Su Fundamento

Y lo que vio y oyó, esto testifica, Parte 2

El énfasis en la veracidad de las palabras —“verdaderas de Dios”— es la antesala para presentar a Aquel que es llamado Fiel y Verdadero.

Apocalipsis 3:14,

Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: El Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto…

Esto nos lleva a comprender que el énfasis de este pasaje no está solo en el hecho del regreso de Cristo, sino en la identidad de Cristo como la Verdad encarnada, la Palabra viviente, el Testigo fiel del corazón del Padre. Él no viene simplemente como una figura profética, sino como la expresión final, plena y autoritativa de Dios mismo. Todo lo que Dios ha querido decirnos —en la ley, en los profetas, en los salmos— halla su consumación en Aquel que es llamado el Logos. Él es la Palabra eterna, preexistente, viva y eficaz.

Hebreos 4:12,

Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

Juan 1:14,

Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

Cuando Cristo vino por primera vez, lo hizo como el Siervo sufriente, revelando al Padre en humildad y compasión. Pero en su regreso, se manifestará como el Testigo supremo, el que da testimonio con fuego y espada, y con justicia juzga y pelea. No viene con una palabra entre muchas, sino como la Palabra por excelencia, la única que puede abrir los cielos, remover los reinos, y establecer el dominio eterno del Reino de Dios.

Esta es la gloria del Evangelio: que la Palabra que fue rechazada, ignorada y crucificada, volverá revestida de poder, para que toda rodilla se doble y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor (Filipenses 2:9–11). La voz del trono lo anunció: estas no son opiniones humanas ni profecías falibles, sino las palabras verdaderas de Dios. Y Aquel que las encarna está viniendo —el Verbo, Fiel y Verdadero, Rey de reyes.

Veamos una referencia entre el Evangelio de Juan y el libro de Apocalipsis, centrada en la identidad de Cristo como el Verbo de Dios, el Testigo Fiel y la expresión suprema del Padre. Esto no solo resalta la unidad teológica entre ambos libros, sino también su progresión: desde la revelación encarnada en su primera venida hasta la manifestación gloriosa en su regreso.

1. Juan presenta a Cristo como el Verbo eterno

Juan 1:1-2,

“En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Este estaba en el principio con Dios.”

Desde el inicio, Juan establece que Jesús es el Logos, la Palabra divina preexistente. Él no solo habla la verdad, Él es la Verdad personificada (Juan 14:6). Este Verbo no es creado, sino eterno y uno con el Padre.

Apocalipsis 19:13,

Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios.

En Apocalipsis, Juan retoma esta verdad y la culmina: el Verbo ahora regresa en gloria, no como un siervo sufriente, sino como un guerrero conquistador. Aquel que fue crucificado como el Cordero, ahora aparece como el Rey triunfante.

2. Jesús como Testigo Fiel

Juan 3:31-33,

El que viene de arriba está sobre todos… Y lo que vio y oyó, esto testifica; y nadie recibe su testimonio… El que recibe su testimonio, este atestigua que Dios es veraz.

Jesús es presentado como el Testigo del cielo, Aquel que ha visto al Padre y da testimonio directo de Su verdad.

Apocalipsis 1:5,

…y de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra…

Apocalipsis 3:14,

…el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios…

En Apocalipsis, este título es reafirmado: Jesús es el Testigo fiel y verdadero. A diferencia de los falsos profetas y las voces corruptas del mundo, Él da testimonio puro del corazón de Dios. Su testimonio no puede ser refutado ni ignorado.

3. La Gloria del Hijo como Revelación del Padre

Juan 1:18,

A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.

Cristo revela al Padre como nadie más. Él no solo trae un mensaje de parte de Dios: es la imagen misma del Dios invisible.

Colosenses 1:15,

Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.

Apocalipsis 19:11,

…y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.

Apocalipsis 22:6,

…estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel para mostrar…

En Apocalipsis, la revelación alcanza su clímax. Las palabras son “fieles y verdaderas” porque proceden del Verbo mismo. Su testimonio no está sujeto a error, pues es la expresión final y suprema de Dios al mundo.

