los creyentes, ya sean judíos o gentiles, son incluidos en este pacto eterno, y lo que comenzó con Abraham encuentra su cumplimiento y plenitud en la persona de Jesús. 

El pacto eterno, ratificado por la sangre de Jesús, es el pacto por el cual todos los que creen en Él se convierten en parte de la familia de Dios y herederos de l

Pablo utiliza una alegoría para ilustrar de manera poderosa la conexión entre los pactos, la fe en Jesús y la relación con Abraham, Sara, Isaac, Ismael y Agar.

La Alegoría de Pablo: La Fe en Jesús como la Única Manera de Ser Hijos de Dios

Para concluir este estudio, avanzamos un capítulo más en Gálatas 4, donde Pablo ofrece una alegoría profunda para ilustrar de manera clara y definitiva cómo la única manera de ser hijos de Dios es a través de la fe en Jesús, no por las obras de la ley. Este pasaje conecta todos los puntos tratados a lo largo del estudio, incluyendo los dos pactos, y nos da una comprensión aún más rica de la relación entre Abraham, Sara, Isaac, Ismael y Agar.

En Gálatas 4:21-31, Pablo presenta una alegoría basada en la historia de Agar y Sara, las dos mujeres de Abraham, y sus hijos, Ismael e Isaac. A través de esta alegoría, Pablo demuestra que el antiguo pacto, representado por Agar y su hijo Ismael, corresponde a la salvación por obras de la ley (es decir, la tentativa de alcanzar la justificación a través de la observancia de la ley). En cambio, Isaac, el hijo de Sara, es la representación de la promesa de Dios cumplida por la fe y, por lo tanto, es el símbolo de aquellos que son justificados por la fe en Jesús.

1. Agar e Ismael: La Ley y la Esclavitud

Pablo explica que Ismael, el hijo de Agar, es el resultado de la obra humana, nacida de una promesa apresurada de Abraham (Génesis 16), donde Abraham y Agar intentaron cumplir la promesa de Dios a su manera, sin esperar el cumplimiento divino. Ismael representa a aquellos que intentan alcanzar la justificación por las obras de la ley, buscando la salvación a través de esfuerzos humanos, sin reconocer que la salvación es un regalo de Dios que solo puede recibir por fe.

Este tipo de justicia por obras no lleva a la verdadera libertad, sino a la esclavitud. Pablo dice que aquellos que viven bajo la ley están, de alguna manera, esclavizados por ella, porque la ley no puede dar vida; solo puede mostrar el pecado y condenar a los que no la cumplen perfectamente. Por eso, Agar y su hijo Ismael simbolizan a los que intentan salvarse a través de sus propias obras, pero que, al final, no pueden heredar las promesas de Dios.

2. Sara e Isaac: La Promesa y la Libertad

Por otro lado, Isaac, el hijo de Sara, nació por la promesa de Dios (Génesis 18:10-14), lo que simboliza a aquellos que reciben la salvación no por sus esfuerzos, sino por la fe en las promesas divinas. Isaac fue un hijo de la libertad porque nació como un milagro en un contexto imposible (Sara era estéril y de edad avanzada), lo que muestra que la salvación es obra de Dios, no del hombre.

Pablo hace la conexión directa: Isaac representa a aquellos que son justificados por la fe en Jesús, el verdadero heredero de las promesas hechas a Abraham. Así, Isaac se convierte en el modelo de la libertad en Cristo, ya que la fe en Jesús libera a los creyentes del yugo de la ley y les otorga el derecho a ser llamados hijos de Dios.

3. El Nuevo Pacto: Un Llamado a la Libertad

El punto central de la alegoría es que la descendencia espiritual de Abraham no se basa en la ley, sino en la fe en las promesas de Dios, cumplidas a través de Jesucristo. Así como Isaac fue el hijo de la promesa, nosotros también somos hijos de Dios a través de la fe en Jesús, quienes hemos sido liberados de la esclavitud de la ley y llamados a vivir en la libertad del nuevo pacto.

