Su Fundamento

Señor, tú has sido nuestra morada (refugio) en todas las generaciones (Parte 1)

Oración de Moisés, varón de Dios

Este salmo es uno de los más notables de toda la colección. En el título se dice que es “Una oración de Moisés, varón de Dios”; o, como está en el margen, “siendo un Salmo de Moisés”. La palabra original – תפלה t e phillâh – significa propiamente:

(1) Intercesión, súplica por cualquiera;

(2) Oración o súplica en general;

(3) Un himno o canto inspirado.

Salmo 72:20, 

20 Aquí terminan las oraciones de David, hijo de Isaí.

La palabra se aplica a toda la parte anterior del Libro de los Salmos: “Las oraciones de David, hijo de Jesé, han terminado”. La palabra “oración” representaría mejor la naturaleza del contexto de este salmo que la palabra “salmo” o “himno”.

Si el autor fue Moisés, entonces esta es la única de sus composiciones que se encuentra en el Libro de los Salmos. Sabemos, que en varios lugares del Pentateuco Moisés fue poeta además de legislador y estadista; y no sería improbable que existieran otras composiciones suyas de esta naturaleza que no fueron incorporadas en los cinco libros que escribió, y que probablemente serían preservadas por la tradición.

Este salmo tiene evidencia interna de que pudo haber sido tal composición. No hay ninguna alusión que haga suponer que fue escrito en un período posterior. No hay nada incompatible con los sentimientos y el estilo de Moisés en el Pentateuco; hay muchas cosas que están de acuerdo con su estilo y modales, y hubo numerosas ocasiones en las que los sentimientos del salmo serían sumamente adecuados a las circunstancias en las que se encontraba y al conjunto de pensamientos que podemos suponer que pasaron por su mente.

Este salmo se sitúa al comienzo del libro cuarto, entre los volúmenes de los salmos según la antigua división tradicional de los Salmos. O, tal vez, el autor de este arreglo u orden, probablemente Esdras, diseñó colocar este salmo “por sí mismo” entre las dos grandes divisiones del libro que contienen respectivamente los salmos anteriores y posteriores. Puede considerarse, por tanto, como “el corazón o centro de toda la colección”, lo que sugiere ideas apropiadas para toda la corriente de pensamiento del libro.

Por ahora es imposible determinar el momento en que se compuso este salmo, pero no es improbable suponer que fue cerca del final del trayecto por el desierto. El pueblo hebreo estaba a punto de entrar a la tierra prometida, la generación que salió de Egipto iba cesando; el propio Moisés sintió que estaba cerca del final de su carrera, se le había notificado que no entraria en la tierra prometida hasta cuyas fronteras había conducido al pueblo. Estas cosas eran particularmente adecuadas para sugerir la brevedad y fragilidad de la vida humana, como se presentan aquí.

Al mismo tiempo, todas estas circunstancias eran apropiadas para sugerir una referencia hacia el futuro y la oración o suplica con respecto a ese futuro con la que el salmo cierra tan bellamente. No parece, impropio considerar este salmo como una de las últimas declaraciones de Moisés cuando el ambular del pueblo hebreo estaban a punto de cesar, cuando toda una generación había sido arrasada y sus propios trabajos pronto terminarían.

El tema principal del salmo es la brevedad, la naturaleza transitoria de la vida humana cuyas reflexiones parecen destinadas a llevarnos a Dios. La raza humana es talada como la hierba, pero Dios sigue siendo el mismo de edad en edad. Una generación lo encuentra igual que la generación anterior: inmutable, digno de confianza como siempre. Ninguno de estos cambios puede afectarlo, y en cada época existe la reconfortante seguridad de que será el refugio, el apoyo, la “morada” de su pueblo.

El hecho que Dios es inmutable, que él es el refugio de su pueblo, y siempre lo ha sido; que, desde la eternidad pasada hasta la eternidad venidera él es el mismo: Solo Él es Dios.

El Salmo 90 es también una oración, una oración de Moisés al Señor pidiéndole a Adonai que regrese a él y a su pueblo. Nunca sabremos los acontecimientos pecaminosos que llevaron a Moisés a componer este salmo mientras el Señor castigaba a su pueblo. Pero un breve vistazo a la historia del pueblo de Israel nos muestra que hay tantos eventos que pueden calificarse como el motivo de este salmo. Las rebeliones, las quejas, la ira y la adoración de ídolos se registran tristemente en todas las escrituras; ni siquiera Moisés estuvo libre de reproche en sus propias acciones hacia el Señor.

Pero la principal razón por la que el Salmo 90 es uno de mis favoritos es porque nos enseña qué corta y preciosa es la vida. Hay una cualidad eterna en este salmo que debería sorprendernos. El Salmo 90 nos enseña a valorar correctamente cada día porque no sabemos si será nuestro último día o el último día de quienes amamos.

Antes de profundizarnos en el Salmo 90, me gustaría que lo leyeran una vez. Te animo a que cierres tus ojos y que medites en las maravillosas imágenes de este salmo.

Nuestro Salmo a escudriñar comienza con el autor, es el único Salmo escrito por Moisés en el libro de los Salmos.

