Genesis 25:25-26,
25 Salió el primero rojizo, todo velludo como una pelliza, y lo llamaron Esaú. 26 Y después salió su hermano, con su mano asida al talón de Esaú, y lo llamaron Jacob(c). Isaac tenía sesenta años cuando ella los dio a luz.
(c) I.e., el que toma por el talón, o, suplantador.
El Suplantador
En esta presentación en el libro del Génesis, veremos un episodio que tiene lugar en la vida de Jacob. Es uno de esos momentos fundamentales en la historia personal de este hombre, no sólo para su futuro, sino para el futuro de la nación de Israel y todo el mundo cristiano. Las representaciones y descripciones de los héroes del Antiguo Testamento, para nosotros tienden a ser más grandes que la vida, unos grandes héroes más allá de nuestra comprensión.
Cuando pienso por un minuto en David, por ejemplo, en su fuerza, en su brillantez como organizador y administrador, como estratega militar, pensamos en un hombre que derrotó al gigante más temible de esa época, y nos preguntamos ¿cómo podría ser yo como David o aun como Abraham?
1 Samuel 17:40-45, 49-51;
40 Y tomó su cayado en su mano, y escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y tomó su honda en su mano, y se fue hacia el filisteo. 41 Y el filisteo venía andando y acercándose a David, y su escudero delante de él. 42 Y cuando el filisteo miró y vio a David, le tuvo en poco; porque era muchacho, y rubio, y de hermoso parecer. 43 Y dijo el filisteo a David: ¿Soy yo perro, para que vengas a mí con palos? Y maldijo a David por sus dioses. 44 Dijo luego el filisteo a David: Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo. 45 Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado.
49 Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra.50 Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano. 51 Entonces corrió David y se puso sobre el filisteo; y tomando la espada de él y sacándola de su vaina, lo acabó de matar, y le cortó con ella la cabeza. Y cuando los filisteos vieron a su paladín muerto, huyeron.
Inclusive algunos personajes como Moisés y Abraham, a quienes, con certeza, hemos estudiado en el libro de Génesis; hombres que fueron llamados: amigos de Dios. Abraham el padre de todos los fieles.
Éxodo 33:11,
11 Y acostumbraba hablar el Señor con Moisés cara a cara, como habla un hombre con su amigo. Cuando Moisés regresaba al campamento, su joven ayudante Josué, hijo de Nun, no se apartaba de la tienda.
Isaías 41:8,
18Tú, oh Israel, eres mi siervo, tú, oh Jacob, a quien he escogido, la descendencia de Abrahán, mi amigo.
Santiago 2:23,
23y se cumplió la Escritura que dice: “Y ABRAHAM CREYO A DIOS Y LE FUE CONTADO POR JUSTICIA,” y fue llamado amigo de Dios.
La Biblia nos enseña que, a los 75 años de edad, Abram recibió de parte de Jehová una orden divina o llamado a viajar a una tierra lejana donde lo bendeciría sin medida. Dios le pidió ya en su vejez, que dejara todo lo que era de valor para él; toda su seguridad, identidad, y conforte que tenia en su tierra natal quedaba atrás. Ese tipo de reto es en cierto modo casi irreal para nosotros, y sinceramente no podemos identificarnos con ellos.
Genesis 12:1-3,
12 Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. 2 Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. 3 Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.
Hebreos 11:8-10,
8 Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. 9 Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; 10 porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
Hombres extraordinarios, emblemas del Antiguo Testamento que representan TODO lo que es admirable y heroico. Pero cuando miramos a la vida de Jacob, allí hay una figura en que todos podemos identificarnos.
Jacob es real, él es de carne y hueso, él es el tipo de hombre como nosotros. Viene a memoria las palabras del filósofo danés, que cuando todos los demás se quejaban de la corrupción que había en la cultura europea del siglo XIX, dijo lo siguiente: “Mi queja no es que esta época sea perversa o decadente, mi queja es que nuestra época es miserable, carece de pasión” y luego añadió: “Eso es lo que me impulsa a volver al Antiguo Testamento, para leer sobre personas de verdad, personas que son reales, no son santos de plástico”.
¿Podemos identificar si hay alguna figura en el Antiguo Testamento que personificase a cabalidad todas estas faltas, fines y estrategias? Sí, sería este hombre Jacob. Era un personaje, que aun su nombre mismo, significa: “Suplantador”, porque su vida fue básicamente una vida de deshonestidad, una vida de fraude. Un hombre que estaba destinado a participar de una de las herencias más opulentas de toda la historia de la humanidad; aun así, no fue suficiente, tuvo que confabular en robar la parte de la primogenitura a su hermano.