Pablo concluye que, al igual que Sara y su hijo Isaac, los creyentes en Cristo son herederos de las promesas, mientras que aquellos que dependen de la ley, como Agar y Ismaelquedan fuera de esa herencia. La filiación divina no se obtiene por cumplir la ley, sino por confiar en Cristo como el cumplimiento de la promesa.

Romanos 4:14,

Porque si los que son de la ley son herederos, vana resulta la fe y anulada la promesa;

4. El Llamado Final: Vivir como Hijos de la Promesa

Pablo termina la alegoría con una exhortación a los creyentes: somos hijos de la libertad, y como tales, debemos vivir como herederos de las promesas, no como esclavos de la ley. A través de Cristo, hemos sido liberados de la condena de la ley, y ahora vivimos bajo la gracia de Dios, por la cual recibimos las bendiciones prometidas a Abraham.

En esta alegoría, Pablo conecta todos los aspectos claves del estudio: los dos pactosla descendencia de Abrahamla fe en Jesús, y cómo somos herederos de las promesas a través de Cristo. Este pasaje subraya de manera definitiva que la salvación no es por obras de la ley, sino por la fe en las promesas de Dios, cumplidas en la persona de Jesucristo.

Al entender esta alegoría, podemos concluir que la verdadera filiación con Dios es solo accesible a aquellos que, como Isaac, son hijos de la promesa, nacidos no de la carne ni de los esfuerzos humanos, sino por la fe en Jesucristo, el verdadero heredero de las promesas hechas a Abraham.

Gálatas 4:21-31,

21 Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis oído la ley? 22 Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre. 23 Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa. 24 Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; este es Agar. 25 Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues esta, junto con sus hijos, está en esclavitud. 26 Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre.

27 Porque está escrito:

Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz;

Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto;

Porque más son los hijos de la desolada, que de la que tiene marido.

28 Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa. 29 Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora. 30 Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre. 31 De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.

Agar e Ismael: La Esclavitud del Antiguo Pacto y la Justicia por Obras

Pablo, en su carta a los Gálatas, hace un uso poderoso de la alegoría de Agar e Ismael para ilustrar una verdad crucial: el antiguo pacto, representado por Agar y su hijo Ismael, es un pacto de esclavitud, que depende de las obras de la ley para alcanzar la salvación. Esta alegoría es fundamental para comprender cómo el antiguo pacto (el pacto dado en el Sinaí) está relacionado con aquellos que aún están buscando la justicia a través de las obras de la ley, en lugar de por la fe en Jesucristo.

1. Agar y el Antiguo Pacto

Pablo compara a Agar, la esclava egipcia que dio a luz a Ismael, con el antiguo pacto. Este pacto era un pacto basado en las obras de la carne (las obras de la ley). Así como Agar era una esclava, el antiguo pacto también estaba marcado por la esclavitud: esclavitud al pecado y a la ley, que no puede dar vida, sino solo señalar la transgresión y condenar. Agar, en este contexto, representa el antiguo pacto que estaba centrado en lo físico y en los rituales externos (como los sacrificios, la circuncisión, y la observancia de la ley).

El pacto del Sinaí se basaba en la obediencia humana y las obras de la carne, y, a pesar de que fue un pacto temporal y válido en su tiempo, nunca tuvo la capacidad de ofrecer una justificación eterna. Los que permanecen bajo el antiguo pacto, sin reconocer a Jesús como el Mesías, continúan bajo la esclavitud del pecado y de la ley, ya que la ley no puede justificar (Romanos 3:20). Aquellos que siguen buscando la salvación a través de la ley, como los israelitas que rechazaron a Cristo, siguen en la misma esclavitud espiritual que Agar representaba.

