Las Buenas Nuevas del Reino de Dios
La Biblia se compone de dos documentos: el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento.
Estos documentos equivalen aproximadamente a dos pactos: el antiguo pacto y el nuevo pacto. Digo aproximadamente porque el antiguo pacto no comenzó en Génesis 1, y el nuevo pacto no comenzó en Mateo 1.
Un pacto es un acuerdo vinculante entre dos partes caracterizado por promesas y obligaciones. En un contexto bíblico, un pacto describe cómo Dios se relaciona con las personas. Dios nunca cambia, pero nosotros sí. Dios le dio gracia a Abraham, pero los hijos de Israel prefirieron la ley.
El antiguo pacto, que estaba basado en la ley, era la forma en que Dios se relacionaba con la nación de Israel. El nuevo pacto, que se basa en la gracia, es la forma en que Dios se relaciona con todos.
El antiguo pacto entró en vigor en el monte Sinaí a través de Moisés, el representante de Israel, mientras que el nuevo pacto entró en vigor en el monte Calvario a través de Cristo, el representante de la humanidad.
La noche antes de su muerte, el Hijo de Dios anunció un nuevo pacto:
Lucas 22:20,
20 De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.
Literalmente estaba declarando su última voluntad y testamento, un nuevo pacto que entraría en vigor cuando él muriera
Hebreos 9:16-17,
16 Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador. 17 Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive.
Cuando Jesús murió y resucitó, estableció un Nuevo Pacto anunciado por la ley y los profetas que hizo obsoleto el Antiguo Pacto de Moisés.
2 Corintios 3:1–6,
3 ¿Comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros mismos? ¿O tenemos necesidad, como algunos, de cartas de recomendación para vosotros, o de recomendación de vosotros? 2 Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres; 3 siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón.
4 Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios; 5 no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios, 6 el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.
Pablo dice muchas cosas acerca del antiguo pacto y la ley mosaica que parecen negativas. La letra de la ley mosaica, por ejemplo, “mata” (v. 6). En este pasaje, el Apóstol llama al antiguo pacto “ministerio de muerte” (v. 7). “Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer,”
Esto plantea preguntas, porque Pablo también habla de la ley como algo bueno. Por ejemplo, recurre a la ley en busca guiar la vida cristiana
Efesios 6:1-3,
6 Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. 2 Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; 3 para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.
Además, en este pasaje el Apóstol señala que el antiguo pacto vino con gloria (v. 7), “Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria… Entonces, ¿tenemos aquí una contradicción en la enseñanza de Pablo?
El antiguo pacto tenía su propia gloria particular, pero no fue el medio por el cual Dios trajo la salvación al mundo. Su gloria consistió en revelar el carácter del Señor y señalar a las personas su necesidad del Salvador (Gálatas 3:15-29). Los santos del antiguo pacto no fueron redimidos por el antiguo pacto y su ley, sino por confiar en las promesas de gracia de Dios. Cualquiera que mirara la ley como un medio de salvación y esperara vida eterna era condenado. La ley en sí, trajo conocimiento de pecado, y nos apuntaba a la necesidad de un salvador.
Romanos 9:30-33,
30 ¿Qué, pues, diremos? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, han alcanzado la justicia, es decir, la justicia que es por fe; 31 mas Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó. 32 ¿Por qué? Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras de la ley, pues tropezaron en la piedra de tropiezo, 33 como está escrito:
He aquí pongo en Sion piedra de tropiezo y roca de caída;
Y el que creyere en él, no será avergonzado.
Jeremías 31:31-33,
31 He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. 32 No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. 33 Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.
Hebreos 8:6-7,13;
6 Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas. 7 Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo.
13 Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.
Gálatas 3:13 nos dice que Él se convirtió en maldición por nosotros.
“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, haciéndose maldición por nosotros, porque escrito está: “Maldito todo aquel que es colgado en un madero”.
Todas las maldiciones descritas en el libro de Deuteronomio cayeron sobre Él cuando colgaba del madero. Cuando Jesús se hizo pecado por nosotros, ese pecado atrajo la maldición.
2 Corintios 5:21,
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.
El castigo que la ley transfirió por la desobediencia, terminó con la obediencia de Cristo.
Ahora, todas las bendiciones no sólo siguen siendo relevantes, ¡sino que también han aumentado y se han agregado aún más!
Efesios 1:3,
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda bendición espiritual en las regiones celestiales”.
¡No está bajo una maldición generacional, está bajo bendiciones generacionales! Su ADN comienza con Cristo y por eso Su ADN (Atributos de Divina Naturaleza), es su ADN.