Hay mucho que se puede decir acerca de Moisés, y su historia es conocida por la mayoría en todo el mundo. Pero tal vez no haya mayor alabanza para Moisés que el hecho que fue llamado amigo de Dios. Que el Señor le hablara como a un amigo, cara a cara, aunque todavía cubierto para que no ser destruido. Moisés es un hombre que conoció al Señor de una manera muy profunda y personal por lo tanto podemos confiar en la verdad de lo que él ha escrito a través del Espíritu Santo. Dado que este es un salmo de Moisés, sabemos que es el salmo más antiguo de la Palabra de Dios.

Salmo 90:1-2,

Oración de Moisés, varón de Dios.

1Señor, tú has sido nuestra morada (refugio)

en todas las generaciones.

2 Antes que nacieran las montañas,

o alguna vez formaste la tierra y el mundo,

desde la eternidad hasta la eternidad tú eres Dios.

La primera línea de este salmo declara al Señor como nuestra morada, un lugar de seguridad y refugio. Él es nuestra Roca, nuestra fuente eterna de completa paz más allá de nuestras circunstancias. En un mundo lleno de caos e incertidumbre, el Señor sigue siendo el mismo para todos los que le pertenecen a través de la obra redentora de nuestro señor Jesucristo.

La eternidad del Señor está bellamente ilustrada en nuestro segundo verso. Ha existido antes de que formara la Tierra y antes de la primera página de la Biblia. Desde la eternidad pasada hasta la eternidad futura, sólo Él es Señor de todo.

Isaías 40:28,

28 ¿Acaso no sabes? ¿Es que no has oído? El Dios eterno, el SEÑOR, el creador de los confines de la tierra no se fatiga ni se cansa. Su entendimiento es inescrutable.

Apocalipsis 1:8,

8 Yo soy el Alfa y la Omega –dice el Señor Dios– el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.

Salmos 102:26-27,

26 Ellos perecerán, pero tú permaneces; y todos ellos como una vestidura se desgastarán, como vestido los mudarás, y serán cambiados. 27 Pero tú eres el mismo, y tus años no tendrán fin.

Salmos 45:6,

6 Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre; cetro de equidad es el cetro de tu reino.

De la naturaleza de Dios nos volvemos hacia nuestra naturaleza mortal de seres humanos en el versículo 3.

Devolvéis al hombre al polvo y decís: “¡Volved, hijos del hombre!”

El Señor es nuestra morada, nuestro lugar seguro, pero en Él hay más que solo paz. El Señor es quien causa la vida, pero también causa la muerte. Ahora bien, esto parece ser una referencia directa a Génesis donde fuimos hechos del polvo y que al polvo volveremos, pero es mucho más profundo. La palabra rendida para el “polvo” en este verso tiene la sensación de cómo cuando una persona rompe una vasija de barro. Es una palabra que significa ser quebrantado, no sólo físicamente sino también en espíritu.

Experimentamos sufrimiento y eventualmente volvemos al polvo, pero el Señor también nos llama a regresar a Él. Estamos siendo llamados a alejarnos de nuestros pecados, a dejar de confiar en nosotros mismos y en este mundo. Hay muchas razones por las que sufrimos y muchas que están fuera de nuestro control, pero a veces el Señor usa el sufrimiento para hacer que dejemos de rebelarnos y volvamos a él. Moisés ve el sufrimiento del pueblo desde esta perspectiva.

Seguimos con una de las representaciones del tiempo más bellas jamás escritas:

4 Porque mil años ante tus ojos no son más que un ayer cuando ya pasó, o como una vigilia en la noche.

5 Tú los has barrido como un torrente, son como un sueño; son como la hierba que por la mañana reverdece;

6 por la mañana florece y reverdece; al atardecer se marchita y se seca.

El versículo 4 es uno de mis versículos favoritos de este salmo. La forma poética en que se mueven los tiempos es simplemente hermosa. Comenzamos con mil años desde la perspectiva del Señor como un día para nosotros, y luego descendemos a solo unas pocas horas en la noche. Ahora hemos pasado de la perspectiva del Señor a la nuestra, la perspectiva humana. Comparadas con la naturaleza eterna de nuestro Creador, nuestras vidas son muy cortas. 

Se nos compara con la hierba nueva que brotará el desierto y luego morirá antes de que haya pasado un solo día. Este es un pensamiento incómodo para la mayoría de nosotros porque tenemos la idea que la vida es larga. Cuando somos jóvenes puede parecer que la vida nunca tendrá fin. Pero las vidas terminan y, por lo general, antes de que queramos, especialmente para aquellos a quienes amamos y nos importan. Comparadas con el Señor, nuestras vidas no son más que una gota en el vasto río de la eternidad.

Salmos 62:9,

Por cierto, vanidad son los hijos de los hombres, mentira los hijos de varón;

Pesándolos a todos igualmente en la balanza,

Serán menos que nada.

Entonces, si el Señor es nuestra morada, obviamente debemos preguntarnos: ¿por qué Él es también quien nos arrasa con la muerte? ¿Por qué morimos? 

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