Su Fundamento

Los Desafíos del Eterno – Parte 3

Esto muestra que Dios, en su soberanía justa, a veces afirma y sella la dureza del corazón humano como juicio.

Eclesiastés 1:13-15,

13 Y di mi corazón a inquirir y a buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo; este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los hombres, para que se ocupen en él. 14 Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu. 15 Lo torcido no se puede enderezar, y lo incompleto no puede contarse.

Romanos 8:20,

Porque las criaturas sujetas fueron a vanidad, no de su voluntad, sino por causa del que las sujetó, (Biblia del Jubileo, JBS)

La Carne y su Relación con el Pecado

En el Nuevo Testamento, “la carne” (gr. sarx) no es simplemente el cuerpo físico, sino la humanidad caída, orientada hacia el yo y alejada de Dios.

La carne está constantemente vinculada con el pecado y la muerte

Romanos 7:5,

Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte.

Gálatas 5:19-21,

19 Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, 20 idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, 21 envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.

Importante aclaración:

Algunas traducciones usan “naturaleza pecaminosa”, pero esto puede dar la idea de que el ser humano tiene dos naturalezas. Más apropiadamente, podemos hablar de inclinaciones o instintos —que en sí no son malos, pero están distorsionados por la caída de Adán.

Romanos 8:6-8,

6 Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.

7 Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; 8 y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.

No estamos simplemente enfermos espiritualmente, sino muertos en delitos y pecados (Efesios 2:1), y la carne no puede producir vida espiritual.

Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,

Romanos 11:32,

Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos.

Si, Dios ha sujetado (amarrado con llave) a todos en mortalidad y humanidad, y ésta no fue de nuestra decisión. Nuestra carne que tanto limita nuestro caminar con Dios, es solamente sujeta a aquel que la creó, y nuestra existencia futura depende del que sujeto todas las cosas. Atrás de todas las cosas está la mano del Todopoderoso, Dios Omnipotente Creador, Quien obra todas las cosas de acuerdo a la Soberanía de su voluntad.

La Universalidad del Pecado: Todos son culpables

Pablo, en Romanos 1–3, presenta un argumento legal y moral: toda la humanidad está bajo pecado.

Romanos 1:18-32 – Los gentiles, que no tenían la Ley, son culpables porque su conciencia los acusa.

Romanos 2:1-29 – Los judíos, que sí tenían la Ley, también son culpables, porque no la obedecieron.

Romanos 3:9-20 – Concluye que “no hay justo, ni aun uno”. La ley nos condena, no nos justifica.

Romanos 3:19,

Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios;

Nadie puede justificarse por sus obras. Nuestra condición caída exige redención, no reforma.

El Plan Soberano de Dios: Sujetar a todos para tener misericordia

Aquí llegamos a una de las declaraciones más profundas del plan de redención:

Romanos 11:32,

“Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos.”

Esto no significa que Dios sea la causa del pecado, sino que, en su soberanía, ha permitido que toda la humanidad experimente su incapacidad espiritual, para así mostrar su gracia y misericordia sin distinción.

Romanos 5:20,

“Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; más cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia.”

Esto destruye todo orgullo religioso. La salvación no es por mérito humano, sino por gracia soberana. Dios orquesta incluso la historia del pecado humano para magnificar su misericordia.

La carne no es neutral: está corrompida por el pecado.

Toda la humanidad —religiosa o irreligiosa— está bajo la misma condenación.

Pero Dios, en su plan eterno, ha permitido esta realidad para revelar la gloria de su gracia.

Nuestra única esperanza está en Cristo, quien venció la carne, el pecado y la muerte, y nos ofrece vida nueva por el Espíritu.

Daniel 4:35,

Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?

Este versículo es parte del testimonio personal del rey Nabucodonosor, rey de Babilonia, después de haber sido humillado por Dios. Él había sido advertido en un sueño que sería rebajado a la condición de una bestia por su orgullo. Luego de cumplir ese período de humillación, Dios le restauró el entendimiento y el trono, y el rey mismo alaba la soberanía del Altísimo.

Esto es asombroso, porque no es un profeta de Israel quien habla, sino un rey pagano, reconociendo la majestad de Dios con absoluta claridad.

“Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada”

Esto no significa que el ser humano no tenga valor, sino que, comparados con la majestad, el poder y la eternidad de Dios, toda la humanidad junta es insignificante.

Es una forma de afirmar la infinitud de Dios frente a la pequeñez de su creación.

Isaías 40:17,

17 Como nada son todas las naciones delante de él; y en su comparación serán estimadas en menos que nada, y que lo que no es.

Ejército del cielo: en este pasaje se refiere a los ángeles y seres celestiales.

Habitantes de la tierra: toda la humanidad, sin excepción.

Esto declara que Dios gobierna tanto el mundo espiritual como el mundo físico.