4. Jesús: la Palabra que juzga y da vida

Juan 5:22-24,

El Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo… El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna…

Apocalipsis 19:15,

De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones…

Efesios 6:17,

Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;

Lo que en Juan es la Palabra que da vida a los que creen, en Apocalipsis es la misma Palabra que juzga con autoridad a las naciones. Es el mismo Verbo: gracia y verdad (Juan 1:17), amor y justicia, Salvador y Juez.

El Evangelio de Juan nos revela al Verbo que vino a salvar. Apocalipsis nos muestra al mismo Verbo volviendo para reinar.

Ambos libros están profundamente unidos: el Cristo encarnado y el Cristo glorificado son el mismo Señor. Lo que fue anunciado en gracia, se manifestará con poder.

El Verbo que fue rechazado en debilidad, vendrá con gloria y autoridad como Rey de reyes.

Dios está preparando su manifestación gloriosa, pero antes de que venga con poder, debe purificar su casa, su pueblo, su Iglesia (Malaquías 3:1-3).

1 Pedro 4:17,

Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios?

Ezequiel 9:6,

Matad a viejos, jóvenes y vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno; pero a todo aquel sobre el cual hubiere señal, no os acercaréis; y comenzaréis por mi santuario. Comenzaron, pues, desde los varones ancianos que estaban delante del templo.

Muchos han confiado en lo que ven, sienten o razonan. Pero Dios está enseñando a su remanente a vivir por fe, no por vista (2 Corintios 5:7); a depender de su Palabra, no de percepciones o emociones.

Isaías 8:20,

¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido.

La voz de Dios está rugiendo desde Sion:

Joel 3:16,

Y Jehová rugirá desde Sion, y dará su voz desde Jerusalén, y temblarán los cielos y la tierra; pero Jehová será la esperanza de su pueblo, y la fortaleza de los hijos de Israel.

Amós 1:2,

Dijo: Jehová rugirá desde Sion, y dará su voz desde Jerusalén, y los campos de los pastores se enlutarán, y se secará la cumbre del Carmelo.

Hebreos 12:25,

Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos.

No Aprendáis el Temor de las Naciones

El profeta Jeremías advirtió:

Jeremías 10:2,

Así dijo Jehová: No aprendáis el camino de las naciones, ni de las señales del cielo tengáis temor, aunque las naciones las teman.

Levítico 18:3,

No haréis como hacen en la tierra de Egipto, en la cual morasteis; ni haréis como hacen en la tierra de Canaán, a la cual yo os conduzco, ni andaréis en sus estatutos.

Efesios 4:17-18,

17 Esto digo, pues, y afirmo juntamente con el Señor: que ya no andéis así como andan también los gentiles, en la vanidad de su mente, 18 entenebrecidos en su entendimiento, excluidos de la vida de Dios por causa de la ignorancia que hay en ellos, por la dureza de su corazón;

El pueblo de Dios no puede imitar la ansiedad del mundo. Somos llamados a representar la paz del Reino.

 Juan 14:27,

La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.

Filipenses 4:6-7,

6 Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios. 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús.

Somos ciudadanos de un reino inconmovible

Hebreos 12:28,

Por lo cual, puesto que recibimos un reino que es inconmovible, demostremos gratitud, mediante la cual ofrezcamos a Dios un servicio aceptable con temor y reverencia;

Somos herederos de promesas eternas, escogidos para gobernar con Cristo.

Hebreos 6:17-19,

17 Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento; 18 para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros. 19 La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo,

Apocalipsis 5:10;

y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos en la tierra.

2 Timoteo 2:12,

si sufrimos, también reinaremos con él; si le negáremos, él también nos negará;

“El que nos llamó es fiel” (1 Tesalonicenses 5:24),

y “el fundamento de Dios está firme” (2 Timoteo 2:19).

Los cielos, la tierra, el mar, y lo visible pasarán (Mateo 24:35; 2 Pedro 3:10-13), pero su Palabra permanece para siempre (Isaías 40:8; Salmo 119:89).

El Hijo Varón y la Nueva Creación

Como dolores de parto, la creación gime esperando la manifestación de los hijos de Dios:

“Toda la creación gime a una… esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo”

Romanos 8:19-23,

19 Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. 20 Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; 21 porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. 22 Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; 23 y no solo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.

