La exclusividad de Dios y la esperanza final
Existe una tensión entre la grandeza divina y la limitación humana. Los desafíos provienen de la autoridad y el poder absoluto de Dios, mientras que la finitud del hombre queda implícita en su incapacidad para superarlos sin la gracia divina.
Marcos 4:10-12,
“Cuando estuvo solo, los que estaban cerca de él con los doce le preguntaron sobre la parábola. Y les dijo: A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios; mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas; para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados los pecados.”
Estas palabras, pronunciadas por Jesús, resultan profundamente desconcertantes para muchos. No solo para la mente carnal —aquella que no ha sido regenerada por el Espíritu de Dios—, sino incluso para el cristiano moderno acostumbrado a una imagen de Jesús exclusivamente abierta, inclusiva y accesible para todos sin distinción.
¿Realmente dijo eso? ¿Está Jesús afirmando que a algunos se les revela el misterio del Reino de Dios, mientras que a otros se les oculta deliberadamente bajo el velo de las parábolas? Y aún más sorprendente: ¿lo hace para que no se conviertan y no sean perdonados?
Este pasaje desafía profundamente nuestras nociones humanas de justicia y amor divino. Nos recuerda que el Reino de Dios no es simplemente un concepto accesible por esfuerzo humano, lógica o incluso deseo religioso. Es un misterio, y como tal, requiere revelación divina. Jesús distingue entre dos grupos: “los que están cerca de él” y “los que están fuera”. A los primeros se le da acceso al misterio; a los segundos, sólo se les habla en parábolas.
Este tipo de distinción puede parecer escandalosa para nuestra mentalidad contemporánea. Sin embargo, no es una muestra de antojo divino, sino de una soberanía que va más allá de nuestra comprensión. Dios, en su infinita sabiduría, revela su verdad a los humildes, a los que se acercan con fe, con hambre y con entrega genuina. Mientras tanto, endurece el corazón de aquellos que ya han elegido endurecerse, como ocurrió con el faraón en los tiempos de Moisés
Éxodo 9:12,
Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y no los oyó, como Jehová lo había dicho a Moisés.
Las parábolas no eran simples ilustraciones. Eran filtros espirituales. Para algunos, abrían puertas; para otros, las cerraban. Esta dinámica nos muestra que la revelación no se trata sólo de oír con los oídos, sino de percibir con el espíritu. La verdad del Reino no se impone por la fuerza ni se accede por mérito intelectual, sino que se revela a quienes se han rendido a la gracia y han sido llamados por el Padre.
Entonces, sí, Jesús dijo eso. Y sí, la verdad puede ser oculta para algunos mientras es revelada a otros. No porque Dios sea injusto, sino porque su propósito redentor sigue un plan más alto que el nuestro, donde su misericordia y justicia convergen en perfecta armonía.
Isaías 40:28,
¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance.
1. “¿No has sabido, no has oído…?”
Este comienzo es una llamada de atención. El profeta Isaías está confrontando al pueblo con una verdad que ya deberían conocer, pero que han olvidado o descuidado. En tiempos de crisis, duda o desánimo, el corazón humano tiende a perder de vista quién es Dios. Esta pregunta retórica busca despertar la memoria espiritual del oyente.
Es como si dijera: “¿De verdad has olvidado quién es tu Dios?”
2. “…que el Dios eterno es Jehová…”
Aquí se afirma uno de los atributos más fundamentales de Dios: Él es eterno. No tiene principio ni fin. No está sujeto al tiempo como nosotros. Él siempre ha sido y siempre será.
Al llamarlo “Jehová” (YHWH), se refiere al Dios del pacto, el “Yo Soy” revelado a Moisés (Éxodo 3:14), aquel que es auto existente, fiel, inmutable. Isaías está diciendo: Tu Dios no es uno más entre muchos, sino el eterno, el incomparable, el que no cambia ni falla.
3. “…el cual creó los confines de la tierra”
Esto nos recuerda el poder creativo de Dios. No sólo formó lo que está cerca o lo que podemos ver, sino “los confines de la tierra” —todo lo que existe, incluso lo más lejano o inaccesible para el ser humano. Esta afirmación subraya su soberanía total sobre el universo.
Cuando Isaías menciona esto, quiere que recordemos: el que tiene el poder para crear todo lo visible e invisible también tiene el poder para sostenernos, ayudarnos y cumplir sus promesas.
4. “No desfallece, ni se fatiga con cansancio”
A diferencia de los seres humanos, Dios nunca se agota, nunca se cansa, nunca pierde fuerza ni se debilita con el tiempo. Su energía no se desgasta, su poder no mengua.
Esto es un consuelo profundo para los que están fatigados por la vida, el sufrimiento o la espera. Cuando tú estás débil, Dios no lo está. Y cuando confías en Él, puedes recibir fortaleza que no viene de ti, sino de su fuente inagotable.
5. “Y su entendimiento no hay quien lo alcance”
Finalmente, Isaías declara que el entendimiento de Dios es infinitamente más alto que el nuestro. No siempre entendemos por qué Dios permite ciertas cosas o por qué tarda en responder, pero podemos confiar en que Él sabe lo que hace. Su sabiduría no está limitada como la nuestra.
Esto nos invita a la humildad. No todo se explica o se entiende desde la perspectiva humana, pero todo está bajo el control de Aquel que ve el principio y el fin al mismo tiempo.
Isaías 40:28 es una afirmación majestuosa del carácter, poder y sabiduría de Dios. En medio de la debilidad, el cansancio o la confusión, esta palabra nos llama a levantar la mirada y recordar que nuestro Dios es eterno, todopoderoso y sabio. Él no cambia, no se cansa, y nunca pierde el control. Aunque no entendamos todo, podemos confiar plenamente en Él.