1 Juan 4:17,
17 En esto se perfecciona el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio, pues como Él es, así somos también nosotros en este mundo.
Además, si lee Ezequiel 18:1-32, puede leer el corazón de Dios con respecto a las maldiciones generacionales. En realidad, es una reversión de todas las maldiciones que se encuentran en Deuteronomio. Dios está profetizando que bajo un Nuevo Pacto cada persona será responsable de sus acciones; las maldiciones generacionales que plagaron hasta cinco generaciones terminarían. Aunque hubo maldiciones asociadas con la desobediencia a la ley, también leerá cómo Dios no quería que el pueblo fuera maldecido. Eso nunca fue Su corazón ni su elección para ellos. Es compasivo, misericordioso, sufrido, etc.
Las maldiciones bajo el Antiguo Pacto de MOISÉS no fueron el plan o deseo de Dios desde el principio. Las personas son las que eligieron el sistema de bendiciones/maldiciones basado en el comportamiento. Fue la ley la que los maldijo, no Dios.
Porque Jesús se convirtió en el fin de la ley – el fin del castigo de la ley por la mala conducta, la bondad y la misericordia nos siguen todos los días de nuestra vida.
Romanos 10:4,
4 porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.
Gálatas 3:13,
“Cristo nos redimió de la maldición (Principios Negativos) de la ley, se hizo una maldición (es decir. maldito) por nosotros: porque está escrito: Maldito todo aquel que es colgado sobre un madero.”
Todo el mundo está, ya sea viviendo bajo una Bendición, o una maldición, bien guardados o perdidos, bajo la Gracia, o bajo la ley… ejemplo:
2 Corintios 3:3-11,
3 siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón.
4 Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios; 5 no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios, 6 el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, más el espíritu vivifica.
7 Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer, 8 ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu? 9 Porque si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justificación. 10 Porque aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en comparación con la gloria más eminente. 11 Porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece.
2 Corintios 5:17,
17 Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!
La Promesa del Nuevo Testamento y sus condiciones es claramente Determinada en el Antiguo Testamento
Ezequiel 18:2-4,
2 ¿A qué viene tanta repetición de este proverbio tan conocido en Israel: “Los padres comieron uvas agrias y a los hijos les duelen los dientes?”.
3 Tan cierto como que yo vivo, declara el Señor y Dios, jamás se volverá a repetir este proverbio en Israel. 4 La persona que peque morirá. Sepan que todas las vidas me pertenecen, tanto la del padre como la del hijo.
Jeremías 31:29-34,
29 En aquellos días no dirán más: Los padres comieron las uvas agrias y los dientes de los hijos tienen la dentera, 30 sino que cada cual morirá por su propia maldad; los dientes de todo hombre que comiere las uvas agrias, tendrán la dentera.31 He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. 32 No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. 33 Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. 34 Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.
Romanos 8: 1-4,
8 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. 3 Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; 4 para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
Los Hijos de los Justos son Santificados
1 Corintios 7:14,
14 Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos.
Hechos 2:39,
39 Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Hechos 2:17,
7 “Sucederá que en los últimos días —dice Dios, derramaré mi Espíritu sobre todo ser humano.
Los hijos y las hijas de ustedes profetizarán, tendrán visiones los jóvenesy sueños los ancianos.
Hechos 16:30-31,
30 Luego los sacó y les preguntó: Señores, ¿qué tengo que hacer para ser salvo? 31Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán salvos —contestaron.
Hebreos 11:7,
7 Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe.
Lucas 17:26-30,
26 Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. 27 Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos. 28 Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; 29 mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. 30 Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste.
Salmo 103:17,
Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen, y su justicia sobre los hijos de los hijos;
Proverbios 13:22,
El bueno dejará herederos a los hijos de sus hijos;
Pero la riqueza del pecador está guardada para el justo.
Ezequiel 37:25,
25 Habitarán en la tierra que di a mi siervo Jacob, en la cual habitaron vuestros padres; en ella habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre; y mi siervo David será príncipe de ellos para siempre.
Deuteronomio 29:10-15,
10 Vosotros todos estáis hoy en presencia de Jehová vuestro Dios; los cabezas de vuestras tribus, vuestros ancianos y vuestros oficiales, todos los varones de Israel; 11 vuestros niños, vuestras mujeres, y tus extranjeros que habitan en medio de tu campamento, desde el que corta tu leña hasta el que saca tu agua; 12 para que entres en el pacto de Jehová tu Dios, y en su juramento, que Jehová tu Dios concierta hoy contigo, 13 para confirmarte hoy como su pueblo, y para que él te sea a ti por Dios, de la manera que él te ha dicho, y como lo juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob. 14 Y no solamente con vosotros hago yo este pacto y este juramento, 15 sino con los que están aquí presentes hoy con nosotros delante de Jehová nuestro Dios, y con los que no están aquí hoy con nosotros.