Isaías 66:7-9,

7 Antes que estuviese de parto, dio a luz; antes que le viniesen dolores, dio a luz hijo. 8 ¿Quién oyó cosa semejante?, ¿quién vio tal cosa? ¿Concebirá la tierra en un día? ¿Nacerá una nación de una vez? Pues en cuanto Sion estuvo de parto, dio a luz sus hijos. 9 Yo que hago dar a luz, ¿no haré nacer? dijo Jehová. Yo que hago engendrar, ¿impediré el nacimiento? dice tu Dios.

Esta hora profética apunta al nacimiento del Hijo Varón (Apocalipsis 12:5), la manifestación plena de Cristo en su cuerpo, los vencedores, sin mancha ni arruga (Efesios 5:27). Lo que fue cerrado para Adán —el acceso al árbol de la vida— ha sido abierto en Cristo:

Apocalipsis 12:5,

Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono.

Apocalipsis 22:14,

Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad.

Génesis 3:22-24,

22 Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. 23 Y lo sacó Jehová del huerto de Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado.24 Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.

Ahora, en Él, la Esposa tiene acceso completo a la vida eterna, reconciliada con su Esposo celestial

2 Corintios 11:2,

El celo que siento por ustedes proviene de Dios, pues los tengo prometidos a un solo esposo, que es Cristo, para presentárselos como una virgen pura. (NVI)

Apocalipsis 21:2,

Vi además la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, procedente de Dios, preparada como una novia hermosamente vestida para su prometido.

Esta promesa quedó en gran parte incumplida en la Jerusalén terrenal, porque la ciudad natural/carnal lo rechazó. Pero en la segunda venida de Cristo y más allá, se cumplirá.

Zacarías 2:11.

En aquel día, muchas naciones se unirán al Señor. Ellas serán mi pueblo y yo habitaré entre ellas. Así sabrán que el Señor de los Ejércitos es quien me ha enviado a ustedes.

Finalmente, toda rodilla se doblará ante Él, para que todas las naciones puedan convertirse en Mi pueblo.

De esta manera, Dios promete no solo recordar a los israelitas y judíos, sino también a todas las naciones del mundo. Este es el Evangelio (la Buena Nueva) del Reino.

El rey David le dijo a su hijo Salomón:

1 Reyes 2:2,

Yo estoy a punto de ir por el camino que todo mortal transita. ¡Cobra ánimo y pórtate como hombre!

1 Corintios 16:13,

Manténganse alerta; permanezcan firmes en la fe; sean valientes y fuertes

En aquel día glorioso, cuando Cristo regrese en majestad, será reconocido no solo como Jesús, el Salvador, sino como Emanuel, “Dios con nosotros”. Durante su primera venida, este título fue profetizado y anunciado, pero su cumplimiento pleno y visible está reservado para su regreso glorioso y la instauración de su Reino eterno.

Mateo 1:21 declara: “Llamarás su nombre Jesús”, porque vino a salvar. Pero Mateo 1:23, citando a Isaías 7:14, añade: “Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros”. Este no era un simple adorno profético, sino una promesa que abarca toda la historia redentora. En su encarnación, Dios se hizo carne y habitó entre nosotros (Juan 1:14), pero fue oculto a los ojos del mundo, rechazado por muchos y conocido como Jesús, el carpintero de Nazaret. Sin embargo, en su retorno glorioso, será llamado Emanuel por todas las naciones, porque Dios mismo habitará visiblemente entre su pueblo redimido.

Esto se conecta poderosamente con Apocalipsis 21:3, donde Juan declara:

“Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.”

Aquí se revela el cumplimiento escatológico del nombre Emanuel: ya no será una promesa velada, sino una realidad visible y eterna. El Cordero, que es también el Rey, habitará con su pueblo. El muro de separación entre lo celestial y lo terrenal será removido, y la gloria de Dios llenará toda la creación restaurada.

Las palabras proféticas se cumplen: “Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios” (Jeremías 32:38; Ezequiel 37:27). Las naciones redimidas, que una vez caminaron en tinieblas, ahora viven en la luz del rostro del Cordero. Y al mirarlo, no lo llamarán solo “Jesús”, sino Emanuel, porque verán en Él al Dios que mora entre ellos, reina sobre ellos y camina con ellos para siempre.

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