Isaías 46:9-10,
9 Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, 10 que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero;
Versículo 9: “Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos…”
Dios comienza exhortando a su pueblo a recordar. Esta es una invitación a no olvidar lo que Él ha hecho a lo largo de la historia: su fidelidad, sus obras poderosas, sus juicios, sus promesas cumplidas. La memoria espiritual es esencial para mantener la fe viva.
Israel, como nosotros muchas veces, caía en la duda o el temor cuando olvidaba quién era su Dios y lo que había hecho por ellos en el pasado.
“…porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí”
Aquí Dios afirma su unicidad y exclusividad. No hay otro como Él. Los ídolos, dioses paganos, y poderes humanos son nada en comparación. Dios no es simplemente el más poderoso —es el único verdadero Dios. Su grandeza no tiene paralelo ni comparación.
Versículo 10: “que anuncio lo por venir desde el principio…”
Este es uno de los atributos más impresionantes de Dios: Él declara el futuro antes de que ocurra. Él no predice el futuro como un profeta adivinando; Él lo determina y lo anuncia con certeza.
Desde el inicio de todas las cosas, Dios ha tenido un plan perfecto. Nada lo toma por sorpresa. Esto demuestra que Dios no solo conoce todo lo que sucederá, sino que tiene control sobre la historia. Lo que para nosotros es incierto, para Él ya es conocido y decretado.
“…y desde la antigüedad lo que aún no era hecho”
Dios no sólo ve el futuro, sino que tiene autoridad sobre todo lo que todavía no ha sucedido. Esto abarca los detalles más pequeños y los eventos más grandes.
“que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero”
Esta es una declaración contundente de su voluntad soberana:
“Mi consejo permanecerá” significa que su plan nunca falla, no cambia, ni puede ser frustrado.
“Haré todo lo que quiero” revela que su voluntad se cumple por encima de cualquier resistencia humana, espiritual o circunstancial. Dios no pide permiso para obrar. Él ejecuta su voluntad con autoridad total.
Hechos 15:18,
“Conocidas son a Dios desde la eternidad todas sus obras.”
(Algunas versiones modernas lo traducen como: “El Señor da a conocer estas cosas desde tiempos antiguos.”)
Este versículo aparece en el Concilio de Jerusalén (Hechos 15), una reunión crucial en la historia de la Iglesia primitiva. La gran pregunta que se debatía era:
¿Deben los gentiles (no judíos) seguir la Ley de Moisés para ser salvos?
Algunos creyentes judíos pensaban que sí: que los gentiles debían circuncidarse y obedecer la ley judía. Pero después de mucha discusión, Santiago, el líder de la iglesia en Jerusalén, se levanta y da su veredicto.
Antes de citar este versículo (v.18), Santiago dice:
“Y con esto concuerdan las palabras de los profetas…” (v.15)
y luego cita al profeta Amós, mostrando que Dios ya había dicho que los gentiles también serían parte de su pueblo.
Y entonces concluye con esta frase: “Conocidas son a Dios desde la eternidad todas sus obras.”
1. “Conocidas son a Dios…”
Dios no está sorprendido ni improvisando. Él conoce todo lo que hará, no solo lo que sucede, sino todo lo que Él ha determinado llevar a cabo.
2. “…desde la eternidad…”
Dios no comenzó a planear las cosas cuando surgió un problema. Su plan es eterno. La inclusión de los gentiles no fue un “plan B”, sino parte de su propósito eterno desde el principio.
3. “…todas sus obras.”
Esto abarca todo lo que Él hace en la historia de la redención: la elección de Israel, la venida de Cristo, la salvación de los gentiles, la expansión de la Iglesia… todo ya estaba en su conocimiento y voluntad.
Hechos 15:18 nos recuerda que:
Dios no improvisa. Todo lo que Él hace ha sido planificado desde la eternidad.
La salvación de los gentiles es parte del plan eterno de Dios. No es un accidente ni una concesión de último minuto.
Su sabiduría y soberanía nos deben inspirar confianza. Aunque a veces no entendamos lo que ocurre, Dios tiene un plan más grande y antiguo que lo que vemos.
Salmo 147:4-5,
4 Él cuenta el número de las estrellas;
A todas ellas llama por sus nombres.
5 Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder;
Y su entendimiento es infinito.
Verso 4: “Él cuenta el número de las estrellas; A todas ellas llama por sus nombres.”
Este versículo nos muestra la grandeza majestuosa de Dios como Creador. En tiempos antiguos, mirar al cielo nocturno e intentar contar las estrellas era símbolo de lo imposible. Incluso con la tecnología moderna, no conocemos cuántas estrellas existen realmente, y mucho menos podríamos nombrarlas todas.
Verso 5: “Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder; Y su entendimiento es infinito.”
Este versículo refuerza la idea del versículo anterior con tres verdades clave sobre Dios:
“Grande es el Señor nuestro”
– Su grandeza no es sólo física (como Creador del universo), sino moral, espiritual y personal.
– Él es sublime, soberano y digno de adoración.
“Y de mucho poder”
– Dios no sólo sabe, Él puede. Tiene poder ilimitado para cumplir sus propósitos, sanar, restaurar, salvar.
– Su poder no se agota y no hay fuerza contraria que lo limite.
“Y su entendimiento es infinito”
– Mientras que nuestro conocimiento es limitado, el entendimiento de Dios no tiene fin.
– Él ve más allá del presente, más allá de las apariencias, más allá del tiempo. Nada lo confunde, lo sorprende ni lo abruma.