2. Ismael y los judíos Según la Carne

Ismael, el hijo de Agar, nació de una manera carne/pecado. Fue el resultado de la tentativa de Abraham y Sara de cumplir la promesa de Dios a través de sus propios esfuerzos humanos, al no esperar el cumplimiento divino, lo que resultó en el nacimiento de Ismael (Génesis 16). Ismael representa a los que intentan alcanzar la salvación por sus propios esfuerzos y no a través de la promesa de Dios. De esta manera, Ismael se convierte en un símbolo de aquellos que buscan justicia por las obras de la ley, como los judíos que no creen en Jesús como el Mesías.

Por tanto, Ismael es visto como el hijo de la carne, alguien que no nació de la promesa divina, sino de la obra humana. Pablo, al hacer este paralelismo, señala que los judíos según la carne, aquellos que no han nacido de nuevo a través del Espíritu Santo y que rechazan a Cristo, no pueden ser considerados verdaderos hijos de Abraham. Como Ismael fue expulsado de la familia de Abraham, de la misma manera, los que rechazan a Jesucristo son expulsados del pueblo de Dios, ya que no tienen parte en la promesa eterna hecha a Abraham.

3. El Antiguo Pacto y la Esclavitud Espiritual

Los que siguen bajo el antiguo pacto sin reconocer a Jesucristo continúan en esclavitud espiritual, tal como Agar e Ismael fueron expulsados. La ley no puede salvar, solo puede condenar. La salvación solo es posible por fe en Jesús, que es la simiente de Abraham, a través de quien las promesas a Abraham se cumplen.

De hecho, los judíos que no creen en Jesús siguen bajo la esclavitud del pecado y la ley, porque, aunque siguen observando la ley, no han experimentado la justificación por fe que se encuentra solo en Cristo Jesús. Así, al igual que Agar e Ismael fueron finalmente expulsados de la familia, de la misma manera los que se aferran a la ley y rechazan a Cristo como el Mesías son excluidos de las bendiciones de la promesa eterna.

4. El Llamado a la Libertad: El Nuevo Pacto en Cristo

Por otro lado, el nuevo pacto, representado por Sara e Isaac, es el pacto de libertadIsaac, nacido de la promesa divina, es el verdadero hijo de la libertad, y aquellos que son hijos de la promesa, como Isaac, son nacidos de nuevo por el Espíritu y reciben la salvación por fe en Cristo Jesús. El nuevo pacto, ratificado por la sangre de Jesús, nos ofrece la justificación y la adopción como hijos de Dios (Romanos 8:15-17).

El contraste entre Agar e Ismael y Sara e Isaac es claro: Agar e Ismael representan a aquellos que buscan la salvación por las obras de la ley, en esclavitud al pecado; mientras que Sara e Isaac representan a aquellos que son hijos de la promesanacidos de nuevo por el Espíritu, y herederos de las promesas de Dios a través de Jesucristo.

En resumen, la alegoría de Agar e Ismael y Sara e Isaac muestra el contraste fundamental entre el antiguo pacto basado en las obras de la ley, que no puede salvar, y el nuevo pacto basado en la fe en Jesucristo, que trae libertad y justificación. Aquellos que buscan la salvación por las obras de la ley, como Ismael, siguen en esclavitud espiritual, mientras que los que creen en Jesucristo, como Isaac, son herederos de las promesas de Dios y viven en la libertad del nuevo pacto.

Así, Pablo nos invita a ser hijos de la promesa y vivir en la libertad que Cristo ofrece, dejando atrás las obras de la carne y abrazando la salvación por fe en Jesús.

El mensaje central de Pablo en Gálatas 4 y resalta la poderosa alegoría entre Sara e Isaac y el nuevo pacto en Cristo. Aquí te ofrezco una versión más detallada y desarrollada de ese paralelo, centrando la atención en la conexión entre el nuevo pacto y la libertad que ofrece a los creyentes.

Romanos 8:2,

Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte.

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