LOS HIJOS COMPARTEN TODOS LOS BENEFICIOS Y PRIVILEGIOS
En lo natural, como hijos llevamos el nombre de nuestro padre (nombre de familia), también tenemos como hijos de justicia el nombre de nuestro padre celestial, o naturaleza.
La Doctrina de la Imputación
Vemos cuán esencial era la doctrina de la justificación solo por la fe en los pilares de la Reforma de sola fide (solo fe), sola gratia (solo gracia) y solus Christus (solo Cristo). Estas solas enfatizan que la salvación es solo por gracia a través de la fe únicamente en Cristo. Sin embargo, también debemos ver que los reformadores enfatizaron una palabra que consideraban absolutamente esencial para la doctrina de la justificación sólo por la fe, que a su vez consideraban esencial para una correcta comprensión del evangelio. Esa palabra es imputación.
La palabra imputación proviene directamente del latín. Es un término contable; significa “designar a la cuenta de uno”. Se cargan los gastos y se acreditan los ingresos. La antigua palabra de la King James es “calcular”.
En términos teológicos, hablamos de una doble imputación que se produce en la justificación. Esta doble imputación se enseña en textos como 2 Corintios 5:21, donde Pablo dice claramente: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuéramos hechos justicia de Dios en él”.
Aquí leemos que nuestro pecado es imputado a Cristo. Nosotros somos la parte infractora. Él es inocente. Cumplió perfectamente la ley. Sin embargo, en la cruz, Dios derramó Su ira sobre Cristo. ¿Por qué? Porque nuestro pecado fue imputado a Cristo. Cristo tomó sobre sí nuestro pecado. Nuestro gran débito fue puesto en su cuenta. Cristo pagó el terrible castigo cuando la copa de la ira de Dios fue derramada sobre él.
También hay una segunda imputación. La justicia de Cristo nos es imputada. Él no sólo toma nuestro débito, sino que también recibimos Su crédito. Cristo pagó la pena que nosotros nunca pudimos satisfacer, pero también guardó la ley perfectamente, lo cual nosotros tampoco podemos hacer. En consecuencia, Dios nos acredita Su justicia. Estamos ante Dios vestidos de la justicia de Cristo. De hecho, podemos decir que somos salvos por obras; no por nuestras obras, sino por las obras de Cristo, su perfecta obediencia, a favor nuestro.
La doctrina de la persona y obra de Cristo es el evangelio. Por lo tanto, la doctrina de la imputación (atribuirle nuestro pecado a Él y Su obediencia a nosotros) es esencial para este evangelio. Nos muestra por qué el evangelio es una buena noticia: Cristo realmente lo ha hecho todo. Él ha cumplido con el estándar de perfección de nuestro Creador para nosotros, por lo que nunca debemos temer la ira del Señor si estamos en Cristo solo por fe. Esta doctrina de imputación sólo nos lleva a alabar la gloria y la gracia de Dios. Esta doctrina de imputación nos dice que la salvación verdaderamente es de Él y sólo de Él.
Deuteronomio 24:16,
16 Los padres no morirán por los hijos, ni los hijos por los padres; cada uno morirá por su pecado.
Como las ramas del árbol (árbol familiar), cada uno de nosotros tiene nuestra propia individualidad, pero nuestra naturaleza es derivada del tronco o de las acciones del árbol.
Juan 15:1-4,
15 Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el que la cultiva. 2 Si una de mis ramas no da uvas, la corta; pero si da uvas, la poda y la limpia, para que dé más. 3 Ustedes ya están limpios por las palabras que les he dicho. 4 Sigan unidos a mí, como yo sigo unido a ustedes. Una rama no puede dar uvas de sí misma, si no está unida a la vid; de igual manera, ustedes no pueden dar fruto, si no permanecen unidos a mí.
Isaías 61:3,
3 a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.
Romanos 11:17-20,
17 Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo, 18 no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti. 19 Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese injertado. 20 Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme.
Genesis 6:18,
18 Mas estableceré mi pacto contigo, y entrarás en el arca tú, tus hijos, tu mujer, y las mujeres de tus hijos contigo.
Genesis 12:7,
7 Y apareció Jehová a Abram, y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra. Y edificó allí un altar a Jehová, quien le había aparecido.
Genesis 13:15,
15 Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre.