Génesis 25:19-22,
19 Estos son los descendientes de Isaac hijo de Abraham: Abraham engendró a Isaac, 20 y era Isaac de cuarenta años cuando tomó por mujer a Rebeca, hija de Betuel arameo de Padan-aram, hermana de Labán arameo. 21 Y oró Isaac a Jehová por su mujer, que era estéril; y lo aceptó Jehová, y concibió Rebeca su mujer. 22 Y los hijos luchaban dentro de ella; y dijo: Si es así, ¿para qué vivo yo? Y fue a consultar a Jehová;
23 y le respondió Jehová: Dos naciones hay en tu seno,
Y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas;
Un pueblo será más fuerte que el otro pueblo,
Y el mayor servirá al menor.
24 Cuando se cumplieron sus días para dar a luz, he aquí había gemelos en su vientre. 25 Y salió el primero rubio, y era todo velludo como una pelliza; y llamaron su nombre Esaú. 26 Después salió su hermano, trabada su mano al calcañar (a) de Esaú; y fue llamado su nombre Jacob. Y era Isaac de edad de sesenta años cuando ella los dio a luz.
- Esto es, el que toma por el calcañar, o el que su-planta.
Esaú vende su primogenitura
27 Y crecieron los niños, y Esaú fue diestro en la caza, hombre del campo; pero Jacob era varón quieto, que habitaba en tiendas. 28 Y amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza; mas Rebeca amaba a Jacob.
30 dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado. Por tanto fue llamado su nombre Edom 31 Y Jacob respondió: Véndeme en este día tu primogenitura. 32 Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura? 33 Y dijo Jacob: Júramelo en este día. Y él le juró, y vendió a Jacob su primogenitura.
El engaño de Jacob a su padre Isaac y a su hermano Esaú, es un evento trágico que marcó la vida de Jacob. Es importante notar los elementos de la historia y recordar la astuta adquisición de la primogenitura por parte de Jacob, porque aquí Jacob siembra una semilla muy mala que produciría una cosecha amarga a su debido tiempo. Existe una ley real de causa y efecto que opera no sólo en el universo físico sino también en el universo moral. Lo que siembres, eso cosecharás (Gálatas 6:7).
Recuerde que Jacob obtuvo la primogenitura mediante una tramposa y lucrativa negociación. Más tarde, Jacob encuentra a su rival cuando se enreda con alguien más astuto, Labán, quien se burlaba y se aprovechaba de Jacob durante la mayor parte de 20 años. Regresando a nuestro tema, Jacob decide engañar a su padre Isaac, quien era un anciano y había perdido la vista.
Genesis 27:1-5,
1 Aconteció que cuando Isaac envejeció, y sus ojos se oscurecieron quedando sin vista, llamó a Esaú su hijo mayor, y le dijo: Hijo mío. Y él respondió: Heme aquí. 2 Y él dijo: He aquí ya soy viejo, no sé el día de mi muerte. 3 Toma, pues, ahora tus armas, tu aljaba y tu arco, y sal al campo y tráeme caza; 4 y hazme un guisado como a mí me gusta, y tráemelo, y comeré, para que yo te bendiga antes que muera. 5 Y Rebeca estaba oyendo, cuando hablaba Isaac a Esaú su hijo; y se fue Esaú al campo para buscar la caza que había de traer.
Jacob recibe la bendición de su padre, Isaac.
Genesis 27:15-16,
15 Y tomó Rebeca los vestidos de Esaú su hijo mayor, los preciosos, que ella tenía en casa, y vistió a Jacob su hijo menor; 16 y cubrió sus manos y la parte de su cuello donde no tenía vello, con las pieles de los cabritos; 17 y entregó los guisados y el pan que había preparado, en manos de Jacob su hijo.
Pero Jacob es repetidamente tramposo y conspirador. Fue cómplice de confabular con su madre para mentirle a su padre.
Genesis 27:11-12,
11 Y Jacob dijo a Rebeca su madre: He aquí, Esaú mi hermano es hombre velloso, y yo lampiño. 12 Quizá me palpará mi padre, y me tendrá por burlador, y traeré sobre mí maldición y no bendición. 13 Y su madre respondió: Hijo mío, sea sobre mí tu maldición; solamente obedece a mi voz y ve y tráemelos.
Cuando Isaac le preguntó si era Esaú, Jacob mintió directamente a la cara de su padre, por lo menos en dos ocaciones.
Genesis 27:18-19, 24;
18 Entonces este fue a su padre y dijo: Padre mío. E Isaac respondió: Heme aquí; ¿quién eres, hijo mío? 19 Y Jacob dijo a su padre: Yo soy Esaú tu primogénito; he hecho como me dijiste: levántate ahora, y siéntate, y come de mi caza, para que me bendigas.
24 Y dijo: ¿Eres tú mi hijo Esaú? Y Jacob respondió: Yo soy.
¿Por qué Dios le daría la bendición a Jacob, en lugar de Esaú?
La Biblia en ninguna parte defiende las acciones de Jacob. En cambio, tanto el libro de Génesis como la carta a los hebreos enfatizan el pecado de Esaú. Génesis afirma que “Esaú menospreció su primogenitura”.
Génesis 25:34,
34 Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; y él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura.