La Soberanía Divina como origen de las pruebas
Hechos 15:18,
“Conocidas son a Dios desde la eternidad todas sus obras.”
Este versículo forma parte del diálogo entre Moisés y Dios en la zarza ardiente (Éxodo 3–4). Dios está llamando a Moisés a liderar la liberación del pueblo de Israel de Egipto.
Pero Moisés pone excusas. En particular, en el verso 10 dice: “¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra… soy tardo en el habla y torpe de lengua.”
Es decir, Moisés duda de sí mismo. Se siente incapaz, inseguro e indigno de hablar por Dios ante Faraón.
Y ahí es cuando Dios responde con este versículo (4:11), recordándole quién es Él.
Éxodos 4:11,
Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová?
“¿Quién dio la boca al hombre?”
Dios le recuerda a Moisés que Él es el Creador. La boca —el instrumento del habla— fue hecha por Dios. Por tanto, si Dios hizo la boca, Él puede usarla, sostenerla y capacitarla.
Esto implica que las limitaciones humanas no limitan a Dios.
“¿O quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego?”
Esta parte es impactante. Dios está diciendo que incluso las capacidades físicas (o su ausencia) están bajo su control soberano. No afirma que todos los casos de discapacidad son actos de juicio o castigo, sino que Él es soberano sobre la condición humana en su totalidad.
Dios no se equivoca en cómo forma a cada persona. Él tiene un propósito incluso en nuestras limitaciones.
“¿No soy yo Jehová?”
Esta pregunta retórica es como un golpe final a la duda de Moisés:
“Yo soy el Señor. ¿Crees que no sé lo que hago? ¿Crees que no puedo usar tu debilidad para mi gloria?”
La palabra “Jehová” (YHWH) es el nombre revelado en Éxodo 3:14, el “YO SOY EL QUE SOY”. Es el Dios autosuficiente, eterno, que no depende de nada ni de nadie. Si Él llama, Él capacita.
Nuestras debilidades no son obstáculos para Dios, sino oportunidades para mostrar su poder.
Cuando Dios llama, no se basa en nuestras habilidades, sino en su plan y poder.
Excusarnos por nuestras limitaciones revela más incredulidad que humildad.
Dios es soberano sobre nuestras capacidades y limitaciones. Él sabe cómo usarnos tal como somos.
Éxodo 4:11,
“¿Quién dio la boca al hombre? ¿O quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová?”
Aquí, Dios responde a Moisés, quien había dicho que no era elocuente, que no sabía hablar bien. Dios no le promete cambiar su debilidad, sino que le recuerda que Él es el Creador, que no se equivocó al formarlo así, y que su poder no depende de las habilidades humanas.
2 Corintios 12:9,
“Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.”
Pablo aquí está hablando de un “aguijón en la carne” —una debilidad o sufrimiento persistente. Él pidió a Dios que se lo quitara, pero la respuesta divina fue:
“Mi gracia es suficiente.”
Dios no siempre elimina nuestras debilidades. Él las usa como escenarios donde su poder se manifiesta más claramente. En lugar de eliminar el aguijón, Dios le ofreció a Pablo una dependencia más profunda en su gracia.
Conexión profunda entre ambos pasajes
Éxodo 4:11 (Moisés) 2 Corintios 12:9 (Pablo)
Moisés dice: “No puedo hablar bien” Pablo dice: “Tengo un aguijón”
Dios no elimina el problema Dios tampoco quita el aguijón
Dios recuerda a Moisés quién lo hizo Jesús le dice a Pablo: “Mi gracia basta”
Dios promete estar con su boca (v.12) Cristo dice: “Mi poder se perfecciona en tu debilidad”
La debilidad se convierte en instrumento Pablo se gloría en su debilidad
Ambos versículos muestran que la debilidad no descalifica a nadie del llamado de Dios, sino que puede ser el canal por donde Dios glorifica su poder.
Efesios 1:11-12,
11 En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad,
12 a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo.
Romanos 11:33-36,
33 ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!
34 Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?
35 ¿O quién le dio a él primero, para que le sea recompensado?
36 Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.
Verso 33: “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios!”
Pablo está asombrado. Después de hablar durante tres capítulos (Romanos 9–11) sobre la elección soberana, la incredulidad de Israel, la inclusión de los gentiles, y el plan final de redención, termina con una exclamación de adoración.
Riquezas: No solo materiales, sino espirituales —la generosidad de Dios en su gracia.
Sabiduría: La capacidad de Dios para ordenar todo con propósito perfecto.
Ciencia (conocimiento): Dios lo sabe todo —nada se le escapa.
La sabiduría de Dios no solo es profunda, es incomprensible para la mente humana.
“¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!”
Insondables: No se pueden medir ni explorar completamente.
Inescrutables: No se pueden rastrear ni entender del todo.
El actuar de Dios muchas veces nos sobrepasa. Pero eso no significa que sea ilógico o caótico, sino que es más alto que nuestro entendimiento (véase Isaías 55:8-9).
Verso 34: “¿Quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?”
Aquí Pablo cita Isaías 40:13, una afirmación directa de la soberanía y autosuficiencia de Dios. “¿Quién enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole?”
Dios no necesita consejos, ni opiniones, ni asesoramiento. Nadie ha visto el plan completo ni ha contribuido con ideas a Su voluntad.
Dios no consulta a nadie. Su plan es perfecto desde la eternidad.
Verso 35: “¿O quién le dio a él primero, para que le sea recompensado?”
Esta es una referencia a Job 41:11, otra afirmación de que Dios no le debe nada a nadie.
Nadie puede obligar a Dios en estar en deuda con ellos; de otro modo seria limitar su soberanía y gracia. Todo lo que recibimos de Él es por gracia, no porque lo merezcamos o lo hayamos ganado.
Si Dios da, es porque quiere, no porque esté obligado.
Verso 36: “Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas…”
Este es uno de los versículos más profundos de toda la Biblia sobre la centralidad absoluta de Dios:
De él: Él es el origen de todo.
Por él: Él es el medio o sustentador de todo.
Para él: Él es el propósito final de todo.
Todo lo que existe tiene su fuente, su razón y su destino en Dios.
“A él sea la gloria por los siglos. Amén.”
La única respuesta adecuada a estas verdades es la adoración.
Toda la gloria, toda la honra, todo el reconocimiento le pertenecen exclusivamente a Dios —no por obligación, sino porque Él lo merece eternamente.
Dios es sabio más allá de lo que podemos entender.
No le debemos decir cómo obrar. Él no necesita nuestra aprobación.
Todo proviene de Él y todo existe para su gloria.
Nuestra postura debe ser como la de Pablo: adorar, rendirnos y confiar.
Este pasaje encaja perfectamente con los otros que hemos visto (Éxodo 4:11, Efesios 1:11, Isaías 46:10), mostrando un retrato bíblico coherente de un Dios que es soberano, sabio, autosuficiente y glorioso.
No necesitamos perder el tiempo preguntándonos por qué existimos. Es Él, el único que siempre ha estado en control de todas las cosas, realizando maravillosas obras a nuestro alrededor. Si tan solo pudiéramos entender que todo lo que ocurre está hecho de acuerdo al sabio consejo de Su voluntad.
Jueces 3:8,
Y la ira de Jehová se encendió contra Israel, y los vendió en manos de Cusan-risataim rey de Mesopotamia; y sirvieron los hijos de Israel a Cusan-risataim ocho años.
Isaías 42:24-25,
24 ¿Quién dio a Jacob en botín, y entregó a Israel a saqueadores? ¿No fue Jehová, contra quien pecamos? No quisieron andar en sus caminos, ni oyeron su ley.
25 Por tanto, derramó sobre él el ardor de su ira, y fuerza de guerra; le puso fuego por todas partes, pero no entendió; y le consumió, mas no hizo caso.
Jeremías 42:17,
Todos los hombres que volvieren sus rostros para entrar en Egipto para morar allí, morirán a espada, de hambre y de pestilencia; no habrá de ellos quien quede vivo, ni quien escape delante del mal que traeré yo sobre ellos.
¿Puede Dios poner obstáculos en el hombre para impedirle creer su Palabra?
Sí. La Biblia enseña que, en su soberanía, Dios a veces oculta, endurece o restringe la comprensión espiritual del ser humano. Esto puede sonar chocante al oído moderno, pero está claramente revelado en las Escrituras.
1. Jesús enseñó con ese propósito
En Marcos 4:11-12, Jesús dice:
“A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios; más a los que están fuera, por parábolas todas las cosas; para que, viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados los pecados.”
Aquí Jesús intencionalmente oculta la verdad mediante parábolas para que ciertos oyentes no entiendan, porque el juicio ya había sido decretado sobre corazones duros. Esto es una acción deliberada de Dios dentro de su plan justo.
2. Dios endureció el corazón de Faraón
En Éxodo 4–14, repetidamente se dice que Faraón endureció su corazón, y que Dios endureció el corazón de Faraón.
Éxodo 9:12;
Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y no los oyó, como Jehová lo había dicho a Moisés.
Éxodo 10:1,
Jehová dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón; porque yo he endurecido su corazón, y el corazón de sus siervos, para mostrar entre ellos estas mis señales,
Éxodo 11:10,
Y Moisés y Aarón hicieron todos estos prodigios delante de Faraón; pues Jehová había endurecido el corazón de Faraón, y no envió a los hijos de Israel fuera de su país.
Esto muestra que Dios, en su soberanía justa, a veces afirma y sella la dureza del corazón humano como juicio.
3. Pablo enseña que Dios ciega y endurece
En Romanos 11:7-8, hablando de Israel, Pablo dice:
“Lo que Israel buscaba, no lo alcanzó; pero los escogidos sí lo alcanzaron, y los demás fueron endurecidos; como está escrito: Dios les dio espíritu de estupor, ojos con que no vean, y oídos con que no oigan, hasta el día de hoy.”
Y en 2 Tesalonicenses 2:11-12, dice:
“Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad…”
Es decir, cuando las personas rechazan repetidamente la verdad, Dios confirma su incredulidad como juicio.
4. La soberanía de Dios no anula la responsabilidad del hombre
Aunque Dios puede ocultar, endurecer o impedir temporalmente la fe, también es cierto que el ser humano es responsable por su incredulidad. Nadie podrá acusar a Dios de injusticia, porque su justicia y su misericordia están en perfecto equilibrio.
Romanos 9:20,
20 Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: Por qué me has hecho así?
Sí, Dios puede poner obstáculos espirituales, como el endurecimiento o el ocultamiento de la verdad, para cumplir sus propósitos eternos, sea juicio o redención.
Pero estos actos nunca son injustos: siempre se dan dentro del marco de su sabiduría, justicia y santidad perfectas. ¿Puede Dios poner obstáculos en el hombre para impedirle creer su Palabra?