Genesis 19:12-13,
12 Y dijeron los varones a Lot: ¿Tienes aquí alguno más? Yernos, y tus hijos y tus hijas, y todo lo que tienes en la ciudad, sácalo de este lugar; 13 porque vamos a destruir este lugar, por cuanto el clamor contra ellos ha subido de punto delante de Jehová.
Genesis 21:13,
13 Y también del hijo de la sierva haré una nación, porque es tu descendiente.
Genesis 26:3-5,
3 Habita como forastero en esta tierra, y estaré contigo, y te bendeciré; porque a ti y a tu descendencia daré todas estas tierras, y confirmaré el juramento que hice a Abraham tu padre. 4 Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras; y todas las naciones de la tierra serán benditas en tu simiente, 5 por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes.
Genesis 26:24,
24 Y se le apareció Jehová aquella noche, y le dijo: Yo soy el Dios de Abraham tu padre; no temas, porque yo estoy contigo, y te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia por amor de Abraham mi siervo.
DIOS NO OLVIDA SU PACTO CON NUESTROS PADRES
Levítico 26:44-45,
44 Y aun con todo esto, estando ellos en tierra de sus enemigos, yo no los desecharé, ni los abominaré para consumirlos, invalidando mi pacto con ellos; porque yo Jehová soy su Dios. 45 Antes me acordaré de ellos por el pacto antiguo, cuando los saqué de la tierra de Egipto a los ojos de las naciones, para ser su Dios. Yo Jehová.
1 Reyes 15:3-4,
3 Y anduvo en todos los pecados que su padre había cometido antes de él; y no fue su corazón perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de David su padre. 4 Mas por amor a David, Jehová su Dios le dio lámpara en Jerusalén, levantando a su hijo después de él, y sosteniendo a Jerusalén;
1 Crónicas 16:15,
Él hace memoria de su pacto perpetuamente, Y de la palabra que él mandó para mil generaciones;
Cuando se trata de maldiciones pronunciadas por humanos, no existe el mismo motivo para temer. Cuando Simei lo maldijo, David no reaccionó de una manera violenta, con paranoia o venganza, porque razonó que Dios era capaz de hacer lo que fuese correcto.
2 Samuel 16:5-8, 12,
5 Al llegar el rey David a Bahurim, he aquí, salió de allí un hombre de la familia de la casa de Saúl que se llamaba Simei, hijo de Gera. Cuando salió, iba maldiciendo; 6 y tiraba piedras a David y a todos los siervos del rey David, aunque todo el pueblo y todos los hombres valientes estaban a su derecha y a su izquierda. 7 Así decía Simei mientras maldecía: ¡Fuera, fuera, hombre sanguinario e indigno! 8 El Señor ha hecho volver sobre ti toda la sangre derramada de la casa de Saúl, en cuyo lugar has reinado; el Señor ha entregado el reino en mano de tu hijo Absalón. He aquí, estás prendido en tu propia maldad, porque eres hombre sanguinario.
11 Y David dijo a Abisai y a todos sus siervos: He aquí, mi hijo que salió de mis entrañas busca mi vida; ¿cuánto más entonces este benjamita? Dejadlo, que siga maldiciendo, porque el Señor se lo ha dicho. 12 Quizá el Señor mire mi aflicción y me devuelva bien por su maldición de hoy.
De manera similar, en el Nuevo Testamento se nos indica que debemos “bendecir a los que os maldicen”
Lucas 6:28,
28 bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian.
El apóstol Pablo nos motiva a ser bendición, y de no volver mal por mal, maldiciendo.
Romanos 12:14,
“Bendecid a los que os persiguen; bendecid y no maldigáis”.
1 Corintios 4:12,
12 Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos; nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos.
Jesús se Convirtió en Maldición
Gálatas 3:13,
Cristo nos redimió de la maldición de la Ley, hecho por nosotros maldición, porque escrito está: Maldito todo el que es colgado en un madero.
La maldición o castigo proscrito en la ley es la paga del pecado. Deuteronomio 28 explica detalladamente las bendiciones de Dios por practicar la obediencia y su castigo por practicar la desobediencia. Por supuesto, en última instancia, la pena por el pecado es la muerte. Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. (Romanos 6:23)
Cuando Jesús entregó su vida perfecta y justa, absorbió por completo la ira y el castigo, la maldición, por nuestro pecado. No hubo nada retenido. Apuró bebiendo hasta las suciedades la copa del pecado más vil y depravado de la humanidad. Tan espantosa era la visión de todo pecado, que Su Padre le dio la espalda, y por primera vez desde antes de que existiera el tiempo, el Padre se separó del Hijo, mientras Jesús gritaba con total angustia: “Dios mío, Dios mío”… ¿por qué me has abandonado?”