Él no pide permiso. Su voluntad no se puede frustrar ni alterar. (Aunque podrías espiritualizarlo también en relación a cielo y tierra)

Salmo 115:3,

“Nuestro Dios está en los cielos; todo lo que quiso ha hecho.”

“Y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?”

Aquí se afirma que nadie puede resistirse al obrar de Dios, ni mucho menos cuestionarlo con éxito.

Es la reivindicación máxima de la soberanía divina:

Su voluntad es irrevocable,

Su autoridad es incuestionable,

Su plan es inmutable.

Romanos 9:20,

“¿Quién eres tú, oh hombre, para que alterques con Dios?”

Job 34:14-15,

14 Si él pusiese sobre el hombre su corazón,

Y recogiese así su espíritu y su aliento,

15 Toda carne perecería juntamente,

Y el hombre volvería al polvo.

Dios es el Creador, y nosotros no somos más que sus criaturas. Nuestra existencia depende totalmente de Él. Si Él no sostiene nuestras vidas, simplemente perecemos. Así de simple y así de serio.

Hechos 17:28,

“Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos…”

Colosenses 1:17,

“Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten.”

Siempre me ha sorprendido la arrogancia de aquellos que no reconocen que, en esencia, no somos más que polvo. El día que se presenten ante su Creador, muchos deberán humillarse profundamente.

El rey Herodes aceptó la adoración de los hombres, una honra que corresponde únicamente a Dios. La respuesta divina fue inmediata: el juicio cayó sobre él sin demora.

 Hechos 12:20-23,

20 Y Herodes estaba enojado contra los de Tiro y de Sidón; pero ellos vinieron de acuerdo ante él, y sobornado Blasto, que era camarero mayor del rey, pedían paz, porque su territorio era abastecido por el del rey. 21 Y un día señalado, Herodes, vestido de ropas reales, se sentó en el tribunal y les arengó. 22 Y el pueblo aclamaba gritando: ¡Voz de Dios, y no de hombre! 23 Al momento un ángel del Señor le hirió, por cuanto no dio la gloria a Dios; y expiró comido de gusanos.

La Escritura es clara:

1 Corintios 1:26–29,

26 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia.

Dios no comparte Su gloria con la carne humana. La soberbia no tiene lugar delante de Él.

El apóstol Pedro lo declara con claridad:

“Porque: Toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae.”

— 1 Pedro 1:24

Nuestra carne no solo representa una prisión de la que necesitamos redención; también es, en muchos casos, un obstáculo divinamente permitido para que el hombre no se gloríe en sí mismo.

“A fin de que nadie se jacte en Su presencia.”

— 1 Corintios 1:29

El orgullo humano es incompatible con la santidad divina. En el día final, todo lo que exalte al hombre sin Dios será reducido a nada.

Sin embargo, los que hemos recibido las primicias del Espíritu vivimos con una esperanza mayor:

“Y no solo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, aun nosotros mismos gemimos en nuestro interior, aguardando ansiosamente la adopción como hijos, la redención de nuestro cuerpo.”

Romanos 8:23

Nuestra redención no es solamente espiritual, sino también corporal. Aguardamos el día glorioso en que seremos plenamente transformados, y toda la gloria será únicamente para Dios.

Es importante reflexionar que, a lo largo de la historia humana, el lenguaje mismo ha sido un obstáculo. La comunicación, sin duda, ha sido crucial para la proclamación de la Palabra de Dios, y sigue siéndolo hoy en día.

Volviendo al relato de la torre de Babel, debemos entender que no fue un accidente, sino parte del gran plan soberano de Dios a lo largo de las edades. Él permitió la confusión de lenguas para cumplir con Su propósito divino: dispersar a la humanidad y limitar su orgullo, para que no construyera una ciudad que simbolizara su autosuficiencia.

La historia de Babel es un recordatorio de que la autosuficiencia humana se opone al plan de Dios. La gloria es y será siempre Suya.

Genesis 11:1-9 – (La palabra Babel significa confusión).

Con la enseñanza del evangelio del Reino, existe una solución final a este gran dilema.

A través de Cristo, Dios ha provisto un camino de redención no solo para el alma humana, sino también para el cuerpo y, en última instancia, para toda la creación. El evangelio del Reino no se limita a una salvación individual o meramente espiritual, sino que abarca la restauración completa del orden divino que fue quebrantado por el pecado, la soberbia y la confusión introducida en Babel.

En Cristo, las barreras impuestas por el lenguaje, la carne y la vanagloria del hombre encuentran su resolución. Él es la Palabra eterna que trasciende toda división. Donde antes hubo dispersión, ahora hay unidad en el Espíritu; donde hubo confusión, ahora hay claridad por medio de la verdad revelada; donde hubo corrupción, ahora hay promesa de redención total.

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