Tan intensa fue la ira de Dios por el pecado que Jesús fue golpeado hasta quedar irreconocible como hombre. Isaías 53 y Salmo 22 detallan la brutalidad de los golpes infligidos al Señor. Todos Sus huesos estaban desarticulados. Su carne se rasgó, colgada en cintas temblorosas, exponiendo sus órganos. La gente no podía soportar mirar Su rostro, tan salvaje y severo fue Su castigo. Su sacrificio fue suficiente, cubriendo todo pecado, sin dejar ira ni maldición, no absorbida ni interrumpida.
Para aquellos que se arrepienten del pecado, reciben el sacrificio de Jesús, practicando el amor y la obediencia a Él, no hay maldición ni condenación; sólo libertad y bendición.
Una Nueva Creación
De modo que si alguno está en Cristo, nueva creación es; las cosas viejas pasaron; he aquí que han llegado cosas nuevas. (2 Corintios 5:17)
Debido a la plenitud del sacrificio de Cristo en la cruz, cubre cada pecado, limpia cada mancha, sana cada herida y sí, rompe toda maldición para aquellos que se arrepienten y son salvos. Por la fe, nuestra antigua identidad como hijo culpable de Adán bajo pena o maldición de muerte por quebrantar los mandamientos de Dios, queda sepultada en su bautismo. Salimos de esa tumba con una identidad completamente nueva: hijo de Dios, completamente inocente de pecado, bendito y muy favorecido. Somos como los tres jóvenes hebreos, que salen del horno sin siquiera una pizca de humo.
Romanos 8:1-4,
1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. 3 Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; 4 para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
Cuando elegimos caminar en obediencia a los mandamientos de Dios, ya no caminamos (es decir, vivimos) de acuerdo con los deseos pecaminosos de nuestra carne, de nuestros sentidos. Ahora somos empoderados por el Espíritu para caminar en una nueva vida, conquistando abrumadoramente el pecado.
Juan 8:36,
“Así que, si el Hijo os hace libres, seréis verdaderamente libres.”
Si resbalamos y caemos en un pecado, como explica el apóstol Pablo en Romanos 7, ya no somos nosotros los que pecamos, sino los espasmos cadavéricos de nuestro antiguo yo que fue crucificado con Cristo. No es nuestra práctica, como cristianos renacidos de nuevo, romper los mandamientos de Dios; pero cuando resbalamos y caemos, la gracia de Dios está ahí para levantarnos.
1 Juan 3:9,
9 Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.
Nuestra fe, como cristianos, está fundada en la Palabra de Dios, la fe apostólica transmitida a la Iglesia del Nuevo Testamento y el ejemplo de Jesús, nuestro Señor. Desde el principio, Satanás ha intentado alejar a los cristianos de ese fundamento mediante herejías sutiles y enseñanzas falsas. Por eso debemos luchar contra toda falsedad y modelar nuestras creencias según el ejemplo de la Biblia.
Judas 3-4,
Amados, mientras me esforzaba por escribiros sobre nuestra común salvación, sentí la necesidad de escribiros exhortándoos a que contendáis ardientemente por la fe que una vez para siempre ha sido transmitida a los santos.
No debería pasar desapercibido que Jesús nunca, ni una sola vez, identificó una maldición generacional sobre una persona y la llevó a renunciar a ella y romper su poder.
Juan 9:2-3,
2 Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, este o sus padres, para que haya nacido ciego? 3 Respondió Jesús: No es que pecó este, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él.
De la misma manera, no hay un solo ejemplo de las Iglesias del Nuevo Testamento llevando a cabo cultos de liberaciones por maldiciones generacionales. No tenemos instrucción bíblica ni autoridad para hacerlo.
La doctrina de las maldiciones generacionales no está bajo el escrutinio bíblico. Está construido sobre un texto de tanteo junto con el razonamiento humano. El testimonio claro y consistente de las Escrituras es que Dios es perfectamente justo y considera a cada persona responsable de sus propias decisiones, sin castigar al inocente ni absolver al culpable.
Los cristianos no son malditos, ya que Jesús se convirtió en maldición en Su muerte en la cruz para que los cristianos pudieran recibir la bendición de Su perfección y vida eterna. El hombre culpable, castigado por el pecado, muere en el bautismo y muerte de Jesús. Del bautismo, muerte y resurrección junto con Jesús, surge el nuevo hombre, la nueva creación bajo la bendición y el favor de Dios. No hay ningún ejemplo de Jesús o la Iglesia del Nuevo Testamento enseñando o practicando el rompimiento de maldiciones